LIberalismo: El porqué de la corrupción
Por: Josep Miró i Ardèvol
Fuente: Libertas.com
El liberalismo como tradición filosófico-moral viene a considerar la libertad individual como el más importante de los valores, y de ahí se establece que la vida pública no debe contribuir a la moral, a las virtudes, porque ello predetermina un límite a la libertad de las personas, de manera que si tal cosa puede ser deseable no lo es en la medida suficiente como para ejercer una acción pública. Es la concepción opuesta a la tradición ética de Occidente. Aristóteles consideraba que la política es un espacio moral donde se ejercen las virtudes. En este sentido el liberalismo es una gran ruptura con la tradición moral europea.
Aristóteles afirmaba que los hombres no se han asociado solamente para vivir, sino para vivir bien, añadiendo que "...todos los que se interesan por la buena legislación indagan acerca de la virtud y la maldad cívica”. Resulta, pues, manifiesto que la ciudad que verdaderamente lo es, y no sólo de nombre, debe preocuparse de la virtud; porque, si no, la comunidad se convierte en una alianza que sólo se diferencia localmente de aquéllas en que los aliados son lejanos, y la ley en un convenio. Y, como dice Licofrón el sofista, es una garantía de los derechos de unos y otros, pero deja de ser capaz de hacer a los ciudadanos buenos y justos. El filósofo griego, Aristóteles, formulaba en ‘Política’ una crítica anticipada al enfoque liberal, solo que entonces la referencia eran los sofistas, o al menos algunos de ellos.
La práctica nos muestra, de una manera espectacular, lo que significa la ausencia de la virtud en la política. La corrupción es una de sus consecuencias y también de la incapacidad de las leyes por si solas para regularla.
Precisamente, la práctica poco soportable ha hecho evolucionar a pensadores liberales que no viven esta creencia como un dogma, dando lugar al llamado liberalismo perfeccionista que defiende, como la tradición moral europea, que la política debe servir para el ejercicio y promoción del bien, de manera compatible con la libertad. Encontramos por ejemplo a Joseph Raz y su The Morality of Fredoom, o también, por mencionar otra obra importante, la de Steven Wall Liberalism, Perfectionism and Restraint. A reseñar que ninguna de estas obras ha sido traducida al español, con lo que una vez más la cultura política en lengua castellana ignora, incluso en el ámbito teórico, como poner remedio a los males de la actual forma de hacer política.
Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians y miembro del Consejo Pontificio para los Laicos
Etiquetas: Liberalismo
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