El despertar del totalitarismo
POR: ECCIO LEÓN R.
FUENTE: EL UNIVERSAL
El totalitarismo sólo puede entenderse como la forma de dominación total específica de la sociedad moderna. Sólo aparece cuando las fuerzas sociales son ahogadas y sometidas a la oscuridad. Representa un proyecto de unificación, de fusión de la sociedad con el Estado, un intento de dominio sin límites y sin derechos.
El totalitarismo niega al individuo y asume que la verdad es una función del poder y que la fuente de la verdad es el poder. Consentir al yo cualquier derecho frente al Estado Único sería lo mismo que mantener el criterio de que un gramo puede equivaler a una tonelada. De ello se llega a la siguiente conclusión: la tonelada tiene derechos, y el gramo deberes, y el Único camino natural de la nada a la magnitud es olvidar que sólo eres un gramo y sentirte como una millonésima parte de la tonelada. El totalitarismo ha sido un último y desesperado intento de anular el proyecto moderno de autonomía y democracia. En ese sentido el secreto más auténtico del totalitarismo es la voluntad de anular al individuo concreto en favor de la comunidad despótica y la negación de las diferencias
El totalitarismo, en sus formas clásicas el régimen de Hitler y el régimen ruso durante la vida de Stalin, fue una dominación instituida a partir de una interpretación delirante de la realidad y que utilizaba como medios la movilización social y el terror masivo. A pesar de las diferencias entre esos dos regímenes, ambos compartían el hiperliderazgo, el partido único y la policía política como ejes de su poder. Eran sistemas basados en la administración del terror, su motor funcional básico, hasta tal punto que los campos de concentración representan el paradigma y la culminación de ese principio social. Ambos encarnaban proyectos de dominio total sobre la sociedad. En definitiva, esos totalitarismos clásicos representaban el límite extremo opuesto a la democracia, suponían el triunfo de la heteronomía frente a autonomía.
Las ideologías totalitarias son una extensión del pensamiento instrumental sobre el ser humano y hay que tener presente que el totalitarismo sólo puede reproducirse y ganar estabilidad porque produce un tipo humano específico, el agente totalitario, ejemplo radical de la fragmentación contemporánea de la responsabilidad de los seres humanos convertidos en meros agentes ejecutores, instrumentos, medios para un proyecto. Después de la muerte de Stalin, en el régimen de la URSS, el "totalitarismo clásico o delirante" dio paso a un "totalitarismo débil" o "tardío" que se conformaba con mantener su dominio social y político pero que había renunciado al control completo. El sistema no pudo producir un segundo Stalin pero tampoco fue capaz de una auténtica y exitosa autorreforma burocrática.
Los mecanismos extremos del totalitarismo clásico no son exclusivamente un fenómeno de los años treinta. Expresiones propias del totalitarismo delirante han aparecido con posterioridad. El maoísmo tuvo etapas plenamente delirantes en los años cincuenta y sesenta. El régimen de Pol Pot fue un totalitarismo delirante de los años setenta. Bajo el dominio de ambos hubo exterminios masivos, intentos de control completo de los individuos y de la sociedad, hiperliderazgo paranoico, objetivos irreales, movilizaciones totalitarias de masas de izquierda frente a totalitarismo. El proyecto socialista, nacido para desarrollar la democracia y generar derechos para los desposeídos de la sociedad, se convirtió en pretexto ideológico de brutales dictaduras totalitarias que negaban los derechos de las gentes y establecieron relaciones de dominación en todos los ámbitos de la vida social.
Las confrontaciones sobre el "misterio" de los regímenes burocráticos son un claro ejemplo de las antítesis y limitaciones en que la izquierda no estalinista se ha movido frente al totalitarismo. Todos los críticos de la burocracia han coincidido en entrever que representaba un tipo histórico nuevo, no reconocible en realidades preexistentes (Estados obreros degenerados o deformados, sociedades transicionales, capitalismo burocrático, capitalismo de Estado, etc.). China, el país más poblado del mundo sigue sometido a una dictadura totalitaria que representa una peculiar combinación del comunismo político, el capitalismo salvaje y las peores tradiciones del despotismo asiático. La comunidad Internacional tiene tremenda responsabilidad al considerar que lo que ocurre en China, en Vietnam, en Corea del Norte o en Cuba, y otros países latinoamericanos con los que hacen negocios, no tiene importancia. Sin embargo, estamos hablando de cientos de millones de seres humanos sometidos a férreas dictaduras, sin derechos sindicales, sin derechos a la libertad de expresión, de manifestación o de reunión y sin ninguna defensa efectiva frente a la arbitrariedad del poder.
En fin, el mundo esta dormido ante un despertar del totalitarismo y del capitalismo de Estado y la comunidad internacional aprovechando el festín de los negocios.
Etiquetas: totalitarismo
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