Ordoliberalismo, el capitalismo a la alemana que manda en Europa
POR: EVA PASTRANA
FUENTE: ABC ESPAÑA
Foto REUTERS: Angela Merkel y el líder del SPD, Peer Steinbrück, en un discurso de campaña
La teoría económica que Berlín exporta al resto de Europa es algo muy distinto al neoliberalismo o al liberalismo clásico
Pánico a la inflación. Terror al sobre endeudamiento. Atar en corto a los mercados. Crecer en base a la exportación. Y sobre todo, austeridad, austeridad y austeridad. Así puede resumirse el pensamiento económico que domina Europa desde hace cinco años. Es la fórmula mágica que resucitó a Alemania de la crisis del 2000 y que ahora los dirigentes europeos recitan como solución única e incuestionable para salir de la crisis. ¿Pero cómo hemos llegado a este punto?
Lo que vende el Gobierno de Angela Merkel es derecha, pero es algo muy distinto de lo que lleva vendiendo el neoliberalismo o el liberalismo clásico. «No estoy preocupado sobre el déficit. Es lo suficientemente grande para cuidarse solo», decía Ronald Reagan perseguido por un balanza de pagos insostenible y un enorme agujero en las cuentas públicas.
Tampoco es una socialdemocracia disfrazada. Keynes se hubiera echado las manos a la cabeza ante semejante contención del gasto público en época de vacas flacas.
El ordoliberalismo alemán, o liberalismo del orden, demuestra que había una tercera vía distinta de la de Giddens. Es una teoría desarrollada por economistas de la escuela de Friburgo, como Walter Eucken, Franz Böhm, Leonhard Miksch o Hans Grossmann-Doerth y que surge como «una reacción al liberalismo desregulado de los primeros años del siglo XX, y la intervención fiscal y monetaria de la época nazi», explican los expertos Sebastian Dullien y Ulrike Guérot.
El ordoliberalismo se forja con las debacles económicas de la historia germánica. Entre 1921 y 1923, la Alemania de entre guerras emitió grandes cantidades de papel moneda para satisfacer las necesidades de una población ahogada en la posguerra. El problema es que el «Papiermark» no encontraba su reflejo en la verdadera riqueza del país y terminó con un desplome del valor del marco alemán y una subida imparable de los precios. Los ahorros de los alemanes valían la mitad que antes y ellos eran el doble de pobres.
El recuerdo de la hiperinflación de la República de Weimar crea en el imaginario germano una obsesión casi enfermiza con la estabilidad de los precios que pervive hasta la actualidad y que marca en estos momentos las políticas que se imponen desde el BCE.
¿Un molde para todos?
En el año 2000 Alemania alcanza un récord de desempleo inasumible, cerca de un 10%. De ahí saldrá la reforma laboral que servirá de ejemplo a las economías del sur en el futuro: «minijobs», despido barato y contratación veloz. Es en ese momento cuando añade una serie de nuevos principios a los ya diseñados por la escuela de Friburgo, como el crecimiento a golpe de las exportaciones, contención del gasto público, subida de impuestos...
Según los investigadores Sebastian Dullien y Ulrike Guérot «Alemania ha impuesto su propio pensamiento económico al resto de las naciones europeas, y eso está provocando frustración, ya que esta visión entiende que la austeridad o la estabilidad de los precios es más importante que el crecimiento económico».
Alemania ha esculpido a lo largo de estos años un molde económico que le encaja a la perfección. Ha aprendido de sus errores y se ha convertido en la locomotora de Europa. ¿Pero vale esta receta para todos por igual?
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, inauguró el curso de verano del Partido Popular en Gandía con la siguiente frase, que bien podría haber salido de la boca de Angela Merkel: «antes el despilfarro era una norma. Ahora la estabilidad presupuestaria es una regla».
El Gobierno del Partido Popular, al igual que los del resto de las economías del sur, ha hecho suyas las consignas de la escuela de Friburgo y hoy sus principios suenan como una solución única a la crisis. ¿Pero puede ser útil a largo plazo? ¿Puede la España del 2020 aspirar a ser algo parecido a la Alemania del 2013?
Según Federico Steinberg, investigador del Instituto Elcano, hay ciertos puntos de fricción. En primer lugar, «el modelo alemán parte de una base industrial muy potente y una capacidad exportadora igual de importante y eso aquí de momento no lo tenemos». De momento la Puerta de Alcalá no es tan grande como la de Brandenburgo.
En segundo lugar, «esa obsesión con la estabilidad de los precios no les viene bien a los países del sur de Europa como España, que ahora se verían beneficiados con una inflación más alta que favorecería su desapalancamiento», explica Steinberg. En tercer lugar, en la Europa del mercado común «no es viable este modelo de exportar como base del crecimiento si todos los europeos lo hacemos al mismo tiempo», considera Steinberg.
¿Hay alguien más en el ‘ring’?
La base del ordoliberalismo es que los gobiernos deben poner orden en los mercados para crear «un marco de competencia perfecta en el que ninguno de los actores son capaces de influir en el precio de bienes y servicios», explican Sebastian Dullien y Ulrike Guérot. Este principio choca con el liberalismo anglosajón. «Los países del euro están integrando cada vez más sus economías [...] en un modelo de capitalismo que en el pasado no fue tan dominante en Europa, y en el que el Reino Unido no tiene cabida» advierte Federico Steinberg.
Con el Reino Unido fuera de juego y Francia asumiendo cada día con más fuerza estas tesis,la posibilidad de un cambio impuesto desde dentro de Europa parece improbable pero, ¿Puede venir desde dentro de la propia Alemania? Aunque las encuestas le dan la victoria a Angela Merkel, aún queda una vaga esperanza de una coalición entre los socialdemócratas (SPD) y los Verdes de cara a las elecciones del 2013.
Sin embargo, en la opinión de Steinberg, una victoria de los socialdemócratas no cambiará nada. «Este pensamiento económico está en el ADN de los alemanes y en su propia historia, no creo que el SPD persiga una política de expansión económica que vaya a favorecer a al sur de Europa».
Lo mismo opinan los investigadores Dullien y Guérot. «Aunque una victoria del SPD en las elecciones alemanas podría suponer un cambio en las políticas dentro del propio país, es dramáticamente improbable que haya un cambio en el acercamiento que tiene Alemania a la crisis del euro».
De momento, e indiferentemente del resultado de las elecciones, aún nos queda Alemania para rato.
Etiquetas: Liberalismo
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