Programas de Protección de Testigos: MITOS y REALIDADES
Fuente: Investigation Discovery !
A lo largo de los años, hemos visto muchas películas en las que un héroe –por lo general, un policía rebelde, rudo y estadounidense-, debe proteger al testigo de algún crimen.
Alrededor de esta situación, se tejieron innumerables historias sobre los programas de protección de testigos que contribuyeron a la creación de un imaginario que, en muchas maneras, escapa a la realidad. Repasaremos entonces algunos mitos sobre este tipo de programa para poder separar lo que ocurre en la vida real de la ficción.
En primer término, no todos los países cuentan con un programa oficial de esta índole. En determinados casos, es la policía local la que, por su cuenta, brinda protección a los testigos que lo necesiten. Quienes califican para ingresar al sistema de protección suelen ser personas que dan su testimonio en juicios contra el crimen organizado o crímenes de guerra, corriendo el riesgo de ser intimidados por los demandados.
Teniendo en cuenta este puntapié inicial, pasemos a recorrer algunos mitos híper difundidos:
Mito 1: Los testigos deben fingir su muerte para comenzar una nueva vida. Esto es absolutamente falso. Una vez que el informante termina de declarar, suele recibir una nueva identidad, mudarse al lugar asignado por la policía y dejar de comunicarse con sus viejos amigos y parientes lejanos.
Mito 2: Los testigos deben cambiar su apariencia. Otra idea equivocada, pero muy eficaz para la imaginación. Ni pelucas, ni cirugías, ni cambios de estilos. El recibir una nueva identificación –certificada mediante documentación verdadera- basta. Cualquier otra mutación, corre por cuenta del testigo y su dramatismo.
Mito 3: Los testigos protegidos viven de vacaciones. ¡Quién pudiera! Aunque suene muy bien, esto no es así. Por ejemplo, a los testigos amparados por el programa federal de Estados Unidos, si bien se les provee de una nueva vivienda, asistencia médica y se cubren sus gastos básicos, también se les da la posibilidad de obtener un empleo y ser autosuficientes, al menos en lo económico.
Mito 4. Policías heroicos cuidan de los testigos. Lamentablemente, la realidad no concuerda al cien por ciento con esta creencia cinematográfica. Si bien existen muchos policías que hacen bien su trabajo, también los hay corruptos, como fue el caso de un detective del Departamento de policía de Los Ángeles acusado de robarse fondos destinados al programa en cuestión.
Mito 5: Los testigos protegidos viven alejados del crimen. No siempre. Muchos de ellos son delincuentes que, por medio de su testimonio, ayudan a atrapar a muchos de sus colegas. El problema se da cuando no logran despegarse del todo de sus viejas conductas. Un caso famoso es el de Henry Hill, mafioso que sirvió de musa inspiradora para Martin Scorsese a la hora de hacer su película Buenos Muchachos. De él se sabe que, luego de ser detenido en 1980, se convirtió en un informante cuyo testimonio dio lugar a 50 condenas. Junto a su esposa e hijos, cambió de nombre y fue trasladado a varios lugares de Estados Unidos. Pero la permanencia del matrimonio dentro del programa finalizó a principios de 1990, tras ser detenido en reiteradas oportunidades por problemas con narcóticos.
Así es que, cuando queramos disfrutar de una buena y fantasiosa historia que involucre a testigos en peligro, lo mejor será recurrir a las películas. Por ejemplo, la actuación heroica de Bruce Willis protegiendo a un testigo de sus propios colegas uniformados en 16 CALLES, que podrás ver en Investigation Discovery.
Etiquetas: narcotráfico, Programa Proteccion de Testigos
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