Cómo podrían redimirse los colaboracionistas?
Por: Jesús Antonio Petit da Costa
Última oportunidad para la redención de los colaboracionistas: copiar el modelo de simulación de los cabildos de 1.810. Hacer renunciar al Capitán General simulando lealtad al Rey.
Los colaboracionistas hicieron un gesto para su redención: la MUD no asistió al teatro bufo de la “Conferencia de Paz”. Pero no es suficiente para que se salven de la condena. Están obligados a hacer algo transcendental. Una acción que registre la historia como decisiva para recuperar la independencia, la democracia y la libertad de los venezolanos. Algo que les lave la cara con vista al futuro. Tienen en este momento la oportunidad. Si la pierden, no escaparán al rigor con que se les tratará.
Los estudiantes ya han cumplido con su deber patriótico. Tienen más de veinte días soportando la represión cruel de un gobierno delincuente, incurso en terrorismo de Estado. Han pagado su tributo a la patria con muertos, heridos, presos y torturados, víctimas de las bandas paramilitares que se han lanzado contra ellos con furia criminal compartida por la Guardia Nacional. Los muchachos han repetido el heroísmo de sus pares que se sacrificaron hace doscientos años en la batalla de La Victoria. Nos toca ahora a los mayores entrar en acción. Es aquí, en este preciso momento, cuando se les presenta a los “colaboracionistas” la oportunidad de su redención, la última de lavarse la cara. ¿Cómo? Que actúen, desde sus cargos, como los cabildos de 1.810, los cuales estaban integrados por miembros más que colaboracionistas. Eran súbditos del Rey de España. No colaboraban con un gobierno títere, como los de ahora, sino formaban parte del gobierno colonial, con el cual rompieron simulando lealtad al monarca. Si los “colaboracionistas” quieren lavarse la cara deberían copiar este modelo de simulación: cubrir la rebeldía con un ropaje de lealtad al monarca.
Comiencen, señores colaboracionistas, por declarar que, para tranquilizar a los jóvenes y al pueblo en general, conviene probar la falsedad de los que andan regando que Maduro no es venezolano por nacimiento, causa de su ilegitimidad, y aunque a ustedes esto les parece irrelevante no piensa lo mismo mucha gente. Digan que la maldad de estos sujetos, los radicales de oficio, ha llegado al extremo de sostener que a la condición de extranjero indocumentado del Capitán General se debe que haya reprimido con saña criminal a los jóvenes venezolanos, por lo cual, ustedes señores colaboracionistas, creen conveniente que se los desmienta exhibiendo la partida de nacimiento o, en su defecto, ceda el mando a otro servidor de la Corona.
Agreguen, señores colaboracionistas, que con el ánimo de ayudar, y sólo con este propósito, ustedes proponen que, para evitar una explosión social, se le suspenda temporalmente a Cuba el subsidio que se le paga, así como a todos los demás países del ALBA, aclarándoles que es únicamente por el tiempo necesario para equilibrar las cuentas públicas a fin de que haya dinero suficiente para alimentos y medicinas y para que puedan ser dotados hospitales y escuelas. Pedirle además al Regente del Reino, Su Alteza Raúl Castro, que acepte la repatriación de todos los asesores cubanos mientras pasa este mal momento creado por los radicales de oficio que han regado la especie de que los hermanos cubanos están hasta en la sopa, y aunque a ustedes les parece también irrelevante, recomienden que, para la tranquilidad general, sería bueno que pasaran unos días de vacaciones en la amada Cuba. Sólo vacaciones, porque regresaríann apenas pase esta marea de agitación provocada por los enemigos del Reino.
A todo lo anterior se agrega que éstos últimos andan metiendo el cuento de que el “Plan de la Patria” es comunismo. Y lo peor es que muchos se lo han creído. Es que la maldad de los radicales es tan grande que ya tienen alborotado a un gentío con el miedo al comunismo, por cuyo motivo ustedes, señores colaboracionistas, que nunca han creído que esto sea comunismo, podrían sugerir, simplemente con ánimo de colaboración, que sea derogado el fulano plan y así se diga, por el bien del Reino. Y, para mayor sosiego público, finalicen, señores colaboracionistas, su petición al Regente, por medio del títere, para que sean desarmados los colectivos, título que merecidamente tienen los abnegados defensores del Reino, tomando en cuenta que ya no hacen falta porque la Guardia Nacional se comporta igual y hasta con mayor furia criminal como resultado del adoctrinamiento recibido de los hermanos cubanos.
Imitar el modelo de simulación de 1.810 sería la redención de los colaboracionistas.
Etiquetas: colaboracionismo
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