¿A que no se atreven a molestar a Maduro?
Por: Jesús Antonio Petit da Costa
Dos misterios afectan la legitimidad de Maduro: su partida de nacimiento y las de sus padres, y el acta de defunción de su antecesor junto el certificado médico que debe acompañarla. Los colaboracionistas no se atreven a exigírselos. ¿Porqué será?
Ya están deslindados los campos. De un lado, el gobierno títere de Cuba acompañado por los colaboracionistas que le sirven de comparsa. Y, enfrente, los patriotas, con los estudiantes de vanguardia, que luchamos para liberarnos de Cuba, de la tiranía de sus títeres y del comunismo empobrecedor del pueblo. Son dos bloques irreconciliables por ser incompatibles patriotismo y traición, comunismo y democracia, tiranía y libertad. Los patriotas, todavía sin comando estratégico, han logrado una gran victoria política: han desnudado a la tiranía comunista, servil a Cuba, para que el mundo entero vea cuán inhumanos y bárbaros son los traidores a la patria. Han desenmascarado también a los colaboracionistas, que habían inducido a la pasividad sembrando el miedo. Al mismo tiempo, han despertado la simpatía de los demócratas del mundo entero. Esta primera gran victoria política es obra de los estudiantes, que se han echado sobre sus hombros el peso de la dignidad nacional. Honor a ellos, dignos herederos de las juventudes del 28 y del 58.
Nos hubiésemos ahorrado un año de barbarie si el 14 de abril de 2013 los colaboracionistas, que se habían presentado como los redentores del pueblo, hubiesen convocado a la calle gritando fraude, que lo hubo de verdad. Entonces Maduro estaba caído. Faltaba sólo un empujón para que se derrumbara. Pero los colaboracionistas no podían dejar que cayera. Desconvocaron la salida a la calle y desmovilizaron a la gente pensando sólo en los carguitos municipales. Para los colaboracionistas no hay otra motivación que un cargo público y sólo una campaña electoral justifica salir a la calle.
Pues bien, aquí tienen dos razones para la celebración de una elección presidencial este mismo año. Primera, plantear a UNASUR que exija a Maduro la exhibición de su partida de nacimiento y las de sus padres para determinar con certeza si es exclusivamente venezolano por nacimiento, tal como lo requiere la Constitución, y en caso contrario, como se presume del misterio que rodea a su nacionalidad originaria, sea apartado del cargo lo que obligaría a una elección presidencial sin Maduro en treinta días. Para que Maduro no se moleste con ellos, los colaboracionistas pueden decir que motiva su exigencia acabar de una vez por todas con la campaña en contra de los agitadores de oficio, sobre todo después de la investigación hecha por Walter Márquez.
Segunda, exigir a Maduro la exhibición del acta de defunción del difunto, junto con el certificado médico que la debe acompañar, para develar el misterio que los rodea, lo que hace presumir el ocultamiento de hechos tan graves, tal vez un magnicidio disfrazado de eutanasia, que viciaría de nulidad la sucesión presidencial con todos los actos de gobierno posteriores al 8 de diciembre de 2012 cuando se vio vivo al difunto por última vez. Desde luego, esta nulidad obligaría a convocar elecciones sin Maduro en treinta días. Para que Maduro no se moleste, ni su corte de vándalos, los colaboracionistas pueden excusarse echándole la culpa a los propagadores de falsedades, que andan con el cuento de que el difunto no murió aquí sino en La Habana, que no falleció el 5 de marzo de 2013 sino en diciembre de 2012, y que se le practicó eutanasia justificándola por la muerte cerebral, lo que no se puede hacer con un presidente en ejercicio porque sería un magnicidio, a menos que haya sido autorizada por los titulares de los poderes públicos visto el dictamen de los médicos.
Desde luego, los colaboracionistas se expondrían a que Maduro no les diese el puestecito en el CNE que se vienen bregando ni un puestecito en cada Sala del TSJ que ya se están repartiendo. Nada importa que maten y humillen a estudiantes, ni que haya presos políticos, ni que dos alcaldes hayan sido destituidos y detenidos, ni que María Corina Machado pierda la diputación arbitrariamente, ni que el país se hunda en el colapso y en el empobrecimiento general. Nada de esto perturba a los colaboracionistas. Su vista está puesta en el racimito de cambures que le ha puesto Maduro ante sus ojos.
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