¿No hay uno siquiera que tenga un gesto varonil ante los Castro?
Por: Jesús Antonio Petit da Costa
El único camino de salvación que tienen los comunistas venezolanos ante el colapso de su proyecto es dar un viraje hacia el modelo chino, rompiendo con Cuba, lo reivindicaría también su hombría puesta en duda por su enamoramiento con los Castro.
Ante el colapso del proyecto político-económico importado de Cuba sólo le queda a los comunistas de aquí, para intentar salvarse de la caída y el enjuiciamiento, dar un viraje estratégico adoptando el modelo chino: tiranía comunista y economía capitalista. Este viraje les permitiría sustituir a Cuba en la negociación que viene haciendo con la Unión Europea, intermediaria de Estados Unidos, e invertir así la relación de dependencia para lo cual basta con ponerla de rodillas cortándole o condicionando el subsidio. En lugar de Cuba entregar a Venezuela como de su propiedad, tal como lo viene prometiendo a los países capitalistas, ser la Venezuela comunista la que incluye a Cuba, una isla en las ruinas, en el paquete de la negociación o, en su defecto, que cada uno negocie por su lado. Lo que debería interesar a los comunistas venezolanos es que su suerte sea negociada por ellos mismos y no por los cubanos, dándonos a todos los nacionales por lo menos la satisfacción de que Venezuela no es mercancía que Cuba coloca en el mercado como suya.
Para esta operación de envergadura, la adopción del modelo chino, se requiere liderazgo popular y militar. Ninguno de los civiles comunistas lo tiene. Tampoco ninguno de los militares comunistas, pero éstos gozan de una ventaja: el poder de las armas y el poder político ya que el gobierno está en sus manos. Les falta únicamente inteligencia para entender que su suerte depende de dar el viraje, ya que están metidos en el paquete por los cubanos, quienes no son leales a los que les han servido. Es, pues, su oportunidad. Invertir la relación de dependencia con Cuba no sólo les serviría para negociar ellos directamente con la UE y EE UU, sino además para lavarse la cara manchada por el deshonor. Nadie, que yo sepa, le ha encontrado una explicación racional a la traición a la patria de estos comunistas, civiles y militares, que voluntariamente han convertido a Venezuela en país satélite de Cuba, ante la cual se han entregado impúdicamente y ante cuyos gobernantes caen rendidos de adoración. No existe antecedente de algo semejante en la historia contemporánea. Todos los países satélites de la URSS fueron sometidos por la fuerza de las armas. Moscú se apoderó de ellos con el Ejército Rojo. Ninguno se entregó sumiso. Y, por otra parte, la relación de dependencia fue siempre la tradicional: el país dominante subsidiaba al satélite. La misma Cuba fue sostenida pero como satélite sometido a la URSS.
Uno no encuentra respuesta cuando en el extranjero le preguntan cómo ha sido posible esta relación enfermiza de los gobernantes de Venezuela con los de Cuba, de un entreguismo impropio de hombres, sin que haya mediado derrota militar ni empleo de la fuerza. Haciendo memoria en mis lecturas de adolescencia, para conseguirle una explicación, me ha venido a la mente un ensayo que me impactó. Era de Juan José Arévalo, autor del breviario para la formación de una conciencia anti-imperialista intitulado “Fábula del Tiburón y las Sardinas”. El Maestro Arévalo, que de maestro de escuela pasó por catedrático universitario hasta llegar a presidente de Guatemala, fue el que, en un estudio sobre el servilismo, sostuvo la tesis de que la entrega y adoración a un tirano u hombre fuerte, al extremo del endiosamiento, denota trasfondo de homosexualidad. En sus “Escritos Políticos y Discursos” está el ensayo en el cual desarrolla el tema con profundidad. Dudé de la conclusión porque siempre creí que el servilismo al tirano del país lo motiva sobre todo el beneficio económico. Pero en el enamoramiento de los comunistas venezolanos con los gobernantes cubanos no existe este interés, ya que Venezuela sostiene a Cuba. Encuentro ahora que la tesis de Arévalo es la única explicación racional a esta vergonzosa y bochornosa entrega que tienen los comunistas de aquí con Fidel y Raúl Castro y demás gobernantes cubanos. Una cosa es la simpatía y hasta la admiración y otra distinta la sumisión con arrobamiento y zalemas propias de enamorado. Y lo que asombra es que no haya un comunista, civil o militar, que, sin renunciar a su credo político, haga un gesto varonil que salve el honor nacional mancillado por una relación inaceptable por repugnante entre gobernantes de dos países.
Lo peor no es la imagen que dan los comunistas de aquí, sino que esta imagen se irradia a todos los venezolanos que, por culpa de ellos, parecemos lo que no somos, puesto que los aceptamos como gobierno.
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