Lo que está en juego en Colombia
Por: Roger Noriega
Fuente: IASW
rnoriega@aei.org
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue reelegido para un segundo mandato el día de ayer con un poco más del 50 por ciento de los votos emitidos. Derrotó así a su rival de derecha Óscar Iván Zuluaga. En su discurso de victoria, Santos parecía arrepentido después de una amarga campaña que muchos ven como un referéndum a su primer mandato. Se comprometió a “corregir todo lo que haya que corregir” y “a reformar todo lo que haya que reformar”.
Lo que ocurre en Colombia importa a los Estados Unidos. Las exportaciones estadounidenses y el comercio global con Colombia se han cuadruplicado en la última década; es la cuarta economía más grande de América Latina y un socio económico prometedor. Ocho mil millones de dólares en ayuda de EE.UU. desde el año 2000 ayudaron a ese país sudamericano a domar una amenaza narcoterrorista y recuperar un crecimiento económico saludable. Aunque el gobierno colombiano ha reducido el cultivo de coca en más de un 50 por ciento desde 2007, el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sigue siendo el motor del tráfico de cocaína que siembra el caos en toda América Central y México.
De hecho, la oposición a Santos se vio impulsada por el escepticismo sobre sus propuestas a las FARC. El ex presidente Álvaro Uribe Vélez, para quien Santos trabajó como ministro de Defensa, utilizó la campaña de Zuluaga para golpear las concesiones de paz en La Habana.
Después de que Santos perdiera la primera ronda contra Zuluaga el 25 de mayo, en el que el 75 por ciento votó a favor de otros candidatos, Santos impulso una segunda vuelta bajo la idea de que esta elección sería una alternativa “entre la guerra y la paz.” Ese mensaje fue decisivo en la obtención del apoyo de la izquierda y de sus electores. Zuluaga tampoco se favoreció con en el debate del lunes pasado, donde se mostró agresivo y hasta irrespetuoso, de acuerdo con algunos observadores.
Es importante señalar que Santos recibió un millón de votos menos en la ronda de ayer que en 2010, cuando derrotó a su oponente por un margen de 69 contra 27 por ciento. Obviamente, él está comenzando su segundo mandato con viento en contra por las dudas sobre el proceso de paz y el descontento con su gestión en materia económica.
Sin embargo, de los dos candidatos, Santos se encuentra en una mejor posición para superar la polarización política que ha marcado esta temporada de campaña, ya que él se ha movido hacia el centro desde que asumió el cargo. En su discurso de victoria se comprometió a dejar a lado el rencor político para construir una sociedad más justa en Colombia. Él tendrá que cumplir su promesa para dar el ejemplo, para crear empleos, para luchar contra la delincuencia, mejorar la educación y ampliar el crecimiento económico con el fin de satisfacer a los colombianos que creen que hizo caso omiso de estos asuntos mientras buscaba la paz con las FARC.
Ciertamente Santos sale de las elecciones fortalecido para hacer frente a la guerrilla. Él puso su futuro político en la línea para poner fin al conflicto de 50 años y aseguró un mandato popular a favor de las pláticas de paz. No obstante, también está claro que una parte sustancial del país no está a favor de estas concesiones. Por lo tanto, es probable que Santos tenga que adoptar una línea mucho más dura con las FARC.
Ese fue el tono que mostró la noche de ayer al declarar sin rodeos: “La exigencia no es solo del Gobierno, es también para las FARC y el ELN, este es el fin y hay que llegar a él con seriedad y decisión”.
Uribe fue elegido para el Senado de Colombia en marzo y es seguro que el será responsable de examinar cualquier acuerdo de paz y otras iniciativas de Santos. Los colombianos cansados de una desagradable campaña, seguramente esperan que Uribe adopte una postura más constructiva y que trabaje con Santos para impulsar reformas económicas e inversiones sociales necesarias para hacer al país más competitivo y próspero.
Estados Unidos está interesado en que cualquier acuerdo con las FARC sea sólido y fidedigno. De hecho, deberíamos cuestionar cualquier acuerdo que otorgaría impunidad a los capos del narcotráfico que estén involucrados en el comercio de la droga que financia a criminales y terroristas y que desestabilizan la región. También debemos ofrecer apoyo técnico al equipo negociador colombiano para asegurar un proceso más fehaciente. Uno de los retos inminentes vendrá con la caída del régimen en Venezuela, que se supone es un garante de cualquier acuerdo de paz.
La destreza de Santos como jugador de póker es conocida en Colombia y ha sido citado como una explicación de su estilo inescrutable. Pero, a diferencia del póker, la política es un deporte de equipo. Santos ganó una mano importante ayer y ahora lo que está en juego es más importante que nunca
Roger F. Noriega fue embajador de EE.UU. ante la Organización de los Estados Americanos y subsecretario adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental en la administración del presidente George W. Bush desde 2001 hasta 2005. Es un investigador visitante en el American Enterprise Institute. Su firma, Visión Américas, representa a clientes estadounidenses y extranjeros.
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