Escenario latino: el riesgo de los estados fallidos
Fuente: El Nuevo Siglo. Co
Por Giovanni E. Reyes*
La disfuncionalidad social y política, con todo el entramado económico que le acompaña, se ha exacerbado en especial en algunos países latinoamericanos más que en otros. En los casos de mayor atraso, las realidades cotidianas, los desastres naturales -pero sobretodo sociales- y la carencia de un contexto legal y funcional, provocan la existencia de estados fallidos; países con violencia endémica.
Las situaciones más ilustrativas se encuentran en Haití, Nicaragua, Honduras, Guatemala y Guyana; sin dejar de subestimar -en lo que es una cruel paradoja, dada la existencia de amplios recursos energéticos- el caso de Venezuela. En este último país, los homicidios para el año 2014 llegarían a 28,900; cifra sólo superada por los niveles de violencia evidentes en Honduras.
En esas naciones se tienen escandalosos grados de inequidad, en una región que de por sí es la más inequitativa del mundo. Son altísimos los porcentajes de pobreza, de indigencia y de personas que deben sobrevivir en los intrincados laberintos de las economías informales.
En esos países por lo general, grupos privilegiados no han demostrado, desde tiempos de la colonia española o francesa, estar interesados en el desarrollo o ampliación de los mercados internos. Esos grupos evidentemente se interesan más en la inserción en los mercados internacionales a fin de poder ampliar los márgenes de rentabilidad y el poder monopólico de sus empresas. Viven de cara a las metrópolis mundiales o sub-regionales y de espaldas a sus propias sociedades.
Esa desvinculación y descuido de grupos de poder real de las condiciones internas se constituye en un factor significativo que favorece el mantenimiento de los niveles de pobreza, de personas viviendo en marginalidades estructurales. Las cifras de quienes no pueden satisfacer sus necesidades básicas llegan en algunos casos, incluso al 60 por ciento de la población.
No es casualidad que muchos de los grupos sociales traten de buscar en otros lugares las oportunidades que sus propios países les niegan. De allí, por ejemplo, las altas tasas de migración, en especial a Estados Unidos, y la consolidación de grupos al margen de la ley, con actividades delictivas relacionadas con el crimen común, el narcotráfico y la extorsión. Estas situaciones, suelen ser en la actualidad, moneda de uso corriente en las sociedades especialmente centroamericanas, con la notable excepción de Costa Rica.
En la medida que no se abran oportunidades para las personas por la vía fundamental de los empleos productivos, ni que por otra parte se amplíen las capacidades de la gente –por medio de la educación y capacitación de calidad- las condicionantes negativas tenderán a reproducirse en lo social.
Esta situación hace que especialmente los estados que están en riesgo de ser estados fallidos, se encuentren atrapados en un círculo vicioso de sub-desarrollo. Fenómeno que fue estudiado por el economista sueco Gunnar Myrdal (1898-1987) y que le valió el Premio Nobel de Economía en 1974.
Salir de este estado de cosas pasa por hacer un notable esfuerzo en función de: (i) establecimiento de factores de desarrollo del país; (ii) logro de legitimidad concreta de las instituciones; y (iii) mecanismos que se dirijan con eficacia al logro de inclusión social.
Los factores de competitividad o desarrollo, concentran los otros componentes mencionados de manera más específica. Esos factores apuntan a la generación de mayores oportunidades y capacitación del capital humano y a promover crecimientos económicos que van más allá de la mejora de las cifras macro de un país, y de los grupos que logran efectivamente insertarse en las condiciones sociales predominantes.
Los componentes que favorecen la inserción de una sociedad en mecanismos virtuosos de desarrollo son fundamentalmente: (i) estabilidad política; (ii) educación o formación del capital humano; (iii) estabilidad macroeconómica; (iv) infraestructura física; (v) cultura; y (vi) estado de derecho y eficiencia funcional de instituciones.
Una de las claves estratégicas, reside en las instituciones. En la medida que las mismas propicien la inclusión social, el “social leverage” o apalancamiento para grupos menos favorecidos, se posibilitará que disminuyan los niveles de pobreza y subsistencia en que viven grandes conglomerados sociales.
Es de esa manera que se van conformando círculos virtuosos “de causación acumulativa” como indica la teoría desarrollada por Myrdal y luego profundizada en las tesis del neoinstitucionalismo, que le valieron el Premio Nobel de Economía de 1993 a Douglass North (1920 - ).
Lo deseable son condiciones de vida que concreten el señalamiento del Papa Paulo VI en su Encíclica Populorum Progressio (26 de marzo de 1967): “El nuevo nombre de la paz es el desarrollo”.-
Addendum:El 1 de enero de 2015 muere en Nueva York, Mario Cuomo (1932-2015) quien fuera gobernador de ese estado (1982-1994). Fue un prominente dirigente demócrata, que de haberse postulado a las elecciones de 1992, muy probablemente hubiese sido Presidente de Estados Unidos. No lo hizo. La historia que hoy contáramos podría haber sido diferente.
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario. El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor
Etiquetas: Estado Fallido
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