Marihuana: consumo adolescente y salud mental a corto plazo
Fuente: Diario Los Andes
Hay una presión social que alienta el consumo de cannabis y que siembra la peligrosa idea de que es inocua. Esto obedece al auge del mercado, orientado a las ganancias millonarias de unos pocos y a la necesidad de muchos adolescentes de sentirse aceptados.
Preparaciones de Cannabis sativa, comúnmente conocida como marihuana, se han usado durante los últimos 4.000 años por motivos médicos y religiosos. Esta droga produce euforia, relajación y alteraciones de la percepción, tanto en la experiencia del tiempo como en la memoria, así como intensificación de las impresiones sensoriales, con aumento de la sociabilidad.
Las vías para obtener cannabis son ahora fáciles para personas de todas las edades y especialmente para los adolescentes. Su consumo se ha incrementado en los países desarrollados y en vías de desarrollo durante la última década.
Los cambios de las leyes de varios estados norteamericanos, que han legalizado tanto el uso medicamentoso y cotidiano como la posesión de la droga, han contribuido a la multiplicación del consumo. Además ha cambiado la actitud social frente al cannabis. En EEUU las encuestas arrojan que más de 50% de la población y más de 65% de los que nacieron en el siglo XXI aprueban la legalización de la marihuana.
Por otra parte, la postura frente a este consumo entre adolescentes se ha modificado, y un número creciente de ellos percibe a la marihuana como inocua, o mínimamente nociva y no adictiva. Se escucha en conversaciones con jóvenes: “Así como algunos creen que es dañina, otros dicen lo contrario” y “sabemos que es más conveniente un porro que fumar tabaco... ¡por algo lo usan como medicamento!”.
Esta postura es preocupante por las evidencias científicas actuales sobre la vulnerabilidad del cerebro en desarrollo a su acción neurotóxica. La bibliografía médica de los últimos 4 años contradice la idea de que no hace daño, que sea poco adictiva o sin riesgo. Hoy se dispone de evidencia científica acerca de la relación entre uso de cannabis y varias enfermedades, trastornos neuro-cognitivos para el aprendizaje, dificultades en la conducta y en la adaptación psicosocial. El uso de marihuana en la adolescencia se vincula con un elevado riesgo a posteriori en el abuso de otras drogas ilegales, trastornos de la salud mental y del funcionamiento neuronal, caída del nivel intelectual, conductas de riesgo y variados delitos.
Como se calcula que 10% de los consumidores desarrolla dependencia, se difunde que, en comparación con otras drogas ilegales, el riesgo de adicción es bajo. Pero está demostrado que, cuanto más se piensa que es poco dañina, más se fortalece la intención de consumirla. Y la alta frecuencia de su consumo, particularmente entre jóvenes, anula su baja capacidad adictiva, por lo que existe más población dependiente de cannabis que de ninguna otra sustancia ilícita, según datos del Servicio de Salud Mental de EEUU de 2013.
El riesgo de trastornos de salud mental por uso de Cannabis sativa
La toxicidad del Cannabis sativa sobre el sistema nervioso central se puede demostrar de tres maneras: observación de lesiones y alteraciones en las estructuras cerebrales como el hipocampo, lesiones en estas zonas cerebrales en recién nacidos -hijos de madres consumidoras en el embarazo- y por el estudio epidemiológico de trastornos de salud mental de los consumidores, manifestados en la juventud y durante la vida. Se dedican los próximos párrafos a una síntesis de esa afectación y a los síntomas de la abstinencia.
Efectos sobre el desarrollo cerebral
La molécula tóxica más notoria de la marihuana, el tetrahidrocannabinol (THC), afecta sistemas clave del cerebro en maduración. Este desarrollo abarca desde el período prenatal hasta los 21 años. Durante este tiempo, el cerebro es más vulnerable a los efectos adversos de las agresiones ambientales, como la exposición al THC. En el cerebro maduro esa vulnerabilidad es menor.
Las publicaciones sobre lesiones concretas en regiones del sistema nervioso se multiplican donde se vincula la reducción del volumen cerebral y las conexiones entre neuronas con los trastornos de conducta observados en quienes consumen.
Un ejemplo es la asociación entre la deficiente conectividad funcional cerebral y la disminución significativa del cociente intelectual y el consumo frecuente de marihuana en la adolescencia.
El consumo en adolescentes embarazadas, exponiendo el cerebro fetal al THC, daña estructuras cruciales que comprometen la salud mental a largo plazo de esos niños.
Afectación de la salud mental por Cannabis sativa
La literatura biomédica ha demostrado la estrecha relación entre el uso intensivo de marihuana en la temprana adolescencia y los trastornos de salud mental en la vida adulta. Esto se ve reflejado en una tendencia mayor de internaciones o consultas por trastornos de conducta y atención, actos de delincuencia, síntomas de psicosis, cuadros depresivos o de ansiedad.
En los consumidores iniciados antes de los 16 años existe una elevada proporción de síntomas psicóticos, dificultades para adaptarse, depresión, suicidios, disfunción atencional, reducción de rendimiento escolar y pobre capacidad de ejecución. Los pacientes con riesgo genético para la esquizofrenia adelantan la aparición de síntomas psicóticos(1).
Efectos del consumo de marihuana en el comienzo de la adolescencia
Recientemente se ha evaluado en púberes la asociación del uso de marihuana con el funcionamiento psicosocial deficitario, aislado o en combinación con otros factores de riesgo. Este estudio incluyó 10.324 escolares entre 11 y 16 años, en Australia, con un promedio de casi 14 años.
Como resultado de esta investigación rigurosa, el uso de cannabis en el mes anterior a la evaluación fue asociado con un funcionamiento social más pobre: se concluye que el uso de marihuana puede ser considerado como un indicador del riesgo de los adolescentes para presentar trastornos de la salud mental(2).
Consecuencias del consumo adolescente demostradas en adultos
Las consecuencias de abusar de cannabis se manifiestan también durante la vida. Una investigación sueca del Instituto Karolinska, de 2014, relacionó el consumo de cannabis a los 18 años con la exclusión del mercado laboral en la adultez. Tras seguir durante 40 años a 49.000 conscriptos del servicio militar, se observó que quienes consumieron en forma intensiva siendo jóvenes, fueron pensionados tempranamente por discapacidad laboral, en relación con trastornos psiquiátricos asociados(3).
¿Qué ocurre al dejar de consumir la marihuana?
Los síntomas al suspender el consumo confirman que existe un trastorno por uso de sustancias. Entre 35 y 75% de los jóvenes que solicitan tratamiento médico experimentan síntomas al dejar de consumir; la prevalencia de éstos no difiere en cuanto al sexo, al tiempo experimentado con la marihuana, al uso simultáneo de tabaco o a la presencia de psicopatología. Las manifestaciones más frecuentes son debilidad, ansiedad y depresión, inquietud manifiesta, cambios en el apetito, irritabilidad, problemas del sueño y el ansia por consumir.
Más allá de estos cuadros de abstinencia, leves o moderados en la adolescencia, hay trastornos cognitivos o funcionales que aparecen con frecuencia al cesar el consumo: dificultades para desempeñarse, cambios en la función cerebral, necesidad de medicamentos para aliviar esos síntomas, exacerbación de los trastornos de la salud mental, así como aumento del riesgo de recaída.
Los síntomas de la abstinencia
En una investigación que estudió lo que experimentaron adolescentes al dejar de consumir, ellos manifestaron una incapacidad para cumplir con las exigencias de la escuela que comenzaba desde antes de cumplirse las 24 horas de abstinencia, persistiendo hasta varios días después si no retomaban el consumo.
Investigadores de la Universidad de Harvard publicaron en 2014, en la revista de la American Society of Addiction Medicine, un estudio prospectivo de 127 adolescentes, consumidores de marihuana como su droga de elección, que buscaban tratamiento ambulatorio.
Resultado de la investigación: 84% de los adolescentes reunían los criterios para dependencia a cannabis, y 40% manifestó síntomas al dejar de consumir. Sin embargo solamente 37,8% lo reconocían como un problema. Los autores señalaron que existe una rápida progresión, algo más de dos años, desde el inicio hasta el uso regular y la dependencia.
Del grupo con síntomas, 27% reportó trastorno en el humor. Los síntomas más relevantes fueron: dificultad para dormir (30%), cefaleas (14%) y sentirse irritables, requiriendo 67% medicamentos para aliviar los síntomas.
Tiene importancia el identificar los síntomas al cesar el consumo por la alta frecuencia de dependencia, ya que los adolescentes afectados al dejar de fumar cannabis parecieron tener un perfil clínico de mayor gravedad, más consecuencias y enfermedades psiquiátricas asociadas, además de trastornos del ánimo. Otro hallazgo del trabajo fue que los pacientes que percibieron el riesgo y reconocieron al cannabis como el problema fueron quienes se limitaron en el consumo(4).
Conclusiones
La creencia errónea en la población de que la marihuana no hace daño y el no poder reconocer los síntomas de la abstinencia dificultan la prevención de su consumo en adolescentes. La rápida progresión desde la primera experimentación hasta la dependencia no deja tiempo para la prevención en los que ya iniciaron el consumo.
La apreciación falsa de que es inocua está dada por la presión social que alienta el consumo y la creciente aceptación del cannabis.
Resumiendo: a la luz de este repaso de evidencias científicas publicadas en los últimos cuatro años, hoy no cabe duda del impacto nocivo del cannabis sobre la maduración cerebral, la afectación inmediata y a largo plazo del consumo, así como las graves implicancias para la salud pública y el bienestar de las personas.
Las consecuencias van en paralelo a las del abuso del alcohol, droga altamente aceptada y promovida en todas las edades.
Se ha demostrado que cuanto antes se interviene, informando a los jóvenes de las consecuencias del uso de marihuana, el resultado es más efectivo.
Por ello es clave que los adolescentes conozcan la nocividad neuropsicológica, fisiológica y social para reconocer el problema. En el caso de consumirla, que puedan identificar los síntomas, abandonar el consumo o buscar ayuda.
Las drogas, usadas en la historia de la humanidad para rituales o alivio de los ancianos son consumidas hoy masivamente por los jóvenes.
Esto obedece al auge del mercado, orientado a las ganancias millonarias de unos pocos, y a la necesidad de muchos adolescentes de sentirse aceptados, de adaptarse a una sociedad hostil que privilegia el consumo en todos los sentidos.
El Observatorio Universitario sobre Problemáticas de Consumo, desde la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo, investigará la problemática regional y promoverá diversas acciones de prevención, basadas en la información científica sobre las drogas y sus efectos.
Referencias bibliográficas
1. W. A. van Gastel, et al.(2013). Cannabis use as an indicator of risk for mental health problems in adolescents: a population based study at secondary schools. Psychological Medicine, 43,1849-1856.
doi:10.1017/S0033291712002723
2. Liana SarmaLeach, PeterButterwort.The effect of early onset common mental disorders on educational attainment in Australia. Psychiatry Research 199 (2012) 51-57.
3. Anna-Karin Danielssona, et al. Cannabis use in adolescence and risk of future disability pension: A39-year longitudinal cohortstudy. Drug and Alcohol Dependence 143 (2014) 239–243.
4. M.Claire Greene, John F. Kelly. The prevalence of Cannabis Withdrawal and Its Influence on Adolescents´Treatment Response and Outcomes: A 12 Month Prospective Investigation. J AddictMed (2014) 00: 1-9.
Etiquetas: Legalización Drogas
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