Epitafio a Pancho Martínez
Por: Manuel Avila
Francisco Salazar |
“Hoy ando saboreando palabras/ dejadas por mis padres/colgadas a la orilla/de un manantial de infancia” de su obra Poética “Viento sin Piel” como decía el Poeta Pancho en sus conversaciones de amigos. Y es que Pancho Salazar el crítico desde su tribuna del “Escorpión y la Mariposa” del Nuevo País lanzaba fuego por su boca como un dragón de la poesía para usar la palabra dura, pero elegante para enfrentar la dictadura que siempre combatió con tinta y coraje de ese que le sobraba a Pancho para aguantar las torturas con panelas de hielo, rines afilados y quemaduras de cigarro encendidos al rojo vivo. Pero el Poeta de Aragua de Barcelona que recorrió el mundo como diplomático de una Venezuela que enviaba a sus mejores intelectuales a mostrarse ante el mundo con su bagaje cultural, con su academia, con su prosa poética y con su fuerza de la palabra que convencía al mundo sobre los valores de la democracia. Ese fue el mismo Pancho que según dice Vitico Rodríguez con una pértiga era un artista que saltaba cualquier obstáculo que se le atravesara en su camino.
Y es que Francisco Salazar Martínez ese hijo adoptivo de Margarita, esa mujer que compartió con su amada Lelys Machado el amor por la vida, por la poesía, por el baile, por la familia y por sus amigos. Y es que Pancho no solo era un hombre de sustantivos, verbos y adjetivos sino de la metáfora encendida, del símil profundo y de la métrica sonante. No detuvo su pluma nunca el Poeta de Venezuela que se vino a la Isla de Margarita a seguir pariendo versos y crónicas para defender la Venezuela de sus amores de las locuras del poder revolucionario que nunca lo convenció que ese era el camino, pues quizás es que Pancho conocía de memoria la revolución y sabía de qué estaba hecha. Por eso cuando a Pancho lo llamaban los adecos para que disertara sobre la poesía de Andrés Eloy Blanco, sobre la democracia y la literatura, lo hacía con un profundo amor por ese país que duele. Porque esa Venezuela que tanto amó Pancho Salazar se convirtió en la novia de sus desvelos que defendió con el coraje de una pluma incendiaria que fue capaz de hacer un símil para cantarle a Juan Vicente Gómez lo que le correspondía a Marcos Pérez Jiménez y que el Poeta metaforizó para evadir los cercos depredadores de la Policía Secreta. Por eso Pancho fue un hombre de cuidado que enalteció el gentilicio venezolano con su pluma poética que fue vituperada por poetas de la estirpe de Nicolás Guillén o como le dijo otro talento de la poesía, el español Vicente Aleixandre “Tensas y rasgueantes, resaltan inconfundibles. Ha troquelado usted en ese molde una poesía suya que resulta así perfectamente caracterizada. Hay canto hondo en esas estrofas, en esas cuerdas”. En sus libros “Historias de bolsillos”, “Tiempos de compadres”, Poesía esencia” y tantos otros libros que crepitaron en la mente mágica de este privilegiado de la pluma que se vino a Margarita a revelar sus secretos del alma y de la pasión por la democracia.
Desde “El Escorpión y la Mariposa” hizo el Poeta grandes críticas al régimen de Chávez al señalar “Cuando uno se acerca con cierto o mucho temor al mundo interior de quien fuera ese ser humano que se llamó Hugo Chávez Frías, el asombro azota las más íntimas fibras de nuestra sensibilidad”, y tantos análisis descarnados que el Poeta Salazar Martínez lanzó al régimen que tanto ha dado que hablar entre los venezolanos en los últimos 17 años. De eso se ocupó el Poeta Salazar Martínez mientras que los políticos del país negociaban los intereses de la República al escritor le correspondía quemar los sustantivos en la hoguera para salir al paso a los depredadores del modelo democrático.
Ya no está el Poeta no ya no espera a Lelys Machado su esposa a que saliera de las clases de bailoterapia, ya no camina a paso marcial por los pasillos del Sambil que lo vieron desfilar con su presencia, con sus pantalones azul oscuro, su camisa a cuadros y una sonrisa que elevaba al cielo por haberle dado Dios una pluma crepitante, unos verbos enmantillados en oro y una familia formada por cuatro flores y un caballero a quienes amó con pasión de vida. No está el Poeta, pero si su recuerdo de amigo sincero y su clase de diplomático que nunca dejó de ser porque hasta en sus últimas actuaciones de vida dejó huellas profundas de su bonhomía, de su poesía y de mostrase como un ser superior. Hasta luego poeta amigo y aquí le hacemos el quite entre todos para seguir elevando su verbo con vino y escocés para bendecir sus obras y su musa, pues como dijo el Poeta “deja que el corazón como una flauta se acueste a descansar como los corderos”. Esa noche el Poeta paseó sobre sus huellas y recordó a Miguel Otero Silva cuando le gritó al verlo pasar frente a su celda “Pancho cómo que te contestó el General Gómez?
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