Venezuela: el modelo de los perdedores
Por:George Chaya
Fuente: INFOBAE
En su forma más simple, el argumento principal actual de quienes se posicionan en defensa de la democracia y la ciudadanía venezolana pareciera ser que, 20 años después de la revolución chavista, la élite gobernante dirigida por Maduro se está comportando como una secta en lugar de un estado, impidiendo con su conducta que Venezuela se comporte como una nación normal con todos sus méritos y defectos y por sobre todo, que sus ciudadanos puedan llevar una vida normal.
Las fases del chavismo han sido muy claras. Desde sus inicios y hasta el presente. La primera etapa fue la de la "conquista de la ciudadanía" cuando el difunto ex presidente Hugo Chávez Frías, el autodenominado jefe guerrero logró alcanzar el poder y comenzó con su construcción dialéctica como base para futuros episodios de la saga revolucionaria del llamado socialismo del siglo XXI.
En la siguiente etapa, a la que podemos conceptualizar como "dominación", la secta chavista conquistadora se estableció como la fuerza predominante dentro de la sociedad y el territorio venezolano proyectando sus postulados hacia toda América Latina.
La etapa que continuó a la dominación claramente ha sido la del "control", ella nos muestra cómo la nueva élite gobernante estableció la agenda en todo el país, y comenzó con la neutralización y persecusión de cualquiera que cuestionara su forma de abordar los asuntos de estado.
La cuarta etapa de todo modelo populista autoritario, es la de la "gobernabilidad". Allí el poder es fundado de forma total en base al "control", y se utiliza para arbitrar agendas e intereses diversos, a menudo conflictivos, de manera que garantice un mínimo de orden público y la eliminación de la amenaza de guerra civil.
La quinta y más alta etapa ha sido la de la "estadidad", que se hizo posible cuando una sociedad estaba acostumbrada al estado de derecho, independientemente de la calidad de la ley vigente, respetaba la primacía de las instituciones estatales como representaciones de la voluntad y los intereses públicos. Por lo cual, la creación de un "estado" normal es considerada por una sociedad como el objetivo más alto de la política de lo que podríamos llamar sistema de gobierno.
En el siglo XX, algunos intelectuales latinoamericanos, incluidos muchos con antecedentes favorables al régimen cubano, identificaron el fracaso de la construcción de una República socialista en el desarrollo de las estructuras de la estadidad como la principal causa del declive del socialismo y, por supuesto, en la eventual dominación de las potencias occidentales. Las élites gobernantes en la órbita socialista, incluidos los constructores del comunismo soviético, progresaron a través de las primeras cuatro etapas descriptas anteriormente, pero nunca llegaron a la quinta etapa, es decir, la creación de un "estado" adecuado basado en el Imperio de la ley. Lo mismo ocurre con la mayoría de las naciones actuales que han seguido los modelo socialistas en cualquiera de sus versiones. En muchos casos, lo que estos regímenes ofrecen es una caricatura de la estadidad en el sentido que pretenden los historiadores clásicos socialistas. En modelos, como el "gobierno cubano", donde el proceso se detuvo en la segunda etapa (dominación) o la tercera (control) el fracaso fue rotundo en todo orden. Pero nadie, ni el propio gobierno ni los intelectuales de izquierda explicaron jamas ¿qué paso con el sistema democrático que dicen defender?
Por lo que pudo haber sido una casualidad, parece que el presidente actual de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, quien se considera hijo directo y sucesor de las ideas de Hugo Chávez, ha completado con éxito las primeras cuatro etapas de conquistar, dominar, controlar y gobernar (aunque cuestionado en su legitimidad). No obstante, Maduro ha fracasado en la quinta etapa, que es la creación de un estado. Sin embargo, como todo perdedor, argumenta que no ha podido construir estructuras estatales genuinas por culpa de la oposición. Lo cierto es que él no ha podido realizar su sueño de acrecentar el legado de Chávez y afianzar "la República Bolivariana de Venezuela" para continuar con éxito el modelo planteado en las dos décadas en que el régimen ha gobernado.
Sin embargo, dentro de 20 años, Maduro todavía podría estar presente para evaluar el éxito o el fracaso de su proyecto para los venezolanos. Por mi parte, en caso de no estar cerca para decirle al lector un "Te lo dije", creo que lo mejor es afirmar de inmediato que, en lo que respecta a la creación de estructuras estatales adecuadas, es poco probable que el chavismo lo haga aunque lograra perpetuarse en el poder al estilo castrista en Cuba, lo cual sería escandaloso no solo para Venezuela sino para toda América Latina.
La historia de Latinoamérica está llena de casos en los que un grupo político o incluso un líder carismático, lograron consensuar con opositores un punto de acuerdo al servicio de un proyecto político. Pero aquellos que tuvieron éxito más allá de las primeras dos o tres etapas jamás lograron mantenerse en el poder sin represión y crímenes contra sus propios ciudadanos. En todos los casos, en su "intención de perpetuarse en el poder", esas élites gobernantes lo hicieron ejecutando crímenes hasta de sus antiguos aliados. En otros casos, los menos, se logró a través de pseudo reformas y re-definición de roles y, algo muy a menudo en la historia de los populismos latinoamericanos, utilizando el soborno y la corrupción.
En los mejores escenarios, existe una modalidad que los populistas utilizaron siempre, y es la de confundir la definición de partido político con un espacio de demagogia populista. Y lo cierto es que esto no significa ir a la democracia o lo que ella signifique, es algo peor, y es que el chavismo ha logrado que la política esté supeditada a un modelo castrista en Venezuela, lo cual clausura el libre escenario que la democracia debe ofrecer y cercena las libertades de la ciudadanía hasta demostrar que chavismo es sinónimo de fracaso no solo en la construcción de un Estado, sino que ha perfeccionado la definición de la palabra "perdedores".
Etiquetas: Nicolas Maduro
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