El Foro de Sao Paulo hace una alianza estratégica con el Cártel de los Soles
La reunión del llamado "Pacto de La Habana" tendrá lugar en partir del 25 de julio
Por RICHARD MATHEWS
Fuente: Diario Las Americas
El general cubano Raúl Castro (2-izq.), conversa con el segundo hombre del chavismo en Venezuela, Diosdado Cabello (2do-der.), acompañados del designado gobernante de la isla, Miguel Díaz-Canel (der.), y el segundo secretario del Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura, en La Habana, el 7 de junio de 2019.EFE / Estudio Revolución
El 11 de noviembre de 2015, en Puerto Príncipe, la DEA apresó al ahijado del dictador venezolano Nicolás Maduro Moros y a los sobrino de su esposa, Cilia Flores, Efraín Antonio Campos Flores y Francisco Flores de Freites, imputados por tráfico internacional de cocaína. Los jóvenes fueron más tarde condenados a 18 años de cárcel, el 14 de diciembre de 2017.
Es de observar, sin embargo, que cinco meses antes, en el mismo sitio, el 14 de junio de 2015, ocurrió otro encuentro nunca develado en sus interioridades, entre Thomas Shannon, miembro del Departamento de Estado de EEUU, y Diosdado Cabello, reconocido líder del conocido Cártel de los Soles. De ese hecho fueron testigos el presidente haitiano Michel Martelly –aliado del régimen de Caracas– y Delcy Rodríguez, hoy vicepresidenta del usurpador Maduro.
Fuentes periodísticas revelaron que Cabello, de manera previa y como escala, visitó en Brasil a la presidenta Dilma Rousseff y a Lula da Silva, lugar en el que Shannon servía como embajador norteamericano. Según conocedores del hecho, el exmilitar Cabello, quien ejercía como presidente del Parlamento venezolano, habría advertido a sus anfitriones, antes de viajar a Haití, que no les presionasen con las elecciones a celebrarse hacia finales del año; pues si ellos perdían el poder, también el gobierno brasileño quedaría al desnudo con los negociados o “tratos oscuros” en los que ambos habían participado durante los años precedentes.
Cambio de escenario
La reacción del senador y precandidato presidencial Marco Rubio, desde Washington, no se hizo esperar: “Al reunirse con uno de los funcionarios más corruptos del régimen venezolano, quien también está bajo investigación por ser un capo de la droga, la administración Obama está enviando un bizarro y confuso mensaje al pueblo venezolano, así como a los fiscales de Estados Unidos que lo están investigando”, dijo.
Lo cierto, a todas estas, es que Martelly, al igual que ocurriese antes con Rousseff y Lula, arrastrados por la corrupción de Lava-Jato, está siendo perseguido por la Justicia, por la dilapidación de los fondos recibidos por su país de PetroCaribe, que ascienden a 4.000 millones de dólares. Maduro, aun cuando se mantiene en el ejercicio del poder en Venezuela mediante una usurpación constitucional, fue condenado como responsable de los delitos de corrupción propia y legitimación de capitales, en un caso referido a la constructora Odebrecht por el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio el pasado año.
A partir de entonces, luego de haber reunido en la región a casi 16 gobernantes afectos al eje que políticamente se le conoce como Foro de Sao Paulo, fundado por el Partido de los Trabajadores de Lula hacia 1990, y como una suerte de reagrupación de las fuerzas de izquierda marxista desheredadas y dispersas luego la caída de Muro de Berlín, a raíz de la salida del poder en Honduras de Manuel “Mel” Zelaya en 2009, entra el mismo en una fase de paulatina depresión, que no logra frenar la distensión con Cuba establecida, primero por Papa Francisco (2015) -como contrapartida a la victoria de Mauricio Macri en Argentina- y acompañada por Barack Obama (2016).
El panorama geopolítico regional cambia y se profundiza con el arresto de Lula, la victoria de Donald Trump en 2016, el regreso al gobierno de Sebastián Piñera en Chile, la asunción de Lenin Moreno como mandatario ecuatoriano –rompiendo con Rafael Correa–, y la llegada a la presidencia de Iván Duque, en Colombia, y Brasil Jair Bolsonaro, en Brasil.
La apuesta cubana
La cuestión es que una vez que la región –el secretario general de la OEA, el Grupo de Lima, y el triángulo USA-Colombia-Brasil– decide ponerle punto final a la experiencia trágica y corruptora del denominado Socialismo del Siglo XXI, aislando y procurando la salida del poder de Maduro y el regreso de Venezuela a la familia de las democracias occidentales, al pasar el tiempo y quedar comprometido el prestigio de la misma Casa Blanca al efecto, Cuba –ahora liderando el Foro de Sao Paulo desde La Habana, usando de mascarón de proa a España y su Grupo de Contacto, y apuntalada por Rusia y China, interesadas en preservar la rentabilidad de sus participaciones en los “negocios oscuros” de Venezuela– ha dado un salto cualitativo y criminal para reposicionarse: ha pactado con el narcotráfico.
La apuesta mayor, por lo pronto, es la derrota de Trump, frustrándole en su aspiración por sacar del poder a Maduro y disponiendo para ello –como le sirviera en su momento a la alianza Obama-Santos-FARC y Vaticano– del mecanismo ralentizador y disuasivo de los noruegos.
El hito o punto de ignición que acelera este “cambio de fase” en el Foro de Sao Paulo, que articula redes internacionales de poder –Douglas Farah la identifica como la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana (ECCB) para influir y controlar realidades políticas locales–, ha sido la puesta al descubierto de la trama conspirativa del 30 de abril pasado, cuando el presidente interino venezolano Juan Guaidó y el líder Leopoldo López –con conocimiento del Departamento de Estado, en el que todavía influyen los amigos de Shannon– pactan la salida de Maduro con el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el presidente del TSJ que conduce el exconvicto Maikel Moreno, fracasando en el intento.
La fuerza arrolladora de Guaidó, desde la Asamblea Nacional, se ve comprometida súbitamente; lo que le empuja a aceptar presuroso el mecanismo de diálogo en Oslo, que se venía montando desde los meses anteriores por indicación cubana y operación del canciller español, Joseph Borrell, quien, a la sazón, mantiene como huésped en su embajada de Caracas a López.
El Foro
Así que, Cabello, al verse puesto de lado y observar la desesperación del Gobierno interino y parlamentario que se le opone a Maduro, al punto de aceptar se negocien posibilidades, toma la delantera y arrecia con el poder real que tiene en sus manos, le es útil y aprecia de más efectivo. Es el jefe del narcotráfico en Venezuela. Y como Cuba, a su turno, espera su tiempo para la revancha –el probable regreso al poder de Cristina Kirchner en Argentina, y la eventual liberación de Lula da Silva en Brasil–, nada más impropio pero apropiado que proponerle una asociación estratégica. Para ello se reúne en La Habana, con el primer secretario del Partido Comunista, el gobernante cubano, y el segundo secretario del Comité Central, el pasado 7 de junio.
Hasta ayer, a Cabello se le consideraba ajeno al círculo de poder cubano, que este a su vez ha despreciado. Pero la realidad del poder organizado alrededor del Foro de Sao Paulo y en su desnudez actual –suma exacerbada de latrocinios y crímenes que se ejecutan desde el Estado–, hace inevitable asumirlo como tal y como es, sin más ocultamientos. El disimulo republicano y democrático que le permitiera acceder al poder, por la vía electoral, durante las dos últimas décadas, desde cuando es electo Hugo Chávez en 1999, ha llegado a su final.
El anuncio de que el próximo 25 de julio y hasta el 28 se realizará en Caracas el XXV Encuentro de esa organización, bajo la prédica de “Unidad, lucha, batalla y victoria” y con la finalidad de producir un Plan Común de Lucha, habla, desde su programa, por sí solo: revisar las experiencias de los gobiernos “progresistas” en América Latina y el Caribe, y analizar la agresión imperial contra Venezuela y la defensa de su independencia y soberanía. No hay disposición al abandono de ese nicho político estratégico para el Foro, incluso en medio de su trágica circunstancia humanitaria. Los predicados del progresismo revolucionario se encuentran por encima de ello, y para ello todos los acuerdos y asociaciones están sobre la mesa.
En efecto, relanzar al Foro, en un instante en que la llamada, por ellos, derecha política, ha perdido “su gran oportunidad al no saber aprovechar los triunfos obtenidos”, le hace posible la revancha a esa “transnacional que conjuga los recursos de cada una de sus organizaciones miembros para lograr objetivos”; mientras las instituciones de cada país resisten y se defienden en el marco de sus espacios nacionales y separadas.
La visita
Es ese el contexto que le sirve de telón de fondo a la visita que ahora –pasados cuatro años de su encuentro con Shannon en Haití– realizó Cabello a La Habana, arguyendo la necesidad de conversar sobre la edición del Foro de Sao Paulo que se celebrará en Venezuela dentro de mes y medio. “Cuba y Venezuela van como un solo equipo de trabajo”, señaló el visitante, quien se encontró con Castro y Díaz-Canel. La Habana declaró que “la traición no es una opción” y que sus “20.000 colaboradores” en Venezuela allí permanecerán.
La Habana, en suma, pone su estrategia y recursos de inteligencia al servicio de la recuperación del progresismo y para defender la estabilidad de Maduro, mientras el Cártel de los Soles afloja recursos y asume el poder real en Venezuela, mientras encuentran una fórmula de transición que les preserve su dominio.
Según las fuentes autorizadas, los objetivos inmediatos se resumen en “aprovechar las incoherencias de la oposición para mantener a Nicolás Maduro en el poder; respaldar al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua; avalar la candidatura ilegal de Evo Morales en Bolivia; garantizar el éxito de la agenda del presidente López Obrador en México; respaldar política y financieramente las candidaturas de Cristina Kirchner en Argentina y de Gustavo Petro en Colombia; luchar conjuntamente por la liberación de Lula da Silva en Brasil; y fortalecer las relaciones con el fundamentalismo islámico, entre otros proyectos”.
Quedan atrás, en suma y como cabe repetirlo, las horas del engaño, como cuando Fidel Castro, presionado por EEUU y para lavarse el rostro una vez que se descubre su colusión con el negocio del narcotráfico, fusiló al general de división Arnaldo Ochoa, en 1989, junto al Coronel Antonio de La Guardia, el mayor Amado Padrón, y el capitán Jorge Martínez. Ochoa había participado en la invasión cubana a Venezuela de 1966.
Seguirá en el limbo, por lo pronto, la trama haitiana de Cabello y su subsiguiente golpe a Maduro, con el encarcelamiento de su hijastro y su sobrino. ¿Hace uso de su poder diabólico para frenar las traiciones y baja la presión sobre sí por parte de USA? No se sabe.
Lo único cierto es que, en lo adelante, el Foro de Sao Paulo, es la holding política de la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana (ECCB), ambos brazos, para lo sucesivo, del más importante cártel de drogas en América Latina.
Etiquetas: Cartel de los Soles, FARC, Foro Sao Paulo, G2 cubano, Invasión Cubana, narcoestado, Odebrecht, RAUL CASTRO
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