¿Para qué ha adquirido Irán un millón de hectáreas en Venezuela?
Por: Lawrence A. Franklin
Fuente: Gatestone Institute
Lawrence A. Franklin es un Coronel retirado de la Fuerza Aérea estadounidense y antiguo agregado militar en la embajada de Estados Unidos en Israel. Ex-analista político-militar de la Junta del Estado Mayor.
"La injerencia masiva de Irán en los asuntos de Venezuela debería suscitar preocupación en las democracias del Hemisferio, así como la pregunta de si Caracas sigue siendo soberana"
El pasado junio, durante una visita a Irán, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, firmó un tratado de cooperación multidimensional de 20 años de duración que comprende acuerdos en materia de ciencia y tecnología, agricultura, comunicaciones, cultura y turismo. La sorprendente entrega por parte del régimen de Maduro de un millón de hectáreas (aproximadamente 2,5 millones de acres, casi 4.000 millas cuadradas) de tierras agrícolas a la República Islámica se mantuvo en secreto hasta que el economista agrario iraní Alí Revanizadeh lo reveló a los medios de comunicación venezolanos.
Aparentemente, la concesión de tierras tendrá por objeto cultivar productos básicos, como maíz y soja, lo que permitirá al Irán, con sus problemas de falta de agua, alimentar mejor a su población. Sin embargo, el uso que hace de Venezuela el régimen de Teherán plantea la posibilidad de que Irán y sus peones terroristas, como Hezbolá y Hamás, puedan utilizar esa vasta superficie para operaciones militares y terroristas.
Hezbolá ya dirige centros de instrucción paramilitar en áreas restringidas de Isla Margarita, una zona turística del noreste del Venezuela. Al grupo terrorista le dan un apoyo considerable algunos de los clanes libaneses más importantes del país sudamericano, como la familia Nasr al Din, que habría facilitado la penetración de Irán en Isla Margarita, precisamente. Por otro lado, se sabe que clérigos chiitas llevan a cabo intensas labores de reclutamiento en Venezuela y otros lugares, y que conversos fanatizados se embarcan en misiones revolucionarias.
Por lo visto, el régimen de Maduro ha sido tan acogedor con los agentes de inteligencia iraníes que la red latinoamericana que Hezbolá mantiene desde hace ya bastante tiempo en la Triple Frontera (Brasil, Argentina y Paraguay) se ha visto superada en parte por la que ha desplegado en Isla Margarita.
Lo más importante es que la alianza de Irán con Venezuela ofrece a Teherán la oportunidad de atacar intereses estadounidenses en América Latina y, potencialmente, en el sur de los propios Estados Unidos.
Irán –así como el Partido Comunista Chino– está reforzando al ejército de Venezuela para que haga frente a Estados Unidos; por ejemplo, mediante el envío de drones militares que también Colombia considera una amenaza.
El mes pasado se informó de que China, Rusia e Irán estaban realizando maniobras militares en América Latina. Según el Center for a Secure Free Society, se trata de un «movimiento estratégico que busca preposicionar activos militares desplegados en América Latina y el Caribe».
Irán y Venezuela comenzaron a estrechar relaciones durante el mandato del presidente Hugo Chávez, entre 2002 y 2013. El entonces presidente de la República Islámica, Mahmud Ahmadineyad, firmó numerosos acuerdos bilaterales con Chávez, que se vieron coronados por la visita del venezolano a Teherán en 2010.
Estados Unidos y algunos de sus aliados han hecho frente a la cooperación de Venezuela con Irán. Así, ya en 2008 Turquía se incautó en un barco iraní de 22 contenedores, en los que había material explosivo destinado a la nación caribeña.
De la mano de Venezuela, Irán parece estar utilizando su influjo sobre otros Gobiernos latinoamericanos para forjar una coalición antiamericana en el patio trasero de Estados Unidos.
Asimismo, Teherán ha aprovechado sus estrechos vínculos con Caracas para legitimar la agenda antiamericana y antiisraelí de su canal de televisión en español HispanTV, que emite para toda América Latina.
De la mano de Venezuela, Irán parece estar utilizando su influjo sobre otros Gobiernos latinoamericanos para forjar una coalición antiamericana en el patio trasero de Estados Unidos.
Por otro lado, en la primavera de 2021 Irán envió a Venezuela un destructor, el Sahand, y un buque de apoyo, el Makran, que recopila información de inteligencia. El Makran partió a su misión «con siete embarcaciones misilísticas de ataque de alta velocidad en cubierta», según un informe publicado por el U.S. Naval Institute, que añadía:
Si se entregan, esas embarcaciones pueden conformar el núcleo de una fuerza de guerra asimétrica en el seno de las FFAA de Venezuela que podría centrarse en la perturbación de la navegación a fin de contrarrestar a fuerzas navales superiores. Las rutas marítimas hacia y desde el Canal de Panamá se encuentran próximas a la costa venezolana.
La injerencia masiva de Irán en los asuntos de Venezuela debería suscitar preocupación en las democracias del Hemisferio, así como la pregunta de si Caracas sigue siendo soberana. EEUU y los Estados democráticos de América Latina deben vigilar hasta qué punto se está entregando la soberanía venezolana a enemigos autoritarios de la libertad.
El comercio actual de petróleo entre Irán y Venezuela se inició durante el régimen de Chávez. Tanto la economía venezolana como la iraní son objeto de sanciones por parte de EEUU, pero han encontrado formas de diluir sus efectos mediante el trueque de petróleo por alimentos. No obstante, el patrón de entrega de combustible de Irán a Venezuela se ve ocasionalmente frustrado. En 2020, por ejemplo, buques estadounidenses interceptaron cuatro petroleros en el Estrecho de Ormuz y se apoderaron de crudo con destino Venezuela.
Llamativamente, ahora la cooperación entre ambos países implica la cesión de territorio nacional venezolano a la República Islámica.
La red iraní de Hezbolá en América Latina parece dispuesta a golpear los intereses democráticos en todo el Hemisferio.
Irán y Venezuela también parecen haber establecido un puente aéreo entre Teherán y Caracas. Los vuelos están tripulados por personal iraní y permiten a ambos regímenes mantener la discreción en un posible transporte mundial de armas y agentes terroristas. En mayo y junio de este año, aviones otrora pertenecientes a la Guardia Revolucionaria/Fuerza Quds realizaron varias misiones de las que sólo formaban parte ciudadanos iraníes y venezolanos. Uno de los aviones era un Boeing 747 de propiedad iraní y no llevaba carga a bordo.
Los envíos de armas por mar y aire son una prueba del alto nivel de las relaciones de Irán con Venezuela, y la cooperación de Teherán con las agencias de inteligencia venezolanas, aunque menos visible, también es intensa.
El respaldo de la República Islámica a las operaciones terroristas de Hezbolá es generalizado en toda América Latina. Hezbolá, por cierto, recluta entre los diez millones de la gran diáspora libanesa venezolana. Irán y Hezbolá cooperan en la formación de agentes de inteligencia y en el desarrollo de fuentes que residen en Venezuela y Colombia, así como en la región trifronteriza de Brasil, Paraguay y Argentina.
En una comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos, Emanuele Ottolenghi, especialista en operaciones iraníes y de Hezbolá en América Latina, describió los vínculos de Hezbolá con los principales cárteles de la droga para recaudar fondos para las operaciones patrocinadas por Irán en la región.
Otros dos clanes libaneses que están ayudando a expandir la influencia iraní en América Latina son las familias Rada y Saleh. Estas redes se han unido a las bandas locales y a los cárteles de la droga, lo que ha convertido a estos grupos en organizaciones criminales transnacionales. Sus relaciones han garantizado acuerdos económicamente gratificantes a Hezbolá, como el tráfico de la anfetamina Captagon.
Un miembro del clan Rada, Amer Mohamad Akil Rada, ayudó a planear los ataques terroristas contra el centro comunitario de una entidad judía argentina (la AMIA) y la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1994 y 1992, respectivamente. El clan Saleh opera principalmente como grupo terrorista y de narcotráfico asociado a Hezbolá a través de la frontera colombo-venezolana.
Las bases de Hezbolá en Venezuela han facilitado también la creación de redes de inteligencia en Oriente Medio, lo que ha permitido, entre otras cosas, que agentes de seguridad venezolanos se reúnan con agentes de inteligencia en Siria.
Por otro lado, la red terrorista de Irán y Hezbolá en la región ha sido un vivero de los esfuerzos proselitistas para convertir a latinoamericanos a la versión iraní del chiismo. Un clérigo chií, Teodoro Darnott, converso al islam, se identifica como el «imán de Hezbolá en Venezuela». En ocasiones, los guardias fronterizos estadounidenses han detenido a iraníes que cruzaban ilegalmente la larga y porosa frontera de EEUU con México. Esos inmigrantes ilegales podrían estar cumpliendo misiones pasivas, como la de dotar de personal a las células de Hezbolá-Irán en EEUU, mientras que otros podrían ejecutar operaciones de inteligencia o de apoyo al terrorismo.
Los amplios e invasivos vínculos de Venezuela con sus aliados autoritarios siguen desafiando el control administrativo de Maduro sobre su régimen y sobre la soberanía territorial de su propio país.
Los vínculos de Maduro con las agencias de inteligencia iraníes están siendo utilizados adicionalmente por Teherán para ejecutar operaciones dentro de los Estados Unidos. A mediados de julio, terroristas iraníes planearon secuestrar a la activista Masih Alineyad en su casa de Brooklyn, para luego transportarla en lancha rápida a Venezuela.
La red iraní de Hezbolá en América Latina parece dispuesta a golpear los intereses democráticos en todo el Hemisferio.
Etiquetas: Fuerzas Quds, Hamas, Hezbollah, Isla de Margarita - Venezuela, terrorismo, Triple Frontera
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