La MS-13 brinda apoyo secreto al partido de gobierno en El Salvador
Por: Roger Noriega
Fuente: IASW
La violencia de la MS-13 afecta a comunidades en todo Estados Unidos. Por ejemplo, en septiembre pasado, 14 miembros de la MS-13 en Plainfield New Jersey, fueron procesados por varios asesinatos y extorsiones, lo que el procurador Paul Fishman llamó un “reino de terror”. EL 21 de febrero, una salvadoreña empleada de una tienda de conveniencia de 21 años de edad, fue asesinada en Washington D.C. por tres presuntos miembros de la MS-13.
Nacida en la comunidad de expatriados salvadoreños de Los Ángeles en la década de 1980, la banda amplió sus actividades delictivas a El Salvador cuando sus miembros fueron deportados allí. En más de 40 estados, la MS-13 se involucra en el tráfico de drogas, el crimen organizado, la extorsión, el asesinato, la prostitución infantil y otros delitos relacionados. En 2012, el gobierno de Obama declaró a la MS-13 como una “organización criminal internacional” para poder utilizar las herramientas de aplicación de la ley en su contra.
En El Salvador, el actual presidente de izquierda ha adoptado un enfoque peligrosamente diferente en respuesta a la creciente violencia de las pandillas. A principios de 2012, se inició una negociación secreta para promover una “tregua” entre las maras, aparentemente para reducir el número de asesinatos causados por las guerras territoriales de las pandillas.
Durante años, Funes negó estar involucrado en esta polémica tregua. Pero este año documentos del gobierno, (videos y grabaciones filtradas a los medios de comunicación) el profundo compromiso de Funes para inducir a los miembros de las pandillas a aceptar la tregua para mejorar la posición de su partido en las encuestas de opinión. Igualmente ordenó a la policía que no persiguieran a las maras en determinadas zonas del país a cambio del apoyo político de las maras.
La evidencia incluye correspondencia entre Funes y un líder de la MS-13 en la que el presidente prometió pagos en efectivo y privilegios especiales para los miembros encarcelados de la banda, incluso plazas para los hijos de los pandilleros en la academia de policía de la nación.
El reciente descubrimiento de fosas comunes que ocultan las víctimas de cientos de asesinatos no denunciados demuestra que la estrategia del gobierno hizo poco para reducir la violencia. En su lugar, permitió que las pandillas consolidaran su territorio, aumentaran su tráfico de drogas y se convirtieran en una parte clave de la base política del partido en el poder.
Las asociaciones delictivas del FMLN siguen siendo preocupantes. Como ejemplo, el gerente financiero del partido, José Luis Merino, quien maneja un estimado de $600-$800 millones al año en pagos del gobierno izquierdista de Venezuela a los alcaldes del FMLN. Ha amasado una fortuna personal por medios sospechosos y tiene vínculos operativos con las FARC, el mayor productor de cocaína en el mundo. En diciembre pasado, el periódico español ABC expuso el papel de Merino en la organización de una visita para el narcotraficante italiano Roberto Adamo para reunirse con los operativos de las FARC en Venezuela.
El Salvador es parte del “Triangulo del Norte” en América Central por la que transita cerca del 90 por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos. Estas revelaciones recientes refutan la idea de que el oficialismo pretende cooperar con los esfuerzos antidrogas de Estados Unidos.
El candidato presidencial del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, es un ideólogo antiamericano de línea dura que recientemente elogió al régimen autoritario en Venezuela como “una luz que iluminará América Latina, el Caribe y el mundo”. Con él en el timón y los pandilleros y narcotraficantes en su equipo, El Salvador estaría corriendo un curso muy peligroso.
El presidente Obama visitó El Salvador en 2011 como una señal de su apertura al gobierno de izquierda, y los Estados Unidos ha asumido un papel neutro en torno a las próximas elecciones a pesar de las recientes revelaciones sobre el FMLN. ¿No es hora de que las autoridades de Estados Unidos denuncien a los delincuentes dentro del FMLN y apliquen sanciones para socavar su capacidad de hacer negocios ilegales y perjudicar los intereses estadounidenses?
El silencio es complicidad. Y hacerse de la vista gorda ante un gobierno narco-pandillero en El Salvador es un caso de negligencia criminal.
Etiquetas: JOSE LUIS MERINO, narcotráfico
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