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lunes, octubre 10, 2022

La influencia de Irán (e Hizbulá) en América Latina

Por: Alberto Priego/IEEE
Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

Desde hace algunas décadas Irán ha iniciado una expansión internacional cuyo principal destino es América Latina. Las desigualdades existentes en el continente americano, la cercanía de Estados Unidos y la importancia internacional de la región la han convertido en un objetivo de la revolución iraní. Venezuela, Cuba o Nicaragua son ahora algunos de los principales aliados de Irán, algo que si bien culturalmente nos puede chocar es cada vez más una realidad asentada. Para ello, Irán no ha dudado en usar sus delegaciones diplomáticas, las diásporas libanesas y los centros religiosos, lo que acaba configurando un modelo de influencia propio que se basa en tres instituciones: las embajadas, la diáspora libanesa y los centros sociales y culturales.


Relaciones e intereses de Irán en América Latina

Aunque debido a la distancia y a la lejanía cultural pudiera parecer que Irán no tiene interés alguno en América Latina, los hechos nos demuestran que no es así. Para Teherán, América Latina es una prioridad internacional, y desde mediados de los años 80, su penetración en el continente americano ha sido cada vez mayor. De hecho, desde el Ministerio de Exteriores han calificado a América Latina como «muy valiosa en su lucha contra el capitalismo y el sistema global». Si bien es cierto que la llegada al poder de Hugo Chávez supuso una revolución en la presencia iraní en el hemisferio, ya antes Irán había establecido sus redes en otros lugares como Argentina, Brasil, Cuba o Nicaragua. En cierto sentido, el siempre olvidado carácter revolucionario del régimen de los ayatolás hace de Irán un estado proselitista que trata de extender los cambios sociales y políticos que ellos emprendieron en 1979.

Si bajamos a asuntos más concretos, podemos dibujar un mapa de los intereses de Irán en América Latina, destacando cuatro como los principales fines que Irán persigue en el hemisferio:

1. Incremento de la influencia internacional. Uno de los problemas que Teherán arrastra desde 1979 es el aislamiento internacional. El fondo y las formas con las que los ayatolás transformaron el sistema político, social y económico de Irán, le granjearon una serie de enemistades internacionales que se mantienen hasta hoy. Si bien es cierto que Israel y Estados Unidos son los dos casos más conocidos, Estados árabes como Marruecos, Baréin, Sudán o Arabia Saudí tampoco tienen relaciones diplomáticas con Teherán. Por ello, Irán arrastra un déficit estructural en lo que a su proyección exterior se refiere. En la actualidad, Irán tiene abiertas 101 delegaciones diplomáticas en el exterior y 92 acreditadas en Teherán.

Si tomamos como referencia los 193 miembros de las Naciones Unidas, podemos afirmar que Irán solo tiene representación diplomática permanente ante el 52 % de los miembros de la Sociedad Internacional y que solo un 47 % de la misma tienen abierta una misión diplomática en Teherán. Por lo tanto, estos números nos sugieren que la República Islámica de Irán es un Estado con poca presencia internacional, lo que le lleva a buscar de forma continua nuevos socios como los encontrados en el continente americano.

Si nos centramos en América Latina, no podemos olvidar que esta región es una zona geográfica con dos asientos entre los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, lo que le otorga el 20 % de los votos, algo que es de vital importancia para un Estado como Irán que está constantemente sometido al escrutinio de este órgano.

2. Desestabilizar EE. UU. La hostilidad de Irán hacia EE. UU. es solo comparable con la que muestra hacia Israel. Si bien para Estados Unidos el continente americano es crucial para su seguridad y proyección internacional, esta concepción «monroniana» también convierte a su región en el blanco de todos los esfuerzos desestabilizadores de sus enemigos. Si durante la Guerra Fría la URSS trató de influir sobre Cuba, México, Chile o Nicaragua, hoy el blanco de estos esfuerzos son Venezuela, Bolivia, Ecuador y más recientemente Chile. Es por ello por lo que Irán ha encontrado en el continente americano el talón de Aquiles de Estados Unidos. La idea fundamental de Teherán es intentar que Washington se sienta inseguro y que tenga que centrar esfuerzos en su propio continente reduciendo por tanto su presencia en Oriente Medio.

3. Conseguir divisas, tanto lavando como generando activos. Derivado de su aislamiento internacional, Irán sufre una carencia casi estructural de recursos. A pesar de ser uno de los Estados del mundo con mayores reservas de hidrocarburos, las enemistades y las sanciones internacionales provocan que Irán tenga que buscar fuentes de financiación alternativas. Además, buena parte de esos recursos los destina a la promoción de sus valores revolucionarios, por lo que Irán, siguiendo a autores como Humire, Berman, Karmon, etc. o a instituciones como el Departamento de Estado o la UE, es considerado como uno de los habituales en los negocios del tráfico de drogas y el blanqueo de capitales. En este sentido, Irán ha establecido importantes redes criminales en lugares como Venezuela, Colombia y la Triple Frontera (Brasil, Paraguay y Argentina) que le sirven tanto para obtener dinero del narcotráfico como para lavar capital que procede del mundo del crimen. Además, Irán ha usado el Sucre —la criptomoneda creada por el ALBA— tanto para lavar dinero procedente de actividades ilegales como para salvar las sanciones internacionales que pesan sobre él.

4. Apoderarse de recursos naturales. América Latina es un continente rico en minerales, especialmente en aquellos necesarios para producir armas nucleares.

Por encima del resto, el mineral fundamental para la producción de armas nucleares es el uranio. Irán, tiene un ambicioso programa nuclear que necesita alimentar con uranio, un material que está presente en Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina y Perú. Las reservas de uranio de América Latina son un objetivo de Teherán, aunque además de este mineral, Irán también persigue otros como el torio o el litio, dos minerales de gran utilidad para la producción de misiles. Si bien es cierto que Venezuela tiene sus propias rutas de salida de estos minerales, la zona franca de Iquique (ZOFRI) en Chile es la ruta de salida de los minerales procedentes de Perú, Bolivia y Brasil. Por este motivo, desde hace algunos años Irán ha aumentado sus esfuerzos por influir en Chile y la llegada al poder de Boric ha sido una buena noticia para Teherán.

5. Reclutar personas y entrenarlas para fines violentos. La presencia de Hizbulá en América Latina no es ni mucho menos nueva, ya que se remonta a los años 90. Desde entonces la milicia proiraní está presente en diversos países de América Latina, ya sea como Hizbulá o como franquicias del grupo libanés. Al grupo de origen libanés se le ha acusado del reclutamiento y posterior entrenamiento de ciudadanos latinoamericanos para cometer atentados terroristas como los cometidos contra la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992) , contra la AMIA (1994) o el fallido contra el embajador saudí en Washington (2011). Mención especial merece el caso de Venezuela, donde se han localizado hasta seis campos de entrenamiento de la milicia chiita, repartidos entre los alrededores de la capital y la Isla Margarita.

Tipos de relaciones

Una vez analizados los intereses de Irán en América Latina, voy a describir como Teherán ha ido tejiendo todas y cada una de las relaciones bilaterales con los Estados latinoamericanos, ya que no en todos los casos se han seguido las mismas estrategias de acercamiento. 

a) Asociación revolucionaria. Algunos Estados como Nicaragua y Cuba anclan su relación con el Irán de Jomeini en el estallido de la Revolución del 1979. Su vínculo es puramente revolucionario y como tal, Nicaragua y Cuba pueden considerarse como los pioneros de la expansión iraní por América Latina. Si bien esta relación tiene una base ideológica, se han establecido vías de cooperación militares, científicas o económicas entre estos dos Estados y Teherán.

b) Asociación Económica. Otros Estados como Argentina, Brasil, México
—y en menor medida Uruguay— han basado su relación con Irán en el intercambio económico, una relación que se remonta a los tiempos del sah y que en ningún caso se vio afectado por el triunfo de la Revolución islámica. Aprovechando esta relación, Irán ha ido tratando de implantar sus valores en estos cuatro países.

c) Asociación neorevolucionaria. Si bien el interés por América Latina se remonta a comienzo de los 80, la llegada al poder de Mahmoud Ahmadinejad supuso en primer lugar un refuerzo de la voluntad de Teherán de expandir su ideología y en segundo lugar un refuerzo de la voluntad de Irán de expandirse por América Latina. En este proceso de expansión por el continente americano, Venezuela ha jugado un rol fundamental, tal y como demuestra que el país caribeño fuera el único visitado en las tres giras que realizó el presidente iraní por América Latina entre 2006 y 2007. Desde entonces, la cooperación entre Venezuela e Irán se ha disparado tocando prácticamente todos los campos. Hoy en día, Irán es el segundo socio comercial de Venezuela, es socio observador del ALBA y sus vuelos directos son la puerta de entrada de los iraníes en América Latina. Un ejemplo de este hecho es el reciente episodio por el que cinco tripulantes iraníes de la compañía venezolana Emtrasur fueron detenidos en Buenos Aires acusados de trabajar para la inteligencia iraní.

Desde esa relación privilegiada con Venezuela, Irán ha logrado expandirse a otros países, esencialmente a Ecuador y Bolivia. El padrino de esta relación fue Hugo Chávez, quien facilitó a Irán la entrada en estos dos países de la órbita bolivariana. Recientemente Nicolás Maduro ha viajado a Irán con la idea de mantener viva esa relación tan estrecha ya que desde la muerte de Chávez se ha perdido cierta intensidad.

d) Modelo chileno. Chile se ha considerado un modelo diferente ya que, Irán ha tratado de ejercer su influencia de una forma totalmente diferente al resto. Si bien es cierto que las relaciones diplomáticas entre Irán y Chile se remontan a 1903, el golpe de Estado de 1973 y la Revolución islámica de 1979 provocaron que Irán no tuviera delegación permanente hasta entrado el siglo XXI. Por ello, toda la actividad de Irán se llevó a cabo desde la delegación diplomática de Buenos Aires, donde estaba acreditado como agregado cultural un clérigo llamado Mohsen Rabbani, a quien se le considera el padre de la red de influencia iraní en América Latina, así como uno de los autores intelectuales de los atentados contra la Embajada Israelí (1992) y la AMIA (1994).

El modelo de influencia de Irán en América Latina

El modelo de influencia de Irán en América Latina quedó fantásticamente retratado por el que fuera fiscal general de Argentina, Alberto Nisman, algo que probablemente le costó la vida. En este modelo hay tres elementos básicos: las embajadas, la diáspora libanesa y los centros socio-religiosos.

El primero de los elementos que permite el desarrollo de la influencia iraní en América Latina son las embajadas. Por este motivo, tal y como se aprecia en el mapa 2 cuando en 2005 Irán decidió incrementar su presencia en América Latina —prácticamente dobló sus embajadas pasando de seis a once— los ayatolás se lanzaron al control del continente americano.

Las embajadas

Gracias a las prerrogativas que le concede la Convención de Viena de 1961 sobre relaciones diplomáticas, las delegaciones diplomáticas y los miembros de estas gozan de una serie de inmunidades que les hacen no tener que estar sometidos a la jurisdicción del Estado receptor. Por ello, las delegaciones diplomáticas iraníes suelen tener un departamento perteneciente al Ministerio de Inteligencia y Seguridad (VEVAK) y otro a los Guardianes de la Revolución. De hecho, muchos de los diplomáticos que habitualmente se acreditan en el exterior, también son miembros de los Guardianes de la Revolución, algo que en América Latina ha sido una realidad constante. Entre otros podemos destacar a Majid Salehi (embajador en Nicaragua y Ecuador), Javad Heydari (embajador en Uruguay) o Abdelreza Mesri (embajador en Venezuela). Llama la atención que, con la única excepción del actual embajador en Uruguay, el resto de los diplomáticos que además son Guardianes de la Revolución se acrediten siempre en Estados con una relación revolucionaria o neorevolucionaria. Lo que demuestra este hecho es la voluntad de reforzar los vínculos con aquellos con los que ideológicamente están más cercanos.

La primera vez que se usó el modelo de influencia iraní en América Latina fue en Argentina. Utilizando la cobertura que le otorgaba la protección diplomática, Irán creó una estructura que le permitió llevar a cabo los atentados contra la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992) y contra la AMIA (1994). Moshen Rabbani, un clérigo iraní formado en Qom que estuvo acreditado en Buenos Aires como agregado cultural, ha sido acusado de ser el autor intelectual del atentado. La elección de esta figura de acreditación no fue casual ya que se trata de un puesto que no necesita de plácet en el Estado receptor, lo que implica que en ocasiones se utiliza para enviar a agregados de inteligencia. Irán acostumbra a acreditar agregados culturales o de inteligencia en exterior como enlace con la Unidad 910 de Hizbulá que es la que se encarga de los atentados fuera del Líbano. Hasta su muerte en 2008, el que presuntamente fuera autor intelectual de los atentados de Argentina —Imad Fayez Mugniyah— durante años fue el responsable de dirigir esta sección lo que nos muestra la importancia que tiene América Latina para la estrategia de terror de Irán e Hizbulá.

Otro caso de uso de las inmunidades diplomáticas para fines delictivos fue el protagonizado por el diplomático Ahmed Sabatgold, quien estuvo implicado en el tráfico de armas cuando estaba acreditado como diplomático en Uruguay. Las inmunidades diplomáticas le permitieron evitar la cárcel, aunque no le evitaron la expulsión del país latinoamericano.

A menudo Irán acredita un número excesivo de diplomáticos en sus misiones sin que este se corresponda con la importancia de sus intereses en el país. El caso más llamativo ocurrió en Bolivia, cuando Teherán llegó a acreditar hasta 150 diplomáticos, un número desmesurado si lo ponemos en relación con sus intereses en Bolivia, lo que nos hace pensar que muchos de estos diplomáticos no se dedicaban a estas funciones.

En ocasiones, los locales de la misión diplomática son usados para llevar a cabo actividades de propaganda o ilegales. Muchos de los centros culturales que Irán tiene en América Latina bien forman parte de los locales de la misión diplomática, bien se encuentran a poca distancia de la embajada, lo que nos indica el grado de control que Teherán ejerce sobre estos centros para la consecución de sus intereses en esta zona del mundo.

Como veremos más adelante estos centros son fundamentales para el desarrollo de las actividades de Irán en América Latina. Es por ello que los centros sociales iraníes suelen estar directamente controlados por las delegaciones diplomáticas.

La diáspora y las redes económicas

Uno de los aspectos que más y mejor utiliza Irán para alcanzar sus fines es la amplísima diáspora libanesa que vive en América Latina. Aunque no hay consenso sobre la cifrase calcula que alrededor de unos 10.000.000 de ciudadanos de origen libanés residen en la región.

Si bien es cierto que en lugares como Perú su presencia es prácticamente residual, en otros como en Argentina o Brasil es muy significativa, superando en ambos casos cifras de siete dígitos. En el caso de Argentina, el porcentaje de libaneses respecto del total de la población, con un 8 %, es muy importante. Es por ello que el Irán revolucionario decidió usar a Argentina como centro de acceso hacia el continente americano.

Aunque la mayor parte de la población libanesa de América Latina no tiene relación alguna con Irán o con Hizbulá, otros ciudadanos se configuran como el enlace con Teherán y como los ejecutores de las órdenes de Hizbulá. Algunos ejemplos los encontramos en Venezuela, donde el ministro del Interior, Tarek el Aissami y varios diplomáticos usan su condición de libaneses para ejercer de enlace con Teherán. También encontramos casos como el del colombiano Chekry Harb (alias el Talibán) o el ecuatoriano Rady Zaiter quienes utilizaban sus negocios particulares como tapadera para lavar dinero de Hizbulá procedente de las drogas. El destino final de este dinero era la financiación de las actividades militares de Hizbulá en Oriente Medio. Este vínculo es muy importante para la organización, ya que el 40 % del presupuesto de la organización se produce en el exterior, empleando para ello medio ilícitos como el secuestro o el tráfico de drogas.

De hecho, si nos fijamos en lugares como Venezuela, Brasil o Argentina, países estos en los que el porcentaje de libaneses es mayor que en el resto, rápidamente nos damos cuenta de que coincide con los lugares en los que Irán tiene una presencia más asentada. Incluso, si acudimos a las zonas donde se concentra mayor población libanesa, también nos damos cuenta de que, es precisamente allí, donde Hizbulá concentra sus actividades. Por ejemplo, este es el caso de la Triple Frontera o de Isla Margarita lugares estos usados por el grupo libanés para el tráfico y el entrenamiento militar respectivamente. Por lo tanto, debemos establecer un vínculo directo entre presencia de la diáspora libanesa y actividades vinculadas a Hizbulá e Irán.

Tampoco podemos olvidar que Irán usa a la población libanesa para camuflar a miembros de Hizbulá que son enviados a América Latina para cometer atentados. Como hemos visto anteriormente, esta fue la vía empleada por Irán para ocultar al autor intelectual del atentado de la AMIA en 1994.

Por lo tanto, para concluir con este apartado debemos plantear que, si bien no podemos culpabilizar a la diáspora libanesa de la presencia de Irán en América Latina, Teherán es muy hábil para encontrar cómplices y, sobre todo, para ocultar a sus agentes entre ellos.

Los centros sociales, religiosos y educativos

Uno de los principales objetivos de Irán es la población civil. Por ello, Irán ha ido construyendo una extensa red de centro sociales y religiosos con los que acercarse a la población en aquellos países donde tiene intereses. El objetivo de esta política es doble. Por un lado, busca ganarse el favor de personas en riesgo o directamente excluidas para usarlos como arma desestabilizadora contra los gobiernos que no le son afines. Por otro lado, busca conseguir acólitos a los que enviar a Irán para adoctrinarlos o incluso entrenarlos para cometer atentados en el continente americano. Este fue el caso de José Miguel Rojas Espinosa quien trató de cometer sendos atentados con explosivos contra las embajadas de los Estados Unidos e Israel en Caracas en el año 2006. Fuera de la actividad terrorista encontramos ejemplos de ciudadanos latinoamericanos captados en estos centros y enviados a Qom para formarles como líderes religiosos. Entre otros podemos destacar las figuras del argentino Mohsen Alí o el colombiano Said Ali Montaño.

Al frente de estos centros solemos encontrar a líderes religiosos iraníes por ejemplo Alí Reza Mirjalili o a estos ciudadanos latinoamericanos formados en Irán que acabamos de mencionar. Ya sean unos u otros, estos líderes difunden narrativas promovidas desde Teherán con el objetivo de ir ganando adeptos en América Latina.

Lejos de actuar con independencia, estos líderes religiosos se integran en una serie de instituciones iraníes desde las que se coordina la propagación de su mensaje, lo que nos da una idea de quién está detrás. Así encontramos las siguientes estructuras que usan estos centros para llevar a cabo su labor:

a) La Asamblea Mundial de Ahlul Bait que reúne en Teherán a estos líderes cada cuatro años. Desde aquí se fijan las líneas maestras de la influencia en América Latina.

b) La Escuela Ahlul Bait donde se forman a los futuros líderes, algunos de ellos como el sheij Abdul Karim Paz son nacidos en América Latina, captados en estos centros sociales y enviados a Qom para su formación. Entre los profesores de esta escuela que ahora es también virtual encontramos al famoso sheij Mohsen Rabbani, responsable de los atentados de Argentina.

c) El Instituto Salam es el brazo universitario de Irán en América Latina y como tal está vinculado a la Universidad de las Religiones y las Denominaciones de sede en Qom (Irán). Entre sus profesores encontramos al antes mencionado sheij Abdul Karim Paz y al también argentino (sheij) Suhail Assad o el colombiano sheij Said Ali Montaño quienes a su vez también forman parte de Escuela Ahlul Bait.

Su director sheij Alí Reza Mirjalili ha estado destinado en Ecuador, Colombia, El Salvador y Nicaragua. Anteriormente era el encargado de enseñar español a los jóvenes clérigos en el Seminario de Qom (Universidad Al Mustafá) que posteriormente irán a América Latina a los centros sociales y religiosos.

El instituto Salam también tiene relación con Primer Paso, Segundo Paso y con la Editorial El Faro donde encontramos cuentos infantiles en los que se exalta la figura del general Soleimani.

d) Distintos canales de comunicación como la Agencia de Noticias Ahlul Bait, Hispan TV, o el Canal Baiatullah que buscan difundir el mensaje de Irán en América Latina. En estos medios trabajan periodistas cercanos a Irán como Robinson Robles en Ecuador o Roberto de la Madrid en (México).

e) Uso de las redes sociales por los anteriormente mencionados sheijs formados en Qom quienes hablando perfectamente castellano buscan captar nuevos adeptos para la causa. Entre otros tenemos al sheij Qomi, al sheij Abdala Cerrilla66, al sheij Sagegh o al propio sheij Abdulkarim Paz o Moshen Alí quien dirige desde hace años el programa «Al Quiblah» en Radio Armonía.

Así pues, al igual que ocurre con las embajadas y con las diásporas libanesas, los centros sociales y culturales iraníes no son más que otro instrumento usado por Irán para llevar a cabo una influencia en la sociedad que le ayuda a cumplir sus fines en América Latina. Como ejemplo sirva la historia de un ciudadano colombiano de apellido Dormott, que se radicalizó en el Instituto Islámico de Kauzar (Cali) o la de un peruano de apellido Amadar vinculado a Hizbulá detenido en Lima en 2014 por acumular explosivos para atacar una delegación diplomática extranjera.

Conclusiones

Desde la llegada al poder del ayatolá Jomeini, Irán ha visto en América Latina un campo abierto para la extensión de su revolución. Dependiendo del momento y de la naturaleza del estado, Teherán ha ido estableciendo diferentes tipos de modelos de relación empezando por el revolucionario, pasando por el económico hasta llegar al neorevolucionario con el que se ha afianzado en Venezuela. Estos modelos permiten a Irán alcanzar una serie de fines que van desde el incremento de su influencia internacional, hasta el lavado de dinero procedente del narcotráfico. Tampoco podemos olvidarnos de la búsqueda de recursos naturales para su programa nuclear o el reclutamiento de ciudadanos latinoamericanos para fines terroristas. Todas estas acciones son la base del interés y de la actividad de Irán en América Latina.

Estas actividades las puede llevar gracias a un modelo cuya base siguen siendo las delegaciones diplomáticas. Irán usa sus embajadas como bases logísticas desde las que tejer sus redes, unas redes que luego servirán para cumplir con los fines anteriormente mencionados. Es por ello, que en los últimos años Irán ha duplicado su presencia diplomática en el continente americano pasando de 5 a 11 embajadas. Las inmunidades diplomáticas que le brindan estas embajadas le permiten evitar los controles policiales dejando así vía libre a su actividad.

En muchas ocasiones estas actividades se llevan a cabo a través de la extensa diáspora libanesa que habita América Latina. Su integración en América Latina es tal, que en ocasiones encontramos libaneses formando parte de gobiernos o como parte de cuerpos funcionariales. Esta particularidad facilita la labor de Teherán por tener quintas columnas dentro del aparato de los Estados latinoamericanos. En las zonas donde hay más población libanesa como son la Triple Frontera, Barranquilla, Isla Margarita, etc., Hizbulá encuentra las condiciones necesarias para llevar a cabo sus actividades sin levantar sospecha.

Además de las acciones políticas y económicas, Irán también ha buscado influir en las sociedades tanto para buscar acólitos, como para reclutar soldados. En ambos casos el rol de los centros sociales es fundamental. Algunos como el Centro Islámico Irano-Ecuatoriano se han creado desde cero, pero otros como el Centro Islámico de Uruguay han sido «conquistados» a los sunitas para poder desarrollar allí su actividad clandestina. Desde estos centros se recluta acólitos, se forman agentes y se generan narrativas favorables a Irán. Desde estructuras como el Instituto Salam se busca influir en los centros educativos, tanto universitarios como de educación general básica, construyendo así la futura generación de ciudadanos cercanos a Irán en América Latina.

Esta compleja red de recursos, desplegada a kilómetros de distancia de Irán, sirve para que el país persa pueda alcanzar sus fines en política exterior en un territorio como América Latina, donde las condiciones de desigualdad, pobreza y desencanto se convierten en ideas.

Alberto Priego Moreno*
Prof. agregado Universidad Pontificia Comillas-ICADE
@AlbertoPriego

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posted by frentelibertario @ 10:58 a.m. 

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