Consejo de Seguridad: Pelea de Borrachos
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
La obcecación de Chávez por alcanzar un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas nos luce un despropósito. Se han aplicado en esta nueva plataforma de “lucha antiimperial”, ingentes recursos para la compra de votos, que muy bien pudieron ser usados para subsanar el drama de la pobreza, el desempleo y el colapso generalizado de los servicios públicos en nuestro país.
Por otra parte, se ha tratado de propalar la especie, que lograr una butaca en el Consejo de Seguridad es algo novedoso. Pues les informamos que nuestro país ha estado en diversas oportunidades allí representado. En 1962/63 por Carlos Sosa Rodríguez; 1977/78 por Simón Alberto Consalvi y Rubén Carpio Castillo; 1986/87 por Andrés Aguilar y en 1992/93 por Diego Arria y Adolfo Raúl Taylhardat.
De la misma manera es conveniente aclarar, que contrariamente a lo indicado por algunos voceros gubernamentales, el Consejo de Seguridad no es el escenario idóneo para promover reformas en los principios de la Carta Constitutiva de la ONU, el multilateralismo y la igualdad entre los Estados. La función del Consejo de Seguridad es asegurar su acción rápida y eficaz, en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Dicho sea de paso sus decisiones están sujetas al veto de sus miembros permanentes.
Que bueno sería si la pasión impresa por el Presidente en su “retórica antiimperialista”, la aplicara en temas vitales para nuestra nación como son: La defensa de nuestros recursos naturales depredados por las carboníferas del Guasare; la protección de los indígenas desplazados por transnacionales de sus territorios ancestrales; la cesación de las políticas neocolonialistas que han entregados la plataforma Deltana y la Faja Petrolífera del Orinoco a grupos imperialistas; la anulación de las asociaciones y empresas mixtas suscritas por PDVSA; el desarrollo de una política intransigente en defensa de nuestra soberanía e integridad territorial vulnerada a diario por paramilitares y guerrilleros colombianos; la reactivación de las negociaciones sobre los territorios en reclamación con Guyana.
Sin intenciones de parecer facciosos diríamos que, esta batalla con Bush por un puesto dentro del Consejo de Seguridad de la ONU semeja, en vez de un choque antiimperialista, una pelea de borrachos por una botella vacía.
La obcecación de Chávez por alcanzar un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas nos luce un despropósito. Se han aplicado en esta nueva plataforma de “lucha antiimperial”, ingentes recursos para la compra de votos, que muy bien pudieron ser usados para subsanar el drama de la pobreza, el desempleo y el colapso generalizado de los servicios públicos en nuestro país.
Por otra parte, se ha tratado de propalar la especie, que lograr una butaca en el Consejo de Seguridad es algo novedoso. Pues les informamos que nuestro país ha estado en diversas oportunidades allí representado. En 1962/63 por Carlos Sosa Rodríguez; 1977/78 por Simón Alberto Consalvi y Rubén Carpio Castillo; 1986/87 por Andrés Aguilar y en 1992/93 por Diego Arria y Adolfo Raúl Taylhardat.
De la misma manera es conveniente aclarar, que contrariamente a lo indicado por algunos voceros gubernamentales, el Consejo de Seguridad no es el escenario idóneo para promover reformas en los principios de la Carta Constitutiva de la ONU, el multilateralismo y la igualdad entre los Estados. La función del Consejo de Seguridad es asegurar su acción rápida y eficaz, en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Dicho sea de paso sus decisiones están sujetas al veto de sus miembros permanentes.
Que bueno sería si la pasión impresa por el Presidente en su “retórica antiimperialista”, la aplicara en temas vitales para nuestra nación como son: La defensa de nuestros recursos naturales depredados por las carboníferas del Guasare; la protección de los indígenas desplazados por transnacionales de sus territorios ancestrales; la cesación de las políticas neocolonialistas que han entregados la plataforma Deltana y la Faja Petrolífera del Orinoco a grupos imperialistas; la anulación de las asociaciones y empresas mixtas suscritas por PDVSA; el desarrollo de una política intransigente en defensa de nuestra soberanía e integridad territorial vulnerada a diario por paramilitares y guerrilleros colombianos; la reactivación de las negociaciones sobre los territorios en reclamación con Guyana.
Sin intenciones de parecer facciosos diríamos que, esta batalla con Bush por un puesto dentro del Consejo de Seguridad de la ONU semeja, en vez de un choque antiimperialista, una pelea de borrachos por una botella vacía.
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