El sexto motor
Por: Argelia Ríos
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La reforma constitucional servirá para que Chávez se libere de los desechables
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La rutina es el gran enemigo de la política. Con ella llega el desapego y la distancia. También la insipidez de las respuestas, que se tornan morisquetas mecánicas... Aunque el volumen parezca alto, toda Venezuela está sumida en el silencio. Los discursos suenan como repeticiones huecas y desencajadas. Todos hablan para escucharse a sí mismos: los ministros, los voceros del proceso, su prensa complaciente. ¡Hasta la oposición en su precariedad!... Sin embargo, en medio de la engañosa agitación del "gran salto", lo único que se escucha es un zumbido opaco, que no es el tronar poderoso de los motores revolucionarios, sino la letanía decadente de una tropa henchida de vanidad, pero venida a menos.
La rutina es el gran enemigo de la política. Con ella llega el desapego y la distancia. También la insipidez de las respuestas, que se tornan morisquetas mecánicas... Aunque el volumen parezca alto, toda Venezuela está sumida en el silencio. Los discursos suenan como repeticiones huecas y desencajadas. Todos hablan para escucharse a sí mismos: los ministros, los voceros del proceso, su prensa complaciente. ¡Hasta la oposición en su precariedad!... Sin embargo, en medio de la engañosa agitación del "gran salto", lo único que se escucha es un zumbido opaco, que no es el tronar poderoso de los motores revolucionarios, sino la letanía decadente de una tropa henchida de vanidad, pero venida a menos.
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El momento actual es un reflejo verídico de los giros dramáticos a que está expuesta la política y la vida, en general. A los opositores hace ya tiempo les tocó el suyo. Ocurrió cuando sus representantes -apolillados por la rutina- comenzaron a lucir lúgubres en el trajín de la pelea. Este de hoy tiene la misma particularidad: viéndoles en sus monólogos, el elenco revolucionario exhibe aquél idéntico patetismo que alguna vez envolvió a sus contrarios. Producto de la auto censura en el debate, del miedo, o de la escasez de talentos que le agreguen lumbre, el discurso de los "extras" del oficialismo suena como nunca a estribillo prescrito "desde arriba": a mandato caletreado para la ocasión y tras la debida nota.
El momento actual es un reflejo verídico de los giros dramáticos a que está expuesta la política y la vida, en general. A los opositores hace ya tiempo les tocó el suyo. Ocurrió cuando sus representantes -apolillados por la rutina- comenzaron a lucir lúgubres en el trajín de la pelea. Este de hoy tiene la misma particularidad: viéndoles en sus monólogos, el elenco revolucionario exhibe aquél idéntico patetismo que alguna vez envolvió a sus contrarios. Producto de la auto censura en el debate, del miedo, o de la escasez de talentos que le agreguen lumbre, el discurso de los "extras" del oficialismo suena como nunca a estribillo prescrito "desde arriba": a mandato caletreado para la ocasión y tras la debida nota.
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El desgaste que antes consumió a la oposición, está allí, desaguando el performance de los juglares rojos. Por eso suenan tan uniformes en sus lugares comunes. Bien al describir el Socialismo del Siglo XXI. Al exaltar las virtudes del partido único. Al lisonjear la eutanasia para la Asamblea y las palabrotas del jefe contra "ese señor" (Bush) ; la respuesta siempre es un ritual predecible... Proscritas la improvisación y la espontaneidad, cada declaración oficialista ha devenido en una caricatura de trazos deformes y desteñidos. Todo cuanto se dice es una mala imitación del fraseo personalísimo del jefe... La gracia inicial de los principiantes desertó de los predios bolivarianos al culminar el forcejeo con "el enemigo". En su relevo, se ha instalado un esfuerzo sin convicción. Una liturgia que gira alrededor de palabras menguadas por el tiempo. Visto así, el mutismo opositor no ha sido del todo infecundo.
El desgaste que antes consumió a la oposición, está allí, desaguando el performance de los juglares rojos. Por eso suenan tan uniformes en sus lugares comunes. Bien al describir el Socialismo del Siglo XXI. Al exaltar las virtudes del partido único. Al lisonjear la eutanasia para la Asamblea y las palabrotas del jefe contra "ese señor" (Bush) ; la respuesta siempre es un ritual predecible... Proscritas la improvisación y la espontaneidad, cada declaración oficialista ha devenido en una caricatura de trazos deformes y desteñidos. Todo cuanto se dice es una mala imitación del fraseo personalísimo del jefe... La gracia inicial de los principiantes desertó de los predios bolivarianos al culminar el forcejeo con "el enemigo". En su relevo, se ha instalado un esfuerzo sin convicción. Una liturgia que gira alrededor de palabras menguadas por el tiempo. Visto así, el mutismo opositor no ha sido del todo infecundo.
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Si tomaran distancia de sí mismos, reconocerían la languidez que proyectan en escena. Allí, en medio de la soledad sobre el ring, la vocería del "proceso" ya no refleja los viejos ardores. El único motor que ruge es el sexto: el del trapiche que una vez molió, uno tras otro, a los opositores, y que hoy pulveriza a los mensajeros púrpura. Hasta para eso servirá la reforma constitucional: para que Chávez se libere de los desechables.
Si tomaran distancia de sí mismos, reconocerían la languidez que proyectan en escena. Allí, en medio de la soledad sobre el ring, la vocería del "proceso" ya no refleja los viejos ardores. El único motor que ruge es el sexto: el del trapiche que una vez molió, uno tras otro, a los opositores, y que hoy pulveriza a los mensajeros púrpura. Hasta para eso servirá la reforma constitucional: para que Chávez se libere de los desechables.
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