El Salto al Vacío
Por: Alberto Barrera Tyszka

Hoy pienso despertarme tempranito.

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Voy a mudar una trompeta a mi oreja, voy a ponerme en plan de diana y de madrugada. Ta-tará-tara-tarí. Así me voy a despertar hoy. Me voy a bañar y me voy a poner la camisa roja, la especial, la que me compré en el viaje que hice a Berlín con el compañero viceministro. Esa que tiene el cuellito delgado, que se ve distinta. Igual a las demás, pero no tanto. Se nota que es otra vaina. Porque hoy es un día así, diferente, especial, un día otra vaina.
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Antes de salir, voy a hacer las llamadas de rigor. Aunque no me contesten, no importa, igual dejo el mensaje. Ahí queda mi voz diciendo: "Un saludo revolucionario, gobernador. Son las cinco de la mañana y ya voy saliendo a inscribirme". "¡Camarada! ¡Hoy es un día histórico! Aquí estoy, de madrugada, de primero en la fila para ingresar a nuestro nuevo partido". Con un tono más o menos sobrio. Tampoco demasiado exaltado. Ahora hay mucho jalabola express y hay que evitar que a uno lo confundan.

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