Metástasis Militarista
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
En nuestros círculos de discusiones nos hemos cuestionado repetidamente, acerca del por qué de la explosión del motor de la corrupción en el llamado proceso bolivariano.
Si, a ver vamos, el advenimiento del Chavismo, fue percibido por muchos, como una solución para restaurar la moral republicana y ordenar la economía del país, no obstante la historia nos indicara, que los regímenes militares más que una solución, solamente han servido para violar derechos humanos, corromper la sociedad y empeorar las condiciones de vida de la población.
Manejamos la tesis que, la causa del empeoramiento de la corrupción en los últimos 8 años, se debe a que con diferencia de la llamada cuarta república, el estamento militar estuvo circunscrito y confinado al ámbito de acción de su competencia. En esas áreas, es oportuno recordar, pululaban los hechos de corrupción que afectaban de alguna manera al erario público nacional, pero estaban allí focalizados y el daño no era de escala. Con el gobierno de Chávez los militares coparon casi todos los cargos y funciones burocráticos, permitiendo que ese quiste canceroso originalmente in situ, hiciera metástasis y se diseminara peligrosamente por todo el cuerpo social de la nación.
Domingo Alberto Rangel a quien nadie pudiera acusar de agente del imperialismo o peón de Bush, ha logrado identificar al menos tres poderosos grupos económicos emergentes del gobierno militarista de Chávez, que están desangrando las arcas nacionales. Estos grupos serían los de: Diosdado Cabello/Sarria; el de los Hermanos Chacón Escamillo/ y el grupo de fariseos compuesto por Hernández Beherens/Blanco La Cruz.
No queremos ser injustos y denostar de la totalidad de los miembros de la Fuerza Armada. Sin dudas existen militares honestos y muchos con un elevado concepto de la moral, integridad y dignidad, pero estos han significado históricamente un enorme fastidio para los gobernantes de turno y en consecuencia siempre han sido relegados, marginados, prematuramente dados de baja o truncadas sus carreras.
Hacia el futuro y finalizada la tragedia del militarismo chavista del siglo XXI, quienes asuman la conducción del Estado, deberán hacer un enorme esfuerzo para restituir la moral ciudadana, cortando mediante el procedimiento más agresivo la metástasis militarista.
En nuestros círculos de discusiones nos hemos cuestionado repetidamente, acerca del por qué de la explosión del motor de la corrupción en el llamado proceso bolivariano.
Si, a ver vamos, el advenimiento del Chavismo, fue percibido por muchos, como una solución para restaurar la moral republicana y ordenar la economía del país, no obstante la historia nos indicara, que los regímenes militares más que una solución, solamente han servido para violar derechos humanos, corromper la sociedad y empeorar las condiciones de vida de la población.
Manejamos la tesis que, la causa del empeoramiento de la corrupción en los últimos 8 años, se debe a que con diferencia de la llamada cuarta república, el estamento militar estuvo circunscrito y confinado al ámbito de acción de su competencia. En esas áreas, es oportuno recordar, pululaban los hechos de corrupción que afectaban de alguna manera al erario público nacional, pero estaban allí focalizados y el daño no era de escala. Con el gobierno de Chávez los militares coparon casi todos los cargos y funciones burocráticos, permitiendo que ese quiste canceroso originalmente in situ, hiciera metástasis y se diseminara peligrosamente por todo el cuerpo social de la nación.
Domingo Alberto Rangel a quien nadie pudiera acusar de agente del imperialismo o peón de Bush, ha logrado identificar al menos tres poderosos grupos económicos emergentes del gobierno militarista de Chávez, que están desangrando las arcas nacionales. Estos grupos serían los de: Diosdado Cabello/Sarria; el de los Hermanos Chacón Escamillo/ y el grupo de fariseos compuesto por Hernández Beherens/Blanco La Cruz.
No queremos ser injustos y denostar de la totalidad de los miembros de la Fuerza Armada. Sin dudas existen militares honestos y muchos con un elevado concepto de la moral, integridad y dignidad, pero estos han significado históricamente un enorme fastidio para los gobernantes de turno y en consecuencia siempre han sido relegados, marginados, prematuramente dados de baja o truncadas sus carreras.
Hacia el futuro y finalizada la tragedia del militarismo chavista del siglo XXI, quienes asuman la conducción del Estado, deberán hacer un enorme esfuerzo para restituir la moral ciudadana, cortando mediante el procedimiento más agresivo la metástasis militarista.
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