A Favor del Gobierno Chavista

Por: Manuel Isidro Molina

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Quienes promueven la abstención en contra del bodrio constitucional del presidente Hugo Chávez, le están sirviendo la mesa al triunfo gubernamental en el referendo de diciembre próximo. Su fuente fundamental es el extremismo antichavista, tan irracional como ineficiente, políticamente hablando. Se nutre de lo que he llamado “macartismo-betancourista”, íntimamente asociado con el discurso de los halcones del Pentágono y el Departamento de Estado de USA y el anticastrismo más recalcitrante de Miami. Es la derecha latinocaribeña en acción, con soberbia y pretensiones unidiscursivas. Quieren “matar”, prácticamente pulverizar, a un contrincante de peso que ha logrado articular un respaldo popular importante, aunque no mayor de la tercera parte del electorado.

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Poco serio es imaginar –y creérselo, además- que el mundo político del pasado puede acorralar al gobierno e imponer condiciones extrañas al curso constitucional y legal vigente. La verdadera decisión está y estará en manos de la mayoría del pueblo venezolano, sea a favor o en contra del bodrio constitucional, expresado a través del referendo consultivo que será convocado por el CNE, para diciembre próximo.

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Cualquier desvío entre las opciones del “SÍ” y el “NO”, está condenado al fracaso, independientemente del énfasis que sus promotores hagan en el tono subversivo (“tomar la calle”, dicen) para deponer al gobierno del presidente Chávez, por vía, digamos, extra electoral. Esa convocatoria del autodenominado “Comando Nacional de la Resistencia” le hace el juego al gobierno, le resta potencialidades al “NO” que es la herramienta cívica inmediata para derrotar a Chávez y su reforma monopartidista y militarista. La estridencia “opositora” que promueve la abstención, tiene cara de obstinación depresiva, sin salida ni opción de triunfo. Toda esa energía debía volcarse masivamente a votar “NO”, y el gobierno estaría derrotado.

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La conciencia colectiva debe macerarse mediante el debate de ideas y opciones democráticas. La mayoría del país no acepta el esquema monopartidista y autocrático propuesto por Chávez. Y esa mayoría puede derrotarlo en diciembre, si el voto por el “NO” cataliza un proceso civilista, pacífico e inteligente que haga bueno el peso político de la decisión mayoritaria. Cortado el camino de la reelección indefinida y la ultra concentración unipersonal del poder, Chávez quedaría herido de muerte, políticamente hablando. Se le acabaría su prepotencia y entraría en declive irreversible.

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La única manera de cortar ese camino neogomecista, es derrotando a Chávez en diciembre. Bueno es recordar que en el referendo del 15 de diciembre de 1999, hubo cerca del 54% de abstención, y fue aprobada la nueva Constitución, lo que da pie para pensar que en el tipo de consulta que nos viene, la abstención es lo más ineficaz, políticamente. Además, el gobierno tiene suficientes recursos económicos y militares, así como apoyo político nacional e internacional para resistir exitosamente un embate político y social de calle promovido por una dirigencia esclerosada y vencida, esencialmente asociada al precario pasado político reciente y al sectarismo del macartismo-betancourista. Ese sería el mejor escenario a favor del gobierno y de la aprobación de su bodrio constitucional.

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Esta discusión hay que darla, contrariando la lógica de la “unidad de la oposición”, que no existe ni existirá, formalmente hablando. Lo que se impone es cultivar la unidad del pueblo democrático y progresista, partidario de la libertad y el pluralismo, por encima de siglas partidistas y búsquedas desesperadas de liderazgos que gustan hacer poses en medio de las contingencias de la crisis que vivimos.