Socialismo del Siglo XXI- Oclusión Semántica
Por: Miguel Ron Pedrique
Editado Por ASERNE
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En el debate sobre el socialismo del siglo XXI, la semántica antecede de forma contundente a las ciencias sociales y la filosofía política y, por tanto, ha de llevarnos, si somos rigurosos, al terreno de las significaciones precisas. Pondré cuatro problemas de oclusión semántica de propaganda del actual régimen.
En el debate sobre el socialismo del siglo XXI, la semántica antecede de forma contundente a las ciencias sociales y la filosofía política y, por tanto, ha de llevarnos, si somos rigurosos, al terreno de las significaciones precisas. Pondré cuatro problemas de oclusión semántica de propaganda del actual régimen.
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Primero, el llamado socialismo protagónico es en la semántica de Samuel Huntington una vieja versión de la movilización de las masas; así, los partidos comunistas sistemáticamente han movilizado a las masas sin que los individuos masificados puedan o "se atrevan a atreverse" a la participación.
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Segundo, la participación conlleva el imperativo formativo que implica, según H. Arendt, “una comunidad de habla” en donde los términos del diálogo sean comprendidos con exactitud por los participantes y, en versión habermasiana, de una más alta sofisticación, se refiere a la competencia lingüístico-filosófica.
Segundo, la participación conlleva el imperativo formativo que implica, según H. Arendt, “una comunidad de habla” en donde los términos del diálogo sean comprendidos con exactitud por los participantes y, en versión habermasiana, de una más alta sofisticación, se refiere a la competencia lingüístico-filosófica.
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Tercero, sin una verdadera participación y la realización del señalamiento precedente, se cae lamentablemente en lo que Heidegger denominaría “habladurías”; ejemplo de ello son los slogans vacíos de contenido. El llamado “socialismo petrolífero” es un constructo idiótico que no es conducente al crecimiento individual y social que Max Weber basó en lo religioso y que, según Marx, en la praxis histórica se hizo a sangre y fuego con una sobreexplotación de la fuerza del trabajo, mujeres y niños incluidos. En la falsa premisa chavista, por el contrario, se pretende que un bien contingente pueda constituirse en un bien permanente y que, además, pudiera determinar un ethos o conducta individual y social conducente a una acumulación originaria.
Tercero, sin una verdadera participación y la realización del señalamiento precedente, se cae lamentablemente en lo que Heidegger denominaría “habladurías”; ejemplo de ello son los slogans vacíos de contenido. El llamado “socialismo petrolífero” es un constructo idiótico que no es conducente al crecimiento individual y social que Max Weber basó en lo religioso y que, según Marx, en la praxis histórica se hizo a sangre y fuego con una sobreexplotación de la fuerza del trabajo, mujeres y niños incluidos. En la falsa premisa chavista, por el contrario, se pretende que un bien contingente pueda constituirse en un bien permanente y que, además, pudiera determinar un ethos o conducta individual y social conducente a una acumulación originaria.
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Cuarto, afirmar que se puede transformar un país sin la susodicha acumulación originaria, como fue lograda por una sobreexplotación histórica de la fuerza de trabajo, como se hizo en Occidente o también en modelos socialistas como la Unión Soviética y la China popular, es negar la experiencia inherente a la economía, la sociología y la historia en tanto reflexiones sobre el quehacer humano.
Cuarto, afirmar que se puede transformar un país sin la susodicha acumulación originaria, como fue lograda por una sobreexplotación histórica de la fuerza de trabajo, como se hizo en Occidente o también en modelos socialistas como la Unión Soviética y la China popular, es negar la experiencia inherente a la economía, la sociología y la historia en tanto reflexiones sobre el quehacer humano.
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En breve, no se puede ignorar que la obra de Marx pasa por una fase filosófica-humanística, en la cual la “alienación” es aquella del filósofo Feuerbach en el sentido “impreciso” de la enajenación de la existencia, para luego intentar medir esa alienación en la explotación capitalista con la “plusvalía” como base de la acumulación originaria.
En breve, no se puede ignorar que la obra de Marx pasa por una fase filosófica-humanística, en la cual la “alienación” es aquella del filósofo Feuerbach en el sentido “impreciso” de la enajenación de la existencia, para luego intentar medir esa alienación en la explotación capitalista con la “plusvalía” como base de la acumulación originaria.
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La idea de que se pueda abolir una y otra versión del concepto de alienación con la “riqueza contingente” de los ingresos petroleros, en donde la fuerza de trabajo se convierte en dependiente de dádivas “hasta nuevo aviso”, constituye el socialismo del paria, del mendigo, de la caridad cristiana.
La idea de que se pueda abolir una y otra versión del concepto de alienación con la “riqueza contingente” de los ingresos petroleros, en donde la fuerza de trabajo se convierte en dependiente de dádivas “hasta nuevo aviso”, constituye el socialismo del paria, del mendigo, de la caridad cristiana.
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El silencio en torno a un socialismo vacuo se hace cómplice del verdadero asunto subyacente: el socialismo del siglo XXI es una retórica que esconde el proyecto de un modo de producción asiático: un monarca absoluto, una corte de precaria permanencia y unos súbditos mantenidos a nivel de la reproducción de la existencia.
El silencio en torno a un socialismo vacuo se hace cómplice del verdadero asunto subyacente: el socialismo del siglo XXI es una retórica que esconde el proyecto de un modo de producción asiático: un monarca absoluto, una corte de precaria permanencia y unos súbditos mantenidos a nivel de la reproducción de la existencia.
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Ejemplos existentes de este modo de producción: Corea del Norte, monarquía fundada por Kim Il Sung; el Zimbabwe del anciano Mugabe, y la Cuba de Yo el Supremo, Fidel Castro.
Ejemplos existentes de este modo de producción: Corea del Norte, monarquía fundada por Kim Il Sung; el Zimbabwe del anciano Mugabe, y la Cuba de Yo el Supremo, Fidel Castro.
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