Ladrones de esperanzas
Por: José Rafael López Padrino
El socialfascismo bolivariano descansa en un militarismo podrido que reivindica un capitalismo de Estado explotador, el cual falazmente ha sido aderezado con fraseología socialista. En el país no se está construyendo una economía socialista, por el contrario, se ha afianzado un proyecto explotador y depredador, tan perverso social y económicamente como el existente en el pasado. Los venezolanos padecemos las consecuencias de un proyecto político uniformado autoritario que se caracteriza por la represión, el bandidaje político, la corrupción, y por su profundo odio a la clase obrera. Históricamente este ha sido uno de los gobiernos más antiobrero de nuestra vida Republicana.
El expediente del tte coronel y su régimen, en materia laboral es desolador. Además de haber despojado a la clase obrera de importantes reivindicaciones, e impuesto condiciones precarias en el trabajo, el régimen se ha embarcado en un proceso de desestructuración de la clase obrera. Desestructuración que se debe entender en dos planos: por un lado, en los cambios relativos a los nuevos paradigmas del mercado de trabajo, a la flexibilización del marco jurídico laboral, a la vigencia de los sindicatos como instrumentos de lucha; y por otro lado, en la despolitización clasista de los trabajadores y su desvinculación con sus luchas reivindicativas socioeconómicas. Se procura transformar a los trabajadores mediante el engaño, el chantaje, o la coacción en simples peones de una política oficial, que mayormente atenta en contra de sus propios intereses de clase. Es interesante señalar que esta desestructuración de la clase obrera, ha sido acompañada por una reestructuración económica por parte del Ejecutivo, que responde a la lógica de la acumulación de capital y la continuidad del proyecto hegemónico. El lenguaje redentor y en apariencia justiciero del socialismo del siglo XXI no puede ocultar que en realidad es una fórmula para acabar con la clase obrera y someter a los trabajadores a un despreciable esclavismo.
Lamentablemente sobre la clase obrera venezolana pesa ahora un doble yugo: la expoliación y saqueo producto de un capitalismo de Estado militarizado que impulsa el facho-chavismo y la acción represiva del patrón Estado que amordaza y castiga a los trabajadores en sus intentos por defender sus conquistas políticas y socioeconómicas. Toda lucha reivindicativa es calificada por los lamebotas del gobierno como acciones desestabilizadores y golpistas, convirtiéndose de inmediato en blanco del aparato represivo del Estado y de un poder judicial al servicio del huidizo del Museo Militar. La igualdad y equidad que el iletrado de Miraflores invoca, sólo ha servido para conculcar los derechos de los trabajadores, para pagarles salarios miserables, desconocer sus sindicatos, quitarles el derecho a huelga y criminalizar toda forma de protesta activa.
La más reciente fechoría ha sido la eliminación de todos los contratos colectivos existentes en la administración pública centralizada y descentralizada, y su sustitución por un contrato marco sugerido por el patrón Estado. Esto ocurre después de 5 años de haberse vencido las contrataciones colectivas que amparan aproximadamente a 1,42 millones de trabajadores públicos. Con esta medida -manu militari- se desconocen todas las contrataciones colectivas existentes, y se corporativiza a todos a los trabajadores del Estado vía decreto. Esta corporativización, no nos debe sorprender, la misma ya había sido anunciada en el documento “Políticas laborales y Negociación Colectiva”, elaborado por el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (2009). Además, responde al espíritu de la “Carta del Lavoro” (1927) instrumento jurídico que le permitió al Duce Mussolini la eliminación de los sindicatos y su sustitución por corporaciones al servicio de su proyecto de dominación fascista. Pronto veremos a los genuflexos dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores de Venezuela y del Frente Socialista Bolivariano de los Trabajadores ponderar “los beneficios que este contrato marco socialista y revolucionario” traerá a toda la clase trabajadora del país. Miserables esquiroles.
En Venezuela no hay socialismo o algo que se le parezca, el mismo solo existe en la imaginación de sectores ignorantes de la oposición y en las mentes retorcidas de una cofradía de politiqueros seudo izquierdistas, poseídos de un insaciable apetito de enriquecimiento. El facho-chavismo representa una nueva plaga que ha acabado con los verdes pastizales de las esperanzas e ilusiones de los trabajadores del país y que pretende arrebatarles su presente y su futuro.
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