La Iglesia y el Estado
Por: Mario Argueta - El Heraldo (HN)
La confrontación entre el gobierno del Presidente Hugo Chávez y la jerarquía católica de Venezuela está agudizándose, a pesar de que el portavoz eclesial ha pedido públicamente un diálogo bilateral que busque reducir las tensiones.
La ofensiva verbal "chavista" ha incluido un tema que debe ser inscrito dentro del contexto de las relaciones iglesia y Estado en la América Española tanto durante la Colonia como en la fase independiente: los privilegios acordados al Papado tanto por la Corona hispana como por los gobiernos republicanos. Los Reyes Borbones, primero, y los estados nacionales, posteriormente, llegaron a expulsar a las órdenes religiosas y a confiscar sus cuantiosos bienes, lo que agudizó los vínculos entre ambos poderes: el eclesiástico y el temporal.
Así, la Centroamérica de la República Federal morazanista debió hacer frente a la activa oposición de la alta jerarquía católica, y ese enfrentamiento desgastó y debilitó el primer proyecto modernizador latinoamericano.
Los gobiernos de México, durante los siglos XIX y XX, se enfrentaron a la iglesia católica local, resultando en las leyes de expropiación decretadas por Juárez y Lerdo de Tejada, y en la llamada "Guerra de los Cristeros" (1926-1927) durante el gobierno de Plutarco Elías Calles.
En Argentina, el antagonismo entre el régimen de Juan Domingo Perón y la jerarquía católica contribuyó al derrocamiento del líder populista en 1955.
En algunas naciones, la jerarquía católica ha buscado mantener un punto de equilibrio entre fuerzas políticas antagónicas, tal el caso de la Cuba de los hermanos Castro, logrando que ambas partes busquen puntos coincidentes antes que divergentes. La visita de Juan Pablo II a la isla contribuyó a ese enfoque realista.
Lo contrario ocurrió en la Nicaragua sandinista, donde la iglesia católica retiró su apoyo inicial a la revolución hasta eventualmente otorgar sus recursos e influencias a la contrarrevolución.
En países donde han ocurrido golpes de Estado, las reacciones eclesiales han variado dependiendo de la nación a la cual nos referimos. En el Chile de Pinochet, el papel de la jerarquía católica fue de denuncia de las graves violaciones a los derechos humanos y de protección a los perseguidos políticos. Actitud similar adoptó la iglesia brasileña tras la remoción del gobierno de Goulart (1964).
En Argentina, tras el golpe que derrocó a Isabel Perón (1976), la jerarquía eclesial apoyó decididamente a los regímenes castrenses, condonando y justificando las políticas represivas. En Honduras, tras la remoción del Presidente Zelaya (2009), tanto las más altas autoridades católicas y protestantes respaldaron al nuevo régimen, contribuyendo a justificar ideológicamente tal hecho.
Chávez ha logrado dividir profundamente a sus compatriotas: mientras las clases altas y medias critican y se oponen a sus políticas estatizantes, respaldadas por el alto clero católico, la clase baja le otorga su apoyo en razón de las políticas sociales implementadas.
Pero una nación dividida y confrontada no permite restañar heridas ni impulsarla hacia la necesaria reconciliación, requisito necesario para impulsar el desarrollo social y económico.
Si el nivel de confrontación se agudiza en Venezuela, no se puede descartar un nuevo intento golpista, el que partiría de sectores militares que no comparten el modelo político impulsado por Chávez, pese a que este ha cultivado el otorgar privilegios gremiales a las Fuerzas Armadas al mismo tiempo que remueve a ciertos oficiales y asciende a otros. Y esa intentona golpista contaría con el entusiasta respaldo tanto de sectores internos venezolanos como de poderes externos, algunos vecinos y otros distantes, que ofrecen una férrea resistencia, abierta y encubierta, tanto a la República Bolivariana como a la alianza internacional conocida como Alba.
Etiquetas: Iglesia Católica
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