MERCOSUR: Chávez SÍ es Venezuela, así como Stroessner SÍ era Paraguay
Editorial ABC Digital
Para justificar el ingreso de Hugo Chávez al Mercosur, tanto Fernando Lugo y sus seguidores como las autoridades del PLRA argumentan que “Chávez no es Venezuela”. Paraguay sí era Stroessner como muy bien lo sufrimos los paraguayos; y todo lo que en aquella época el país recibía era para Stroessner y su camarilla, quienes lo aprovechaban personalmente para fortalecer su posición, en detrimento de la de sus opositores. Chávez convirtió al Poder Legislativo de su país en el patio trasero de su palacio de gobierno, ya que, moviéndoles como marioneta, les hace aprobar a sus “legisladores” hasta las medidas más antidemocráticas. Chávez gobierna Venezuela por decreto; clausura medios de prensa y confisca empresas privadas. Al régimen del gorila venezolano hay que tenerlo lejos de las organizaciones donde se exige que el valor democrático sea requisito primordial; aunque esto signifique “perder dinero”, que es, desde luego, lo único que Chávez puede ofrecer a cambio de que se le acepte en los clubes de gobiernos demócratas de Sudamérica.
Para justificar el ingreso de Hugo Chávez al Mercosur, tanto Fernando Lugo y sus seguidores como las autoridades partidarias del PLRA argumentan que “Chávez no es Venezuela”.
Paraguay sí era Stroessner como muy bien lo sufrimos en las costillas los paraguayos; y todo lo que en aquella época el país recibía, llámense créditos, reconocimientos, asientos en foros públicos, elogios o distinciones de cualquier índole, era para Stroessner y su camarilla, quienes los aprovechaban directa y personalmente para fortalecer su posición, en detrimento de la de sus opositores, amordazados, aplastados, perseguidos o arrojados al exilio.
¿Que Venezuela no es Chávez? ¡Gran hipocresía de parte de los que esto afirman! Especialmente de los que conocieron y padecieron la tiranía stronista, y saben a ciencia cierta cómo los dictadores identifican al país entero con su liderazgo brutal. Tanto Fernando Lugo como los dirigentes liberales que sufrieron aquella época saben perfectamente bien que en un país donde rige regularmente el sistema democrático, el Estado no se identifica con su jefe circunstancial. Pero bajo las dictaduras es diferente, sucede totalmente lo contrario. Gobierno, partido y Fuerzas Armadas era la siniestra trilogía que el dictador Stroessner esgrimía para oprimir al Paraguay.
Decir que en este momento Venezuela no es Hugo Chávez es lo mismo que decir que Cuba no es la familia Castro.
¿Cómo en un foro regional pueden sentarse representantes de países democráticos y respetuosos de los derechos humanos a debatir sobre estos asuntos junto con representantes de los Castro, Chávez, etc.? ¿Vamos a incurrir una y otra vez en la cínica hipocresía del gobierno de Kirchner en la reciente XX Cumbre de Mandatarios de Mar del Plata, a la que no se invitó al gobierno de Honduras, cuestionándosele su legitimidad democrática, pero en cambio sí se invitó a los representantes de la tiranía castrista, que cumple nada menos que medio siglo de aplastar sistemáticamente los derechos políticos fundamentales del pueblo cubano?
En cuanto a los que falazmente siguen repitiendo que el ingreso de Venezuela al Mercosur es conveniente “económicamente” para nuestro país y para el Mercosur, habría que volver a preguntarles: ¿qué es lo que Chávez va a comprarnos si está dentro del Mercosur que no está ya comprando ahora sin necesidad de pertenecer al organismo? Ahí está el negociado de Petropar con PDVSA, por si alguien desea desmentirnos. ¿O es que el gorila caribeño está haciendo a personeros del Gobierno paraguayo “promesa$” secretas que la ciudadanía desconoce? Son los propios parlamentarios quienes hablan de la circulación de “maletines” con petrodólares. No lo inventamos nosotros.
Chávez convirtió al Poder Legislativo de su país en el patio trasero de su palacio de gobierno, ya que moviéndoles como marioneta les hace aprobar a sus “legisladores” hasta las medidas más antidemocráticas. Chávez gobierna actualmente Venezuela por decreto; clausura medios de prensa, confisca empresas privadas, conculca los derechos económicos fundamentales, y bajo la acusación de “oligarcas al servicio del imperio”, el pulgar del tirano doblado hacia abajo significa que a sus víctimas no les cabe forma alguna para defenderse.
Encima, Chávez se vincula con regímenes despóticos y provocadores, desarrollando con ellos proyectos hostiles, adquiriendo armas por valores astronómicos que retacea al muy necesario desarrollo de la cada vez más hambreada Venezuela, donde a pesar de las decenas de miles de millones de dólares en petróleo que explota, se están racionando alimentos. Chávez padece de visibles delirios mesiánicos y de ambiciones de hegemonía regional, y tal vez hasta mundial; quiere exportar su “revolución” al resto de América Latina, como intentaron hacer los Castro al principio de los años 60.
No es admisible de ninguna manera que grupos como el Partido Tekojoja y otros que sufrieron la persecución stronista y hoy se autoubican a la izquierda del espectro político local estén bregando por el ingreso de Hugo Chávez al Mercosur, utilizando la mentira infantil de que “Chávez no es Venezuela”, así como también es difícil de entender que el Comité Político del PLRA se sume a esta estafa ideológica.
Al régimen del gorila venezolano hay que tenerlo lejos de las organizaciones y foros donde se exige que el valor democrático sea requisito primordial; aunque esto signifique “perder dinero”, que es, desde luego, lo único que Chávez puede ofrecer a cambio de que se le acepte en los clubes de gobiernos demócratas de Sudamérica. En el Mercosur existe una “cláusula democrática” que es más un adorno en su árbol de Navidad estatutario que una restricción verdadera. Si esta cláusula sirve realmente para algo, esta es la oportunidad para hacerla valer. Que se la invoque para impedir el ingreso a la organización de un dictador que ahora mismo está gobernando su país por decreto. ¿O se necesitan más pruebas que las que Hugo Chávez ya proporcionó para calificar como despótico y antidemocrático a su régimen?
Lastimosamente, Venezuela es, hoy en día, Hugo Chávez. Meter a Chávez en el Mercosur significará darle voz y voto en las decisiones que afectan nuestro futuro. Con él adentro, no ganaremos un rico socio comercial, como repiten machaconamente los malintencionados bolivarianos; lo que tendremos será un tirano desequilibrado, “borracho de socialismo” como lúcidamente alguien lo describió recientemente, un autócrata mesiánico que extenderá tanto su poder y sus locuras, que podrá hasta debilitar nuestra posición en la región y, ¿quién no lo prevé?, en el mundo mismo.
¿Eso es lo que queremos? ¿Tener a un siamés de Stroessner sentado a nuestro lado? Los legisladores, por lo menos los de pensamiento honesto, tienen que responderse a sí mismos estas preguntas antes de tomar la crucial determinación de permitir o no que Chávez ingrese al organismo de integración regional y, que con esto y su chequera, capture en sus manos los controles de mando del futuro de nuestro país.
Etiquetas: mercosur
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