Con saldo para lamentar
Incisos
Se declara la emergencia, solo para callarle la boca a los sensatos. Ni un solo plan de efectividad, ni una sola propuesta de rectificación. Solo promesas, solo ilusiones al viento, que caen como rocío, pero que no solucionan, que no curan, que no pasan de ser pañitos calientes frente a una metástasis social que no haya refugio, que no encuentra cómo dignificarse.
Nos vestimos de solidaridad, como para consolar nuestras almas acongojadas por el dolor de otros, sin entender nuestro propio dolor. No advertimos que cada frase de revancha, es una herida más en la sociedad que se dice solidaria, pero que es víctima preferida de un discurso desatinado; pleno de politiquería secundada por acólitos que jamás se llenarán de polvo, y que solo guardan sus puestos, hasta que les den la patada de gracia. -ejemplos sobran.
El país avanza enmudecido hacia el sacrificio colectivo. Cada día la marginalización de la vida se acrecienta. Los servicios son peores, las respuestas encuentran excusas temerarias, y la resignación se instala en cada cola, en cada pasillo, en cada hueco, en cada zapping para evadir una realidad que se viste de verde y usa megáfono para desunir, para solicitar "pitas", para restregarnos su extraordinaria capacidad de encantamiento, frente a la necesidad.
Todos se preguntan qué hacer, a quién seguir. Mientras los "líderes" se pelean una foto solidaria, y mientras como ciudadanos nos perdemos en la crítica y en el ping pong de argucias, de leguyerismos, de tropelías, de abusos…
La emergencia, ya se ha dicho, apenas comienza; y la que se avecina es de efectos, de consecuencias. Estas causas, las naturales; las gubernamentales, las del irrespeto, la han fomentado; y como todo lo que han hecho esta docena de años de desperdicio, no se ha medido, no se ha dimensionado.
La lucha promovida, la pelea innecesaria cuando lo que aplica es la unión; solo puede tener un resultado; y es uno que acrecienta la división, la reyerta, la pugna. Y así; por más que se empeñen en ubicar nombrecitos, y en inspirar ilusiones, no se construye un país promisorio, ni en socialismo, ni en ninguna de las posibilidades que nadie se atreve a etiquetar.
Da vergüenza esta vitrina; y da más vergüenza que haya tenido que salir un señor, por allá en Paraguay, a recordarnos que el país no es un hombre; o mejor, que un hombre -por más poder mediático, carismático, cantinflérico que tenga- no es Venezuela.
La lluvia, ¡qué pena!, es otra excusa que se han conseguido para avanzar en su plan de soberbia, de atraso, de repudio por la gente. Qué lástima que de emergencia en emergencia, nos hayamos dejado traer hasta aquí; hasta un momento crudo, cruel, y - Dios quiera que no-, cruento; de los que terminan con saldo para lamentar.
@incisos
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