Luego del fracaso
Por: Orlando Ochoa P.
Fuente: El Universal
Twitter: @orlandoochoa
Se sabía que era muy difícil esperar que el presidente Hugo Chávez aceptara con sentido de humildad y lealtad a Venezuela que su proyecto político, ideológico y económico fracasó. Que en vez de iniciar una nueva “descarga” contra la libertad de expresión, opositores, Internet y las redes sociales, debería más bien oír las críticas de afuera y de adentro de su movimiento político que claman por rectificación, por no profundizar los errores. Que debería prepararse para dar paso en diciembre 2012 a un nuevo gobierno que pueda iniciar la gigantesca tarea de reparación de los daños socioeconómicos, petroleros e institucionales que sus limitaciones, resentimientos y delirios le impusieron al país.
Puede decir Hugo Chávez, es cierto, que falta un proyecto alternativo al suyo, de reconstrucción nacional con contenido, sincera vocación de rectificación, autoridad moral y una dirección representativa de esas aspiraciones. Todavía no está conformada esta alianza nacional alrededor de ideas, dirección nacional y capacidad organizativa (con partidos renovados y apoyo de sociedad civil). Esta alianza debería trasmitir un sentido de cambio sincero respecto a viejas prácticas, vigentes todavía, de rentismo y corrupción sistemática, sustentadas sobre “líneas comunicacionales” superficiales para los procesos electorales.
También es cierto que de la lucha cruda por el poder político no siempre se puede esperar desprendimiento, convicciones reformistas, genuino interés por el país. En América Latina, no obstante, hay diversas experiencias que muestran que eso si sucede, por ejemplo, en Chile a la salida de Pinochet del poder. En la historia venezolana del siglo XX hubo señales positivas en las fechas de grandes cambios políticos de cualquier naturaleza. Los individuos encargados en esos lapsos críticos - 1936, 1945, 1958 y 1993 - más allá de las diferencias políticas que podamos tener o no con ellos, revelaron autoridad moral y capacidad para trabajar austeramente por el país. Puesto crudamente, en sus momentos difíciles el mando no fue confiado ni a corruptos ni a ineptos. En ninguno de esos años los problemas políticos, económicos, petroleros e institucionales fueron tan graves como ahora. Confiemos que está trayectoria histórica de sensatez prevalezca en 2012-13.
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