El costo político de alianzas… ¿estratégicas?
Por: Orlando Ochoa Terán
Fuente: Semanario Quinto Día (Venezuela) - Soberanía.org
Alba, liderada por el gobierno bolivariano, es la única comunidad del mundo que admiten una concurrente relación estratégica con Libia, Irán, Siria, Sudán y Bielorrusia. Todos han estado señalados como estados forajidos o dictaduras oprobiosas. ¿Qué política exterior resiste tan alto costo?
La alianza del bolivarianismo con Gadafi data de 1998. El comandante Hugo Chávez era entonces candidato presidencial y ya se iniciaba en Cuba la orientación de lo que más tarde sería su política exterior. Erróneamente, Fidel Castro visualizó su alianza con los sectores más radicales del islamismo como la mejor vía para adquirir un protagonismo global. Persuadidos de que el fracaso cubano radicó, no en su concepción, sino en la falta de recursos, la revolución bolivariana ha seguido el mismo curso que trazó Cuba, como si el tiempo se hubiera detenido.
Estas alianzas obligaron a Cuba a romper relaciones con Israel en 1973. El gobierno bolivariano hizo lo propio en enero de 2009. Siguieron sus mini satélites, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. En contraste, países árabes y musulmanes sostienen relaciones con el Estado de Israel, como Egipto, Jordania y Turquía, sin comprometer su identificación con la causa Palestina que no es precisamente lo que guía al gobierno bolivariano.
Desde entonces, cada vez que Cuba condena cualquier acción de Israel la sigue automáticamente Venezuela y Alba. Cuando el mundo protestó la masacre que Gadafi desató contra los rebeldes, la diplomacia bolivariana esperó hasta que Fidel Castro se pronunciara para que de inmediato se oyeran las protestas del presidente Chávez y Alba. En contraste la Liga Árabe apoyó la exclusión de una zona de vuelos.
Un detenido análisis de la ofensiva diplomática bolivariana en África, que se inicia precisamente con Libia, revela este remedo de la aventura cubana de la década del 70 en contravía con los intereses del Estado venezolano.
El aislamiento
El mundo musulmán tiene una población de unos 1.500 millones de creyentes repartidos en 50 países. Si nos atenemos a la orientación de la política exterior bolivariana, definida por su estrecha e incondicional alianza con Irán, dominada por la minoritaria secta chiita que sólo representa 10% en el mundo musulmán, se puede decir que el gobierno bolivariano optó por separarse del mundo árabe mayoritariamente sunita que, naturalmente, tampoco ha visto con simpatía la masacre de Gadafi en una Libia mayoritariamente sunita. La sola alianza con Irán le ha enajenado relaciones normales con innumerables países que desconfían de estas extrañas asociaciones.
Para medir el proceso de aislamiento en que ha incurrido la diplomacia bolivariana basta preguntarse ¿Cuántos países del Medio Oriente, de Europa Occidental, del Hemisferio Occidental o de Asia coinciden con la posición Alba en relación con Libia?
Otra forma de medir este aislamiento es volver la vista unos años atrás. El 17 de noviembre de 2007 el presidente Chávez, en la oportunidad de entregar la presidencia temporal de la OPEP en Arabia Saudí, apeló a sus miembros a seguir su “cruzada” (en un país y una congregación mayoritaria musulmana) por una justicia social, un mayor activismo político y la sustitución del dólar como moneda de transacción del cártel petrolero. El rey Abdullah de Arabia Saudí le recordó que la OPEP siempre había actuado con “moderación y sabiduría” y que el petróleo era “energía para el desarrollo no un instrumento para el conflicto o las emociones”.
Este consejo no logró morigerar el exaltado estado emocional del presidente Chávez. Al llegar a Miraflores fue recibido por centenares de estudiantes a quienes les anunció que de Venezuela depende la salvación del mundo. “Es muy importante que ustedes sepan”, dijo, “que el mundo tiene sus ojos puestos en Venezuela”. “De lo que ocurra en Venezuela dependerá en buena manera la salvación del mundo, que el mundo siga cambiando y salvemos a la especie humana”. Más adelante añadió que de “no haber sido por la revolución bolivariana, por el pueblo y gobierno bolivariano, hoy la OPEP estaría liquidada”. ¡Hemos salvado a la OPEP!” concluyó.
No importa cuanta desmesura y euforia derroche en estos días en los que se ha visto obligado a respaldar al monstruo de Gadafi porque lo observan sus “aliados estratégicos”. Esas mismas palabras no tendrían cabida hoy ni siquiera en los espacios que todavía le quedan a la febril imaginación del presidente Chávez.
Mientras tanto ¿cuánto será el costo que Venezuela tendrá que pagar por este delirio?
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