Insurgir contra el despotismo: entre el coraje y la conformidad
Por: Gustavo Coronel
Foto: Franklin Brito - Coraje Moral
El coraje moral lo llevó a ofrendar su vida por sus principios. No todos podemos ser héroes pero si debemos aprender de su ejemplo. Sin embargo quien tiene una estatua en Caracas es Marulanda, "Tiro Fijo". Somos, acaso, un pueblo de borregos?
“En sociedad lo opuesto al coraje no es la cobardía, sino la conformidad” Rollo May, psicólogo estadounidense.
Los trece años que Hugo Chávez lleva asentando sus botas sobre Venezuela han dejado una herida en la sociedad venezolana mucho más profunda que la simple ruina física del país, ejemplificada por la situación de la autopista Caracas-La Guaira, y mucho peor que el caos administrativo, ilustrado por la comida podrida importada por una empresa petrolera. Es fundamentalmente una herida del alma. La orgía de mediocridad chavista ha logrado empobrecer espiritualmente a nuestro pueblo como nunca antes en nuestra historia, con la posible excepción de la llamada “Guerra Federal”. La liberación y promoción de los resentimientos y complejos de miles de compatriotas quienes nunca han aprendido a crear riqueza o no han logrado educarse les ha permitido “descubrir” que una manera de igualarse es mediante la nivelación de la sociedad por debajo. Este trágico descubrimiento le ha abierto las puertas a una Venezuela que se aproxima ya a las sociedades más atrasadas del planeta. Son legiones los venezolanos que no ven más allá de la limosna, que ya lo esperan todo del estado populista, del “taita”decimonónico quien les habla como hubiera podido hablarles el padre que pocos de ellos han conocido. El dictador ha reemplazado la importante figura paternal que ha estado generalmente ausente de miles de hogares venezolanos. Se repite en Venezuela la fábula de los “descamisados” de Eva Perón, aquella legión de argentinos que vieron a la ex-bataclana como madre que les aliviaba frustraciones y amarguras. Así como los odios y resentimientos de los “descamisados” fueron heredados por los piqueteros, así los chavistas están creando una nueva sociedad de incapacitados sociales, milicianos por no tener alternativas, reposeros y hasta graduados a golpe y porrazo en universidades “express”, algunos disfrazados de médicos con licencia para matar.
Esto ha venido desarrollándose ante los ojos de una Venezuela de clase media, mucha de ella profesional, una clase con actitudes modernas y abiertas al mundo, con algunos ahorros, educación y dotada de una visión de país totalmente diferente a la que se ha ido creando en estos años. Esta clase media ha llegado a ser la víctima principal de la nueva Venezuela. Sin embargo, muchos miembros de esta clase media han asistido a esta trágica transformación de una Venezuela-Chile en una Venezuela-Haití con pasiva aceptación, como resignada a dejarse arrebatar al país, reemplazando la indignación por el sentido del humor.
Hablar de esto es difícil sin que mucha gente se sienta incómoda o hasta ofendida. Esto es así porque nadie quiere ser identificado como cobarde. En Venezuela cobardía es casi siempre entendida como cobardía física, esa que experimentó Chávez cuando quedó paralizado en el Museo militar durante su golpe de Febrero 1992. Pero nuestra Venezuela se está perdiendo no por cobardía física sino por cobardía moral. Más aún, es enteramente posible tener mucho coraje físico siendo un bandido carente de ética. El coraje físico frecuentemente pertenece al mundo de los instintos mientras que el coraje moral es siempre el producto de la razón.
Es probablemente mucho más difícil tener coraje moral que tener coraje físico. El coraje físico es generalmente asunto de un instante y, en ese instante, la persona muestra coraje y se enfrenta al peligro o corre despavorida. El coraje moral requiere un enfrentamiento decidido, a todo riesgo, contra las violaciones éticas, aunque ello requiera poner en peligro posición social, tranquilidad, fuente de ingresos, status, todo lo que una persona civilizada tiene en alto aprecio. Enfrentados a estos riesgos son muchos quienes prefieren guardar silencio, sobretodo si la agresión no les ha tocado directamente y a pesar de que sepan que, en algún momento, les tocará su turno.
Quien posee coraje moral no solo sabe lo que hay que hacer, lo hace. Así lo decidió Franklin Brito. Los venezolanos saben lo que hay que hacer: insurgir contra el despotismo, la corrupción y la prostitución que Chávez ha traído consigo. Hacerlo o no constituye la prueba del ácido del coraje moral.
La encrucijada venezolana se abre con claridad ante nosotros: o tenemos suficientes ciudadanos dotados de coraje moral y cerramos filas para expulsar al déspota o perderemos el país a manos de un hamponato que se da la mano con los regímenes más tenebrosos del planeta. Ya no es posible seguir deshojando la margarita, pretendiendo que la lucha por la libertad es asunto de otros. Ya es imposible escondernos en el rebaño e ignorar nuestra responsabilidad individual.
El reconocimiento de la responsabilidad individual es lo que caracteriza al coraje moral.
Foto: Franklin Brito - Coraje Moral
El coraje moral lo llevó a ofrendar su vida por sus principios. No todos podemos ser héroes pero si debemos aprender de su ejemplo. Sin embargo quien tiene una estatua en Caracas es Marulanda, "Tiro Fijo". Somos, acaso, un pueblo de borregos?
“En sociedad lo opuesto al coraje no es la cobardía, sino la conformidad” Rollo May, psicólogo estadounidense.
Los trece años que Hugo Chávez lleva asentando sus botas sobre Venezuela han dejado una herida en la sociedad venezolana mucho más profunda que la simple ruina física del país, ejemplificada por la situación de la autopista Caracas-La Guaira, y mucho peor que el caos administrativo, ilustrado por la comida podrida importada por una empresa petrolera. Es fundamentalmente una herida del alma. La orgía de mediocridad chavista ha logrado empobrecer espiritualmente a nuestro pueblo como nunca antes en nuestra historia, con la posible excepción de la llamada “Guerra Federal”. La liberación y promoción de los resentimientos y complejos de miles de compatriotas quienes nunca han aprendido a crear riqueza o no han logrado educarse les ha permitido “descubrir” que una manera de igualarse es mediante la nivelación de la sociedad por debajo. Este trágico descubrimiento le ha abierto las puertas a una Venezuela que se aproxima ya a las sociedades más atrasadas del planeta. Son legiones los venezolanos que no ven más allá de la limosna, que ya lo esperan todo del estado populista, del “taita”decimonónico quien les habla como hubiera podido hablarles el padre que pocos de ellos han conocido. El dictador ha reemplazado la importante figura paternal que ha estado generalmente ausente de miles de hogares venezolanos. Se repite en Venezuela la fábula de los “descamisados” de Eva Perón, aquella legión de argentinos que vieron a la ex-bataclana como madre que les aliviaba frustraciones y amarguras. Así como los odios y resentimientos de los “descamisados” fueron heredados por los piqueteros, así los chavistas están creando una nueva sociedad de incapacitados sociales, milicianos por no tener alternativas, reposeros y hasta graduados a golpe y porrazo en universidades “express”, algunos disfrazados de médicos con licencia para matar.
Esto ha venido desarrollándose ante los ojos de una Venezuela de clase media, mucha de ella profesional, una clase con actitudes modernas y abiertas al mundo, con algunos ahorros, educación y dotada de una visión de país totalmente diferente a la que se ha ido creando en estos años. Esta clase media ha llegado a ser la víctima principal de la nueva Venezuela. Sin embargo, muchos miembros de esta clase media han asistido a esta trágica transformación de una Venezuela-Chile en una Venezuela-Haití con pasiva aceptación, como resignada a dejarse arrebatar al país, reemplazando la indignación por el sentido del humor.
Hablar de esto es difícil sin que mucha gente se sienta incómoda o hasta ofendida. Esto es así porque nadie quiere ser identificado como cobarde. En Venezuela cobardía es casi siempre entendida como cobardía física, esa que experimentó Chávez cuando quedó paralizado en el Museo militar durante su golpe de Febrero 1992. Pero nuestra Venezuela se está perdiendo no por cobardía física sino por cobardía moral. Más aún, es enteramente posible tener mucho coraje físico siendo un bandido carente de ética. El coraje físico frecuentemente pertenece al mundo de los instintos mientras que el coraje moral es siempre el producto de la razón.
Es probablemente mucho más difícil tener coraje moral que tener coraje físico. El coraje físico es generalmente asunto de un instante y, en ese instante, la persona muestra coraje y se enfrenta al peligro o corre despavorida. El coraje moral requiere un enfrentamiento decidido, a todo riesgo, contra las violaciones éticas, aunque ello requiera poner en peligro posición social, tranquilidad, fuente de ingresos, status, todo lo que una persona civilizada tiene en alto aprecio. Enfrentados a estos riesgos son muchos quienes prefieren guardar silencio, sobretodo si la agresión no les ha tocado directamente y a pesar de que sepan que, en algún momento, les tocará su turno.
Quien posee coraje moral no solo sabe lo que hay que hacer, lo hace. Así lo decidió Franklin Brito. Los venezolanos saben lo que hay que hacer: insurgir contra el despotismo, la corrupción y la prostitución que Chávez ha traído consigo. Hacerlo o no constituye la prueba del ácido del coraje moral.
La encrucijada venezolana se abre con claridad ante nosotros: o tenemos suficientes ciudadanos dotados de coraje moral y cerramos filas para expulsar al déspota o perderemos el país a manos de un hamponato que se da la mano con los regímenes más tenebrosos del planeta. Ya no es posible seguir deshojando la margarita, pretendiendo que la lucha por la libertad es asunto de otros. Ya es imposible escondernos en el rebaño e ignorar nuestra responsabilidad individual.
El reconocimiento de la responsabilidad individual es lo que caracteriza al coraje moral.
Etiquetas: franklin Brito
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home