Estatismo político y económico
Por: José Rafael López Padrino
En estos 12 años de revolución bolivariana no se ha construido ningún socialismo, ni poder popular autónomo, ni democracia protagónica y mucho menos se ha gestado la emancipación de la clase obrera, en el sentido de su definición originaria y conceptual. Todo lo contrario, se ha consolidado una estadolatría política y económica que ha dado vida a un régimen populista, despótico, excluyente y explotador.
Se ha promovido un estatismo enajenante, en el cual la maquinaria del Estado ha sido puesta al servicio de una camarilla militar, dirigida por el líder infalible: "el comandante-presidente". Casta militar que ha impuesto un control absoluto sobre la vida del ciudadano, desde actividades tan cotidianas como el deporte, hasta las más exigentes como las de investigación científica, la cultura, y la educación. Se ha gestado un Estado corporativo de corte fascista, donde las diferencias son avasalladas por el peso de un poderoso Estado, convertido en un actor sin contrapesos institucionales que equilibre su acción de gobierno.
Es un estatismo político que se fundamenta en el código amigo/enemigo de cuño Schmittiano, que apela fundamentalmente a los sectores desclasados, y carentes de conciencia política (lumpen proletariado), susceptible a cualquier manipulación política. Proyecto que abomina la división de los poderes, y que recurre a la imposición de un terrorismo de Estado policial y judicial, a fin de perpetuase en el poder. Que al margen de un falaz discurso emancipatorio promueve las raíces de la sumisión en el ciudadano, propias del pensamiento militarista reaccionario (mandar-obedecer). Desean instaurar una sociedad sin debate, sin voces críticas, sin diferencias políticas, una sociedad monolítica sujeta a un pensamiento único dictado por el líder infalible del proceso, el tte coronel. Prueba de ello es el PSUV.
Económicamente el estatismo bolivariano se puede resumir como un anquilosado capitalismo de Estado que impulsa una agenda neoliberal, (pago de la deuda externa, flexibilización laboral, endeudamientos irresponsables, impuestos regresivos, etc.), lo cual ha generado un incremento de la marginalidad social y la pobreza. Además, un estatismo que promueve una política destinada a conculcar la independencia y capacidad de lucha de los trabajadores y movimientos sociales a fin convertirlos en obedientes soldados fieles al proceso facho-bolivariano.
La estadolatría política y económica bolivariana representa el culto a la mentira autoritaria, a la institucionalización de los privilegios de la nueva nomenclatura (la boliburguesía cívico-militar), al terror policial frente a la diferencia y el desacuerdo político. Son los nuevos traficantes de esperanzas e ilusiones de los oprimidos del siglo XXI, los que no soportan ni la discrepancia ni la diversidad en nombre de ideas y valores reaccionarios. Son los guardianes e intérpretes de una verdad monolítica y de una voluntad de opresión.
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