El poschavismo
Por: Carlos Alberto Montaner
Fuente: El País (ESP)
La Muerte de Chávez |
Los gobiernos más alertas
dan por descontado que Hugo Chávez está muy mal de salud. En todo caso, ante la
incertidumbre, los actores principales de este drama examinan sus mejores
opciones. Ninguno puede darse el lujo de dejarse sorprender.
Chávez, por su parte,
busca que su revolución bolivariana continúe, aunque casi nadie entiende muy
bien en qué consiste ese engendro. Chávez quiere pasar a la historia. El
problema es que sus 13 años de gobierno no le han alcanzado para crear un
partido político coherente dotado de un mecanismo razonable para escoger el
sucesor y transmitir la autoridad. El chavismo es una olla de grillos. La
selección del próximo vicepresidente resultará vital. Será una forma de elegir
al eventual heredero, aunque a Chávez nadie le viene bien y, como buen
caudillo, se cree irremplazable.
A la cúpula militar no
parece importarle el aspecto ideológico de la revolución, sino el destino que
le espera si se produce un cambio de régimen. A juzgar por la reciente denuncia
del Departamento del Tesoro del gobierno de EE.UU. la corrupción vinculada al
narcotráfico ha calado hondo en la estructura castrense. En los círculos de
Washington comienzan a referirse a Venezuela como un narcoestado. Los mexicanos
han descubierto que muchos de los aviones que llevan la droga al país proceden
de Venezuela. La inclusión oficial en la lista de cómplices de las FARC y de
los carteles de la droga del general Cliver Alcalá y el oficial de inteligencia
Ramón Madriz, presagia una gran resistencia de los militares a cualquier
evolución que los aleje del poder.
Raúl Castro, además de la
situación de Fidel, ahora tiene que enfrentarse al problema de Chávez, mucho
más incierto. Ha instruido a su poderoso servicio de inteligencia para que
promueva un chavismo sin Chávez que continúe asignándole a la Isla el copioso
subsidio que la mantiene a flote. Raúl pretende convertirse en el Gran Elector
que coloque al sustituto en el trono, pero sabe que es muy improbable que el
heredero asuma el grado de subordinación a "los cubanos" que Chávez
exhibe. Es verdad que Venezuela es una formidable fuente de subsidios, pero el
vínculo entre los dos países puede arrastrar a la Isla a una catástrofe.
Controlar a un narcoestado como Venezuela, sin un Chávez que sirva de correa de
transmisión, probablemente sea imposible.
Estados Unidos tiene
razones para estar preocupado. Chávez es un antinorteamericano empedernido,
pero su desaparición, al menos por un tiempo, será una fuente de
desestabilización. El 10% del petróleo que el país importa proviene de
Venezuela y es posible que el suministro se interrumpa provisionalmente. Un
súbito vacío de poder podría precipitar al país en el caos.
La oposición democrática
tiene que hilar muy fino y con un gran sentido de responsabilidad. La mayoría
del país es antichavista, pero las instituciones y casi toda la prensa están
bajo control del entorno del coronel. Si éste desaparece, será esencial negociar
la transición con una o varias de las facciones del chavismo. De esta triste
historia se sale votando o matando. Lo sensato es votar y luego arreglar
cautelosamente el desaguisado. Así son las transiciones.
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