Magnicidio: un viejo cuento electorero

Por: José Rafael López Padrino

En la medida en que la versión oficial sobre la captura del “marine-mercenario norteamericano” al servicio del gobierno de Washington se desgasta y pierde credibilidad, el tte coronel y sus acólitos buscan desesperadamente otros ingredientes para sostenerla; por ello, ahora se complementa y perfecciona con el argumento de un supuesto intento de “magnicidio” como parte de un plan desestabilizador. Con esta argucia melodramática e histriónica, el tte coronel apela de nuevo al magnicidio como parte de un conjunto de maniobras distraccionistas electoreras, que no sorprenden, ni conmueven a nadie. El vocinglero de Miraflores, necesita utilizar a su aliado estratégico, el imperio del Tío Sam, para catapultarse en una nueva epopeya bolivariana fantasmal, a fin de desembarazarse del descomunal fracaso de su gestión de gobierno; pero, además, le sirve para justificar una irracional escalada represiva en contra de quienes cuestionan el contenido y estilo de su régimen, utilizando la premisa de que forman parte de un plan desestabilizador que atenta contra la paz de la República. Es decir el enemigo interno en términos propios del socialfascismo bolivariano.

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Esta postura victimista frente al gobierno de Washington no es nada nuevo. Los venezolanos ya hemos perdido la cuenta de cuantos atentados en contra del comandante-presidente han sido “develados y neutralizados” por los servicios de inteligencia del gobierno revolucionario. Las teorías sobre el magnicidio han abarcado casi todas las variables, desde el clásico francotirador, pasando por el envenenamiento, hasta el hacer estallar el avión presidencial. Estos son los libretos goebbelianos que el régimen publicita a través de su inmensa maquinaria propagandística.

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Sin embargo, el anuncio de la captura del “marine-mercenario norteamericano”, no ha causado mayor impacto entre la ciudadanía. Los venezolanos ya estamos curados de tanta falacia. Es por demás ridículo que un agente enviado por el gobierno de la Casa Blanca a fin de consumar un  magnicidio en nuestro país haya sido capturado cruzando la frontera en “un autobús y con una libreta de anotaciones”. Bien sabemos lo sofisticado de los medios que utiliza la CIA cuando se trata de eliminar físicamente a un mandatario que les incomoda políticamente o que atente verdaderamente en contra de sus sacrosantos intereses.

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Además, no hay ningún interés por parte del imperialismo yanqui en eliminar físicamente al tte coronel. Todo lo contrario Washington busca solapadamente su continuidad en el poder, debido a que ha beneficiado a las multinacionales norteamericanas en el marco de la nueva apertura petrolera bolivariana (empresas mixtas), en el otorgamiento de concesiones a largo plazo para la explotación del gas natural (plataforma Deltana y Falconiana), así como la firma de tratados entre ambos países para evitar la doble tributación de las compañías.

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Es evidente que entre el gobierno de los Estados Unidos y el del Centauro de Sabaneta hay gran acercamiento económico, al margen de la retórica antinorteamericana del arañero de Barinas. Por un lado al Tío Sam le conviene seguir recibiendo petróleo seguro, rápido y barato de Venezuela para alimentar a su mercado y que sus poderosas empresas petroleras continúen haciendo grandes negocios en la tierra de la revolución bolivariana (business is business ever). Por otro lado, al inquilino de Miraflores le convine igualmente seguir recibiendo los petrodólares del imperio, un seguro y estable comprador que provee un pago garantizado, a fin de continuar financiado su proyecto filibustero. Ambos países juegan a preservar esta relación económica, al margen de sus aparentes confrontaciones políticas, por su gran valor estratégico para ambos gobiernos.

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Pero mientras el tte coronel sigue con su embaucadora teoría del magnicidio y de las conspiraciones permanentes, los problemas del país, como la salud, la vivienda, la educación, la vialidad, la inflación, y en especial la inseguridad personal se siguen agravando. Calamidades que el régimen tercamente ignora o simplemente criminaliza a quienes las denuncian.

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Desgraciado el país que necesita héroes

Bertolt Brecht