CIDH: TRASCENDENCIA DE LA ASAMBLEA DE LA OEA

POR: GUSTAVO PALACIO

Fuente: Ecuadorenvivo via IASW

El Canciller de Correa, con una larga lista de escándalos y Ministerios a cuestas, luego de su bochornosa participación, intenta ahora en vano, en un acto casi desesperado, a través del poder mediático gubernamental, auto convencerse de que lo ocurrido no constituye una derrota.

Conforme lo pronosticaron el ex Secretario General de la OEA, César Gaviria y el Ex Ministro de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda, la reciente Asamblea General de la OEA será recordada como una de las más relevantes de la historia contemporánea.

A mi modo de ver, son varias y obvias las razones para tal valoración de la reunión del organismo político multilateral más importante de nuestro continente. Me permito comentar algunas de ellas.

Por un lado la Asamblea General significó una contundente derrota a la alevosa y mal intencionada propuesta de los regímenes de la ALBA, de limitar y controlar el accionar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a fin de que la violación de los derechos humanos, en particular los concernientes a la libertad de expresión, quede impune, y no constituya una amenaza presente ni futura para los líderes y camarillas de dichos gobiernos corruptos.

De otra parte, se trata de la primera derrota política significativa que sufre la ALBA, en una nueva coyuntura internacional, sin la presencia de Chávez, situación que crea un vacío de poder que ninguno de sus discípulos y potenciales herederos, como es el caso de Nicolás Maduro y Rafael Correa, parecerían estar en capacidad de llenar, por falta de carisma y liderazgo a nivel regional. En el análisis de coyuntura se debe también considerar la presencia del nuevo Papa, Francisco I, quien de manera imprevista se convierte en un referente moral importante para la región latinoamericana y en un freno para los gobiernos populistas de orientación totalitaria, algo que evoca el papel protagonizado por Juan Pablo II frente a los gobiernos satélites del Partido Comunista Soviético en la década de los 80.

La reunión de la OEA trasciende porque plantea a nivel internacional la discusión sobre el peligro que entraña para la democracia de la región la existencia de dictaduras de nuevo tipo disfrazadas de democracia, de tinte totalitario, con una estrategia común de expansión de su influencia en el continente, detrás de la cual gravitan grandes intereses económicos y geopolíticos. Estrategia política que contempla como objetivos principales el control de organismos multilaterales como la OEA.

La Asamblea sirvió de marco para evidenciar la visión antidemocrática, intolerante y corrupta de la política que tienen los gobiernos de los países del ALBA. De todas las intervenciones, sin embargo, la que más llamó la atención en este sentido, fue la de Ricardo Patiño, el de los famosos “pativideos” y la “narcovalija”, quien en más de una ocasión no tuvo reparos en utilizar expresiones ofensivas para la mayoría de representantes de los países miembros de la organización, que manifestaron su desacuerdo con la posición de la ALBA.

Además de su conducta pendenciera, con el ánimo de justificar la propuesta de la ALBA para maniatar la CIDH, Patiño recurrió a una virulenta retórica antinorteamericana y a absurdos argumentos en defensa de los “derechos de los Estados” respecto de la organización y control del Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) exhibiendo de manera impúdica el talante facistoide del gobierno de Rafael Correa.

En contraste con lo señalado, en la Asamblea se produjeron intervenciones de una buena parte de países que elevaron el debate de forma significativa y que al final de la Asamblea se plasmaron en una resolución que preserva y fortalece a la CIDH. De manera especial cabe mencionar la intervención del representante del gobierno de Uruguay, Embajador Milton Romani, quien con gran autoridad moral defendió la autonomía e independencia de la CIDH a la vez que formuló una dura crítica a los pretendidos gobiernos “progresistas” de la “ALBA” por pretender otorgar impunidad a los Estados y gobiernos de la región en nombre de un supuesto cambio social. De manera directa calificó de grave error político pretender descalificar a la CIDH como un “ariete imperial”. Su comentario en defensa de los derechos de los individuos y de la sociedad civil frente a los Estados, así como sobre la necesidad de valorar la “perspectiva de las víctimas” en referencia a lo expresado por el Presidente Barack Obama en Israel, fue muy pertinente.

En el plano domestico, la Asamblea General de la OEA también tiene secuelas importantes. Así, el Canciller de Correa, con una larga lista de escándalos y Ministerios a cuestas, luego de su bochornosa participación, intenta ahora en vano, en un acto casi desesperado, a través del poder mediático gubernamental, auto convencerse de que lo ocurrido no constituye una derrota.

En su actividad frenética, sin embargo, deja traslucir su pavor frente al fracaso diplomático que afecta sobre todo al régimen y a la imagen del propio Rafael Correa, a quién él precisamente convenció, a sabiendas de su debilidad por el halago y sed de protagonismo internacional, de que tenía todas las cualidades para que él y su gobierno lideren al ALBA. Patiño sabe que su condición de mimado del gobierno, por su amistad desde la época de aventuras en el selecto “club de los gustavinos” y su actitud servil de más de seis años en las filas de Alianza País tiene su límite, y que en cualquier momento por un simple “error de cálculo” político puede pasar a engrosar la larga lista de “chivos expiatorios” de la “revolución ciudadana”.