LAS MANOS DE MI VIEJO
Por: Roberto Fischler
Nunca he militado en partido político alguno, quizás porque mi padre siempre me decía, “Mientras tenga mis manos hábiles para ganarme el pan para nuestra mesa, no necesito arrimarme a partido político alguno, porque me gano la vida con estas dos manos”.
Quizás ese era el principio inculcado a mi padre a través de generaciones a sus descendientes y ese era uno de los principios que me quiso dejar por herencia. Claro que tampoco debo olvidar, que soy descendiente de parte de padre de los viejos germanos swabos de la Selva Negra (Schwarzwald) colonos ellos en el Imperio Austrohúngaro a orillas del río Danubio. Tampoco puedo olvidar que mi bisabuela (abuela de mi padre) ´murió de hambre en la ciudad de Futog en un campo de concentración comunista Ruso en el año 1946 después de la guerra.
Hoy con mis 68 años encima de mi pesado andar por la vida, con las mismas manos heredadas de mi viejo, me paro frente a la actual situación sociopolítica de América del Sur y me da vergüenza ajena observar como en la República Argentina (país donde nací) y en la República de Venezuela (país que adopté por mi segunda patria y por siempre) se estén pregonando con desparpajo oficial las “bondades” de un comunismo socialista criminal y absoluto.
Estas manos heredades de mi padre, hoy pensionadas del trabajo, pero activas desde hoy en adelante, para luchar en contra de tanta injusticia y oprobio, para que nunca más ningún niño de esta tierra Americana se quede sin su bisabuela porque la hayan matado de hambre en un campo de concentración comunista.
En homenaje a mi bisabuela Eva Glatz de Orban nacida en 1868 y obligada a morir de hambre bajo régimen comunista en 1946, Q.E.P.D.
Quizás ese era el principio inculcado a mi padre a través de generaciones a sus descendientes y ese era uno de los principios que me quiso dejar por herencia. Claro que tampoco debo olvidar, que soy descendiente de parte de padre de los viejos germanos swabos de la Selva Negra (Schwarzwald) colonos ellos en el Imperio Austrohúngaro a orillas del río Danubio. Tampoco puedo olvidar que mi bisabuela (abuela de mi padre) ´murió de hambre en la ciudad de Futog en un campo de concentración comunista Ruso en el año 1946 después de la guerra.
Hoy con mis 68 años encima de mi pesado andar por la vida, con las mismas manos heredadas de mi viejo, me paro frente a la actual situación sociopolítica de América del Sur y me da vergüenza ajena observar como en la República Argentina (país donde nací) y en la República de Venezuela (país que adopté por mi segunda patria y por siempre) se estén pregonando con desparpajo oficial las “bondades” de un comunismo socialista criminal y absoluto.
Estas manos heredades de mi padre, hoy pensionadas del trabajo, pero activas desde hoy en adelante, para luchar en contra de tanta injusticia y oprobio, para que nunca más ningún niño de esta tierra Americana se quede sin su bisabuela porque la hayan matado de hambre en un campo de concentración comunista.
En homenaje a mi bisabuela Eva Glatz de Orban nacida en 1868 y obligada a morir de hambre bajo régimen comunista en 1946, Q.E.P.D.
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