La Caridad y el Populismo
Por: Lorenzo García Tamayo
Independientemente de la jerarquía o importancia que pueda tener la afectación socio cultural que el régimen de Chávez impuso a los venezolanos en sus nefastos catorce años de gobierno, queda en evidencia para la atención de los problemas de orden social, que el estilo gubernativo de unos y otros a partir de 1958 (54 años), ha sido bastante parecido.
La cultura cristiana de la Caridad es muy similar al compromiso social. Las Misiones de Chávez son remedo de los misioneros cristianos que se regaron por el mundo en los siglos XVIII, IXX y XX.
Salvando distancias entre siglo y siglo, es evidente que la intención entre aquellos misioneros de ayer y el populismo de hoy, es diferente. Aún y cuando ambas persiguen el mismo fin. O sea, el de la captación solidaria de la persona, para una causa determinada. Lo que si contrasta notablemente es el sacrificio de unos, ante el oportunismo de otros. Sí los contraponemos, es escandalosamente distinto.
La Dádiva, bien sea expresada en una galleta, un vaso de leche, una bolsa de comida, o una “ayuda”; tendrá siempre la misma connotación. Caldo de cultivo para la holgazanería. Aunque su efecto sea el de paliar una necesidad elemental. Por supuesto, toda regla tiene su excepción. Siempre ha sido así. Anteriormente, cuando se daba auxilio al enfermo y se extendía la mano al desvalido proporcionándole abrigo y/o comida, se hacía como un gesto de caridad. Los lisiados, ancianos sin recursos y enfermos execrados por la sociedad, eran atendidos con limosna en lugares públicos por el auxilio ocasional de las clases sociales alta, media y baja. Existían centros donde se les daba abrigo a estos menesterosos, conocidos como asilos, casas de beneficencia y/o leproserías, (Cabo Blanco, Providencia).
La dinámica de los tiempos, que siempre ha sido temporal y vigorosa, demostró que la caridad era una suerte de varita mágica o llave milagrosa, que servía para captar o encontrar sentimientos solidarios. De manera tal que ese gesto de agradecimiento, docilidad y resignación, que siempre podía observarse en quienes eran beneficiados por la caridad, hoy por circunstancias populistas y demagógicas, sirvió para explotar a las masas.
Se cambió el “has bien y no mires a quien”, por el de “fíjate que a quien haces bien, se convierte en tu vasallo”. Los políticos vieron como podían convertir corderos y seguidores, a quienes favorecían con los dineros públicos.
Demostró poseer La Caridad, a través de su intercambio cultural subterráneo parasitario, un enorme y determinante componente sociológico a la hora de escudriñar sus efectos en la cultura de las masas.
El resultado ya lo obtuvimos. Somos endemoniadamente menesterosos. Nos interesa poco o nada el futuro de conjunto como sociedad; la perspectiva es la inmediatez y la madre de los vicios es la improvisación y la holgazanería. Y luego, ¿que nos queda como alta cultura y media cultura en conjunción con las masas? Caridad y Populismo en demasía.
La vida es muy corta para merecer esto que estamos padeciendo. Nos encontramos frente al despeñadero de la indolencia. Circunstancialmente nos lacera la razón, el juicio y la libertad, de manera que si no hacemos algo para salvarnos, vamos a perderlo todo
Etiquetas: Populismo
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