Cómo el papa malinterpreta el mundo
Por: Marian Tupy
Fuente: El Cato Institute
Fuente: El Cato Institute
Populismo del Siglo XXI |
Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio web: www.humanprogress.org.
Es oficial: 2013 ha sido el año del Papa. ¿Cuál es la última evidencia de esto? La revista Time ha nombrado al Papa como su “Personaje del año”,destacando (ambos enlaces en inglés) que el Pontífice, durante sus primeros nueve meses en dicha posición, “se ha ubicado en el centro de las conversaciones importantes de nuestra época: acerca de la riqueza y la pobreza, de la ecuanimidad y de la justicia, de la transparencia, la modernidad, la globalización, el papel de las mujeres, la naturaleza del matrimonio, las tentaciones del poder”. De hecho, los escritos del Papa y sus pronunciamientos públicos nos muestran a un hombre profundamente solidario y apasionado que habla con su corazón. En su Evangelii Gaudium, una “exhortación apostólica” publicada el mes pasado, el Papa lamenta ladesigualdad, la pobreza y la violencia en el mundo.
Pero he aquí el problema: El mundo en declive que describe el Papa Francisco, sin citar una sola estadística, no coincide con la realidad. Apelando a nuestros miedos y a nuestro pesimismo, el Papa ignora la envergadura y la velocidad del progreso humano —ya sea este medido a través la decreciente desigualdad y violencia global, o mediante la creciente prosperidad y expectativa de vida.
La tesis de Evangelii Gaudium es sencilla: el capitalismo “desenfrenado” ha enriquecido a unos pocos, pero le ha fallado a los pobres. “No podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad”.
Qué tan libre es el libre mercado de hoy realmente es algo discutible. EE.UU. es percibido como el estandarte del capitalismo de libre mercado. Aún así, durante las últimas dos décadas, según Wayne Cruise del libertario Competitive Enterprise Institute, Washington ha emitido 81.883 regulaciones (en inglés) —o nueve por día. Tal vez el mercado debería ser menos regulado, y tal vez debería ser más regulado. Pero no está libre de regulaciones.
Además, el gobierno redistribuye alrededor de un 40 por ciento (en inglés) de la riqueza producida en EE.UU. —desde un 7 por ciento que redistribuía hace un siglo. Gran parte de esa riqueza proviene de los ricos y financia desde la defensa y las carreteras hasta la atención médica y la educación, de las que disfrutan los estadounidenses de todo nivel de ingreso. El 1 por ciento más rico obtuvo 19 por ciento de todo el ingreso en 2010 y pagó más de 38 por ciento (en inglés) del impuesto sobre la renta. El 10 por ciento más rico pagó más del 70 por ciento (en inglés) del impuesto sobre la renta. Tal vez los ricos deberían contribuir más, y tal vez deberían contribuir menos. Pero no se puede negar que contribuyen —muy por encima de lo que exigiría el diezmo bíblico.
Con respecto a las consecuencias negativas de la economía del “derrame” que el Papa lamenta, considerémoslas por separado.
Primero, tratemos el tema de la desigualdad. Los investigadores académicos —desde Xavier Sala-i-Martin (en inglés) de Columnia University, hasta Surjit Bhalla, quien trabajó en Brookings Institution y Rand Corporation, hasta Paolo Liberati (en inglés) de la Universidad de Roma— todos concuerdan en que la desigualdad global está disminuyendo. Esto es porque 2.600 millones de personas en China e India son más ricas de lo que solían ser. Sus economías están creciendo mucho más rápido que sus contrapartes en Occidente, de manera que se está encogiendo la brecha de ingreso que se abrió a principios de la industrialización del siglo diecinueve, cuando Occidente despegó y dejó atrás a gran parte del resto del mundo.
Paradójicamente, la reducción de la desigualdad global solamente fue posible luego de que India y China abandonaron sus intentos de crear la igualdad a través de la planificación central. Permitiendo que la gente retenga más del dinero que se ganan, los gobiernos chinos e indios motivaron a la gente para que cree más riqueza. En otras palabras, permitiendo que la desigualdad aumente en casa, redujeron la desigualdad a nivel global. La desigualdad global, seguramente, es la estadística que más le debería preocupar al líder de una religión global.
El gráfico presentado a continuación muestra la decreciente brecha entre los ingresos de los chinos (naranja) y aquellos a nivel global (rojo). Conforme China se adhirió al capitalismo a fines de la década de los setenta, su economía empezó a crecer por encima del promedio mundial, haciendo que el mundo sea menos desigual. Las cifras en el gráfico están ajustadas para la inflación y la paridad del poder adquisitivo (en otras palabras, consideran que el costo de bienes idénticos —como un par de zapatos o una libra de carne— pueden variar significativamente entre dos países, dependiendo del costo del trabajo, la tierra, el capital, etc.).
Segundo, consideremos el tema de la pobreza. Según los investigadores de Brookings Institution Laurence Chandy y Geoffrey Gertz (en inglés), “el auge de las economías emergentes ha conducido a una caída dramática en la pobreza global”. Los autores “estiman que entre 2005 y 2010, el número total de personas pobres alrededor del mundo se redujo en aproximadamente 500 millones de personas, desde más de 1.300 millones en 2005 a menos de 900 millones en 2010. Una reducción de pobreza de esta magnitud no tiene precedente en la historia: nunca antes tanta gente ha salido de la pobreza en un período tan breve”.
Si algo se puede decir es que la velocidad del progreso humano parece estarse acelerando. Como Charles Kenny del Centro para el Desarrollo Global escribe (en inglés), “4.900 millones de personas —la gran mayoría del planeta— [vive] en países en los que el PIB se ha incrementado por un factor de cinco durante los últimos 50 años. Esta lista de países incluye a la India, con una economía que es hoy 10 veces más grande de lo que era en 1960, Indonesia (13 veces más grande), China (17 veces), y Tailandia (22 veces). Alrededor de 5.100 millones de personas viven en países en los que sabemos que los ingresos se han más que duplicado desde 1960, y 4.100 millones de personas —más de la mitad del planeta— vive en países en los que los ingresos promedio se han triplicado o más”.
El gráfico presentado a continuación muestra el porcentaje de la población que vive con menos de $1,25 al día en Bangladesh (naranja), China (azul), Vietnam (morado), e India (verde), empezando en la década de 1980. Las cifras en dólares están, nuevamente, ajustadas para la inflación y la paridad del poder adquisitivo.
Tercero, consideremos la violencia. En el libro The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined—libro que comprende 800 páginas y milenios de desarrollo humano— Steven Pinker de la Universidad de Harvard documenta un tremendo declive en la violencia global. Según Pinker, “las guerras tribales eran nueve veces más mortales que las guerras y los genocidios del siglo veinte. La tasa de asesinatos en la Europa medieval era más de treinta veces lo que es hoy. La esclavitud, los castigos sádicos, y las ejecuciones frívolas eran características normales de la vida durante milenios, luego fueron abolidas repentinamente. Las guerras entre los países desarrollados han desaparecido e incluso en el mundo en vías desarrollo, las guerras ahora matan a una fracción de la cantidad de gente que mataban hace tan solo unas cuantas décadas. Las violaciones, los crímenes de odio, las revueltas mortales, el abuso infantil —todos han caído de manera sustancial”.
Finalmente, pero no de menor importancia, consideremos las enfermedades. El sarampión, la polio y la cólera, que destruían innumerables vidas en el pasado, han sido prácticamente erradicados. El avance del VIH/SIDA ha sido controlado aumentando el uso de maravillosos antiretrovirales. Alrededor de 10 millones de personas (en inglés), la gran mayoría africanos, están siendo tratados con antiretrovirales —una intervención que en gran medida es financiada por Occidente. Incluso las tasas de cáncer, que han aumentado con la expectativa de vida, están empezando a caer (en inglés)—al menos en los países ricos. Hablando de vivir más tiempo, la expectativa global de vida al momento de nacer rondaba los 30 años desde el Período Paleolítico Superior hasta 1900. Incluso en los países más ricos, como aquellos de Europa Occidental, la expectativa de vida a principios del siglo veinte rara vez excedía los 50 años. Hoy, la expectativa de vida global es de 68 años.
El Papa Francisco tiene un corazón grande, pero su credibilidad como una voz de justicia y moralidad sería enormemente fortalecida si basara sus pronunciamientos en los hechos.
Este artículo fue publicado originalmente en The Atlantic (EE.UU.) el 12 de diciembre de 2013.
Etiquetas: FRANCISCO COMUNISTA, Iglesia Católica
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