UNIVERSITARIOS: ¿QUINCE AÑOS DE HUMILLACIÓN NO BASTAN?
El presidente extranjero que nos puso Cuba para preservar su dominio sobre Venezuela ha anunciado que el comunista cubano Orlando Borrego, supuesto economista (todo título cubano y soviético de economista descalifica por sospechoso de pirata), será el que dirigirá, por orden de los Castro, la reforma político-administrativa que se propone hacer con el lema: “una revolución dentro de la revolución.” La mejor credencial del intruso es haber sido asistente de Ernesto Ché Guevara, el médico que acabó con la moneda cubana desde la presidencia del Banco Central, un ejemplo irrefutable de las consecuencias desastrosas del intrusismo profesional característico de los comunistas cubanos. Así, pues, un cubano con estos antecedentes de piratería asesorará a un presidente con conocimientos de sexto grado. Un caso extremo de aventurerismo.
Los universitarios comunistas venezolanos, especialmente los economistas, no han objetado la asesoría del pirata cubano. Una demostración más de que su condición de vende-patria se sobrepone a su dignidad profesional. Si lo pone Cuba está bien para ellos. Si es cubano mejor. Son unos arrastrados sin vergüenza. No merecen el título universitario que tienen. Vale preguntar a los comunistas que fueron o son profesores de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV, el nido del comunismo universitario: ¿qué hicieron con lo que enseñaron echándoselas de sabios discípulos de Maza Zavala? ¿Porqué no escriben y hablan contra esta humillación, porque es a ustedes que sus propios compañeros humillan tratándolos de incapaces e imbéciles, buenos para nada, al ponerles encima un cubano tira-piedras? Tanta presunción de sabios cuando había democracia para criticar todo cuanto se hacía y ahora se meten la lengua en el bolsillo dejando que los pateen los cubanos. Díganme, los profesores comunistas de todas las escuelas de economía, que se la echaban de ultranacionalistas, donde está escondida su dignidad cuando su régimen los pisotea y los menosprecia? La dignidad de los economistas comunistas se mide por el silencio ahora cuando sus propios compañeros de gobierno los han escupido en la cara.
Por nuestra parte, los universitarios demócratas debemos pasar de la denuncia a la acción. Ya el tiempo de las denuncias terminó por su inutilidad. Ha llegado la hora de actuar. Todos deberíamos movilizarnos bajo un plan de acción. No por los políticos, a los que sólo les preocupa sus puestos de diputados, gobernador o alcalde. No les interesa la profesión, porque no la ejercen. Viven de la política. Somos nosotros los agraviados los que debemos actuar. ¿Porqué los académicos de todas las academias, que han tenido un papel tan digno, no convocan a científicos y especialistas de todas las disciplinas para organizarlos en función del rescate de la soberanía, una de cuyas manifestaciones es la de preferencia y hasta exclusividad de los venezolanos en la competencia de sus profesiones? ¿Porqué los rectores, decanos y demás autoridades universitarias no convocan a profesores, estudiantes y egresados, para organizarlos en función del rescate de la soberanía, una de cuyas manifestaciones es la exigencia de título venezolano para el ejercicio de la profesión incluso como asesor? ¿Porqué los directivos de los colegios y federaciones de profesionales universitarios no convocan a sus agremiados para organizarlos en función del rescate de la soberanía, una de cuyas manifestaciones es la reserva del mercado de trabajo para los profesionales venezolanos? Si yo fuera presidente de la Federación de Colegios de Abogados, que lo fui a temprana edad, habría movilizado a los universitarios, comenzando por mis colegas, con este fin. ¿Para qué sirven los gremios si ni siquiera defienden a sus agremiados de la humillación por Cuba y sus títeres al menospreciarlos en sus respectivas profesiones?
Señores universitarios: ¿quince años de humillación por los cubanos y sus títeres no bastan? Hoy, día de la independencia, parafraseo la exclamación de Bolívar para apelar a ustedes y exhortarlos al rescate de la soberanía, de nuestra dignidad profesional y de nuestro mercado de trabajo. Hasta ahora lo que se ha hecho es, para repetir una frase histórica, llorar como mujer lo que no se ha defendido como hombre.
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