Sueños Truncados
Por: Raquel Martini
Raquel Martini |
Cuando uno está joven se tienen muchos sueños, llegar a la universidad, graduarse, conseguir un trabajo estable y un sinfín de aspiraciones que hoy en día nos hace reflexionar, ahora me siento insegura. Veo, ante mí, un futuro incierto.
Lo único que he conocido desde que nací ha sido el gobierno que actualmente administra mi país. Todo se traduce en inseguridad, a mi papá lo mataron cuando yo tenía cuatro años, desde entonces he vivido muy limitada y con dificultades para comprar la comida y ropa porque todo está descomunalmente costoso. Vivo con mi mamá y no le alcanza el sueldo para comprar todo lo necesario.
Ahora, además tenemos a un presidente ineficaz que no quiere, ni respeta a su país, que cada día logra hundirnos un poco más en todos los aspectos. Cuando veo un presidente que en vez de unir a los venezolanos dice que los que piensan distinto son unos delincuentes, y los que lo siguen sí son venezolanos. ¡No quiero ser igual a otros! Cada persona es única y eso es lo que logra que conformemos un país.
Escucho a las personas hablar sobre cómo fue su infancia, donde todos los vecinos eran una gran familia y se trataban como hermanos, con respeto, donde lo más importante era el amor a Dios, hace más de 18 años, que por cierto es mi edad y el tiempo de mandato de este gobierno, que por unos años logro mantener estable al país pero que ahora solo nos truncan nuestros sueños; y no me refiero solamente a los jóvenes universitarios, sino también a ese empresario que ve futuro y desarrollo pero no logra progresar por la inestabilidad económica y social que a corto plazo se vuelve emocional.
¡No queremos ver nuestros sueños truncados! Queremos un país donde conseguir un carro o una casa no sea una tarea de toda una vida, o de obtener tres trabajos para lograrlo; un país donde un salario mínimo alcance para comprar comida o ropa, o reparar cualquier imprevisto en el hogar; un país donde salir sin miedo sea cotidiano, no con el pánico de que te puedan atracar y tener que aguantárselo; un país donde exista hermandad, que volvamos a ser como nos cuentan nuestros abuelos y padres, que salían sin miedo; un país libre, una Venezuela con sueños.
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