La Oposición Blanda Culpable de Tragedia en Venezuela
La oposición también tiene la culpa de lo que pasa en Venezuela
No importan las razones: todo lo que ha hecho Capriles fue extremadamente conveniente para el Gobierno chavista
LUIS SILVA-BALL
Fuente:PanAmPost
La oposición venezolana no es del todo libre de culpa en esta historia. Si bien no han sido ejecutores de la destrucción de este abusado país, vale aclarar que por casi 20 años una porción considerable de la llamada “oposición” ha sido su facilitadora. (Nación)
Un país en llamas
No es sorpresa que Venezuela se haya convertido en un Estado fallido con los peores índices de calidad de vida, las más altas tasas de inflación y criminalidad, y que a pesar de la fertilidad insuperable de sus tierras se encuentre atravesando una hambruna desgarradora.
Sobre estos temas podrán leer más en ésta nota que habla sobre el hambre en Venezuela, ésta sobre la criminalidad, y ésta sobre la situación económica.
Ahora, el error más común en la lectura de la situación que vive este país en ruinas se encuentra en la atribución de culpa. ¿Por qué Venezuela está así? ¿Cómo llegó a tal punto?
A diferencia de lo que los grandes medios interpretan, no se debe únicamente a una mala administración por parte del Gobierno. De hecho, esta situación es y ha sido desde el principio, una política deliberada y ejecutada estratégicamente con tenaz precisión por un genio político maquiavélico: Fidel Castro.
Desde sus campañas en Sierra Maestra (con apoyo financiero del venezolano Wolfgang Larrazábal), Fidel ya tenía el ojo puesto en Venezuela; y, en efecto, haría varios intentos de invadirla militarmente –sólo para fracasar una y otra vez. Esto, hasta que sus campañas de penetración cultural y adoctrinamiento en las fuerzas armadas venezolanas dieran fruto, y Venezuela le fue servida en bandeja de plata por su fiel admirador, Hugo Chávez.
Los culpables de la destrucción de Venezuela
En la historia, rara vez hay un único culpable por los males padecidos, y en este cuento la culpa no es sólo del castro-chavismo que impone el caos como estrategia de sumisión en Venezuela.
La oposición venezolana no es del todo libre de culpa en esta historia. Si bien no han sido ejecutores de la destrucción de este abusado país, vale aclarar que por casi veinte años una porción considerable de la llamada “oposición” ha sido su facilitadora.
Es incuestionable que por parte del régimen venezolano existe algo de favoritismo hacia un puntual modelo de oposición. Esto sucede por la simple razón de que en Venezuela subsisten tres grandes grupos políticos, y cada uno con múltiples vertientes internas: Gobierno-Chavismo, la Oposición “resistencia” y la Oposición “blanda”.
El primer grupo es mucho más complejo de lo que se le hace creer a la mayoría de los espectadores, sin embargo es tema para otra ocasión, ya que se hará hincapié en los dos últimos grupos.
Las dos oposiciones
El segundo, la oposición “resistencia”, es un grupo que casi lo podemos identificar exclusivamente por la característica de que es el grupo perseguido por el Gobierno. Los líderes de sus partidos están presos, con orden de detención, o con prohibiciones de presentarse a elecciones.
Esta es la oposición real, en la que se encuentran los valientes y heroicos estudiantes que salen a las calles como mártires dispuestos a entregar sus vidas por enfrentarse a una dictadura –y tristemente muchos ya lo han hecho.
En este grupo también se encuentra Leopoldo López, el líder más popular de todo el país, quien lleva más de dos años preso por falsas acusaciones, y representa la peor amenaza política para el Gobierno. Asimismo, también encontramos a Antonio Ledezma, preso en su domicilio después de que el Gobierno lo custodiara inhumanamente hasta el severo deterioro de su salud, y María Corina Machado, quien con su actitud valiente y confrontativa, y su discurso de capitalismo popular, representa la amenaza intelectual que tanto aterra al Gobierno de Nicolás Maduro.
En el último grupo, encontramos a la oposición “blanda”, donde se ubica Henrique Capriles, Henry Ramos Allup (el histriónico presidente de la Asamblea Nacional), Julio Borges y toda una manada de políticos pacificadores que queriendo o no, siempre le hacen el juego al Gobierno y por esto es que el mismo les permite y facilita operar en el terreno político. Es por esto que en las elecciones parlamentarias de 2015, los “grandes ganadores” fueron sus partidos: Acción Democrática (AD) y Primero Justicia (PJ).
Henrique Capriles observa con cierta fidelidad al tirano de Venezuela, Nicolás Maduro, luego de estrechar su mano. (El Impulso)
Esta es una oposición muy cómoda para tener. Una oposición que ladra mucho pero muerde poco. Claramente, es algo que al Gobierno le conviene.
En estos días hemos visto un resurgir de la figura de Capriles, quien intenta posicionarse nuevamente como líder de la “oposición” ante la posibilidad de elecciones presidenciales en algún horizonte. Por este motivo resulta necesario hacer un breve recuento histórico del “humilde” Capriles:
¿Quién es Henrique Capriles?
En el año 1999 es designado como presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de Venezuela con el apoyo de las fuerzas chavistas, con tan solo 25 años (¿tanto mérito tendría en aquella temprana edad?). Capriles fue uno de un puñado de personas que tenía el poder de impedir la imposición de la Constitución Chavista del año 1999. Como esperaban desde el chavismo, Capriles no hizo nada para impedirlo.
Henrique Capriles el “unificador”
Ya para comienzos de 2012, la oposición se encontraba unificada para presentarle un frente único al Gobierno chavista, y más específicamente para las elecciones presidenciales.
En abril de 2012, Capriles se proclama ganador de las primarias de la oposición. Primarias organizadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE), órgano controlado por el chavismo en su totalidad. En otras palabras, es como si el Partido Republicano de los EE.UU. fuese el responsable de organizar las primarias del Partido Demócrata. ¿Serían transparentes las primarias? Bueno, eso sucedió en Venezuela, y así es como Capriles recibió su inmerecido título de “líder de la oposición”, un título concedido entusiásticamente por el órgano chavista CNE.
En octubre de 2012, ante la sorpresa de los venezolanos que confiaban en que su líder defendería la victoria que le habían otorgado, Capriles reconoce la derrota alegando que “el tiempo de Dios es perfecto”.
Henrique Capriles “nuestro único gobernador”
En diciembre de 2012, el CNE chavista pronuncia a Capriles “electo” como único gobernador de la oposición –excluyendo a los chavistas disidentes que de ninguna manera eran presidenciables. De este modo, goza de una ligera resurrección después del catastrófico desprestigio que había sufrido en el mes de octubre.
Henrique Capriles el “combatiente”
La muerte de Hugo Chávez es anunciada en marzo de 2013 y los venezolanos son convocados nuevamente a elecciones presidenciales para el mes de abril.
Al haber perdido la confianza de la enorme mayoría de sus votantes tras haber reconocido una derrota que es cuestionada hasta el día de hoy, Capriles se ve obligado a cambiar su discurso de manera radical. En este breve período, Capriles se presentó a sí mismo como un valiente combatiente, dispuesto a llegar hasta los límites de lo necesario para hacer reconocer su victoria.
Cuando inevitablemente, con el infalible apoyo del CNE chavista, el usurpador Maduro se proclama ganador, Henrique Capriles se mostró realmente fiel a su personaje de campaña. Capriles exigió que el régimen reconociera su victoria comprobada: tensos días se vivieron en Venezuela mientras Capriles continuaba luchando por su legítimo título de presidente.
Algunas personas salieron a las calles y muchos más estaban dispuestos a hacer lo necesario para que se cumpliera el objetivo de que Capriles tenga el justo y legítimo título de presidente.
Sin embargo, y a pesar del fervor del pueblo venezolano, el “valiente Capriles” se echó la tarea sobre sus hombros y cual héroe prometió que se encargaría de todo, mientras mandó a los venezolanos a que “pongan Salsa”.
Con gran admiración hacia su líder, los venezolanos se calmaron confiando en que Capriles haría valer su palabra y obligaría a Maduro, al CNE y al mundo, a reconocer su victoria electoral.
Al paso del tiempo, Capriles se estaba reuniendo con Nicolás Maduro y llamándolo “presidente”. ¡Vaya cojones!
Henrique Capriles el “conciliador”
En 2014, ante la inminente avalancha de caos que se aproximaba a Venezuela, el grupo de oposición más racional, la “resistencia”, convocó a un movimiento que fue llamado “La Salida”. Como Capriles había entregado ya dos elecciones, el objetivo de este movimiento era provocar, justamente, la salida de Nicolás Maduro del Gobierno, para ponerle un punto final a la crisis social, política y económica.
Desde el año 2002, el Gobierno no había temblado tanto como lo hizo durante el surgimiento de “La Salida”. Fue un claro jaque al Gobierno chavista: los ojos del mundo apuntaron hacia Venezuela y la legitimidad nacional e internacional de Maduro se encontraron por el suelo.
Nuevamente la “oposi-blanda”, el tercer y último grupo opositor mencionado al comienzo de la nota, cumplió su evidente función y, queriendo o no, le hizo el juego al Gobierno. Henrique Capriles llamó a la calma, criticó fuertemente a “La Salida” y remarcó que esa no era la vía correcta y que él no apoyaría nada que estuviera fuera de la Constitución –a pesar de que “La Salida” siempre estuvo bajo un absoluto marco constitucional.
Por un lado, el Gobierno asesinaba estudiantes en las calles, y por el otro se reunía a “dialogar” con empresarios sometidos al racionamiento de divisas y políticos incompetentes como Henrique Capriles. Curiosamente, en este diálogo nunca se convocó a las partes que protestaban. Aún así, Capriles y su combo jugaron el rol de pacificadores nuevamente y de una manera gloriosa. El resultado: apagaron el fuego de “la salida” de Nicolás Maduro.
Haciendo un paréntesis
Todo esto parecerá bastante desconcertante, por este motivo es necesario observar brevemente dos momentos que fueron claves:
Arias Cárdenas: un lobo en piel de oveja
Aunque esta lectura de Venezuela pareciera ser tomada de las bases de una novela de conspiración, da la triste casualidad de que su reciente historia difícilmente se diferencia de una. No hay que profundizar sobre especulaciones sin fundamento, y para ello sólo es cuestión de observar los hechos concretos:
En el año 2000, cuando a raíz del cambio constitucional, Hugo Chávez se presenta a elecciones presidenciales para así poder asumir bajo el nuevo orden constitucional, la oposición –carente de todo tipo de competencia en estrategia política– apoya nada más y nada menos que la candidatura del compañero en armas de Chávez, Francisco Arias Cárdenas.
Para un espectador internacional, resultará curioso que la oposición haya otorgado su apoyo a la persona que acompañó a Hugo Chávez durante su Golpe de Estado del año 1992, golpe también auspiciado por la Cuba castrista. Empero sí, así fue.
En ese entonces, tras la proclamación de Chávez, mucho se especuló sobre que los resultados habían sido invertidos, que los votos de Arias Cárdenas habían ido a Chávez, y que los votos de Chávez habían ido a Cárdenas. Así y todo, nunca se logró comprobar esta teoría -algunos dirían que se debe a que toda la evidencia estaba en manos del Estado chavista.
Años después, Arias Cárdenas se reincorporaría -de manera oficial- a las filas chavistas, y hoy en día es el gobernador del estado Zulia por el PSUV (partido chavista).
Referéndum Revocatorio y la Lista Tascón
Ya en 2004, el pueblo venezolano había alzado masivamente su voz contra la tiranía de Chávez, recurriendo a un recurso que contenía la misma Constitución que el régimen chavista había implantado: el Referéndum Revocatorio.
Este mecanismo se podía activar a través de diferentes vías –el presidente lo podía convocar, se podía solicitar desde la Asamblea Nacional, o la ciudadanía podía recurrir a la recolección de firmas hasta cumplir los requisitos que establece la Constitución misma.
Al estar la Asamblea ocupada casi en su totalidad por las fuerzas chavistas, la ciudadanía se vio obligada a recolectar firmas para activar el Revocatorio.
Si hay algo en lo que siempre han sido exitosas las tiranías comunistas, es en su fiel seguimiento de los lineamientos de Maquiavelo: ‘Siempre debes buscar que el pueblo te ame y te tema, pero si debes escoger entre las dos, la más importante es la última’.
De este modo, el chavismo aprovechó la euforia y el optimismo crónico de los venezolanos ante las ganas de convertir a esta iniciativa en un método para liberarse de la tiranía, en una oportunidad para reforzarla mediante la pura represión.
Una vez transcurridas las elecciones –donde nuevamente se especuló sobre un fraude chavista que no pudo ser comprobado– el régimen tomó aquella lista de firmas que se habían recolectado para activar el Referéndum Revocatorio, y la convirtió en una lista negra de enemigos del Estado.
Toda persona que había puesto su firma en contra del Gobierno fue prohibida de trabajar con el Estado. Es así que miles de empleados públicos fueron despedidos sin justificación alguna, más allá del simple hecho de pensar diferente.
Una advertencia
Hay quienes dicen que Capriles trabaja para el Gobierno, y otros que el Gobierno lo tiene bajo amenaza. Es probable que, sencillamente, crea fielmente en el pacifismo a ultranza y que de esta creencia surja una gran incompetencia por su presente ingenuidad.
La realidad es que no importan las razones: todo lo que ha hecho fue extremadamente conveniente para el Gobierno.
Lo más probable es que Capriles sea una persona muy buena, excelente amigo, que ama a los animales y cuida a los ancianos. Pero como líder de oposición, sólo ha servido como un perro pastor para llevar a los venezolanos al matadero una y otra vez –y como el perro pastor, siempre cumple su función de que no se extravíen las ovejas por aquellas “ideas radicales”, como en este caso supo ser “La Salida”.
Jugar al juego de la democracia es jugarle el juego al Gobierno. Esta es la pura realidad.
Las elecciones en Venezuela son fraudulentas desde hace largo tiempo, y su único propósito ha sido capturar a la sociedad venezolana en un frenesí electorero que canaliza las frustraciones de la gente, para impedir medidas viables de enfrentamiento a una dictadura.
La oposición venezolana ha tenido numerosas oportunidades para liberarse del régimen dictatorial. El problema es que muchos en Venezuela, empezando por Capriles, se niegan a llamar a las cosas por lo que realmente son.
Abundan justificaciones psicológicas y sociológicas por esta condición, sin embargo el resultado es siempre el mismo. El sufrimiento de los venezolanos se debe no sólo al Gobierno, sino también a la inocencia, complicidad, ingenuidad, incompetencia y desconexión con la realidad que abunda dentro de la dirigencia opositora.
Este régimen dictatorial castro-chavista es fundamentalmente maquiavélico-leninista. Lenin acertó con precisión cuando dijo que “la mejor manera de controlar a la oposición es liderarla nosotros mismos”.
Luis Silva-Ball es cofundador y Director de Digifianz Inbound Marketing en Argentina. Nacido en Caracas, Luis fue fundador de Estudiantes por la Libertad en Venezuela y América Latina, y estuvo involucrado en numerosas organizaciones políticas y sociales en Venezuela.
Etiquetas: colaboracionismo, Julio Borges Junyent
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