Aldeas Potemkin
Editorial Venezuela Analítica
Vivimos en un estado de permanente engaño. Se nos dice que rompimos las cadenas de la deuda cuando en realidad lo que ha hecho el gobierno es incrementarla de forma considerable. Se nos indica que la nacionalización del petróleo redundará en grandes beneficios para la nación y la realidad es que cada día que pasa la producción petrolera de Venezuela va declinando, lo cual es reconocido aún por la propia OPEP. Se afirma que la criminalidad ha disminuido en el país y el único argumento que se les ocurre es recalificar a los asesinatos señalando que no todos cuentan. Se habla de que Venezuela es de todos y se proclama que PDVSA, la Fuerza Armada, la administración pública , las gobernaciones , alcaldías y consejos comunales deben estar sometidas a la ideología del Jefe Supremo. Se amenaza con nacionalizar empresas porque no se adaptan al modelo socialista cuando en realidad, como en el caso de las cementeras, están produciendo al máximo de su capacidad.
Se habla de libertad de expresión y de democratizar los medios comunicación social, cuando lo que se hace es cerrar RCTV, televisora no controlada por el Estado, e incrementar en forma aberrante los medios de comunicación que están al servicio de la ideología revolucionaria. Supuestamente se promueve el socialismo, la igualdad y la eliminación de la pobreza, cuando es notorio el enriquecimiento de la cúpula gobernante y el surgimiento ostentoso de la “boliburgesía”. Se promulga que la justicia y el parlamento son independientes, y es obvio que reciben ordenes del Jefe. No contentos con ello, con la última ley habilitante, el parlamento delegó sus funciones en el Ejecutivo. Se sostiene que el CNE es un órgano independiente, pero se pudo observar la diligencia con la que respaldó los actos de creación del PSUV .Su intervención llegó a tal nivel que bien podría configurar un caso de peculado de uso. Se anuncian referendos revocatorios de alcaldes y gobernadores, pero cuando son afectos al gobierno los lapsos de recolección de firmas son muy breves y pocos los sitios en los que se recogen las firmas . También es otro engaño la integración del nuevo partido de la revolución, sobran los ejemplos en los que se conmina a los beneficiarios de las misiones a que se inscriban o si no se atengan a las consecuencias.
En fin, como en la época de la Emperatriz Catalina II de Rusia, no sólo tenemos una cabeza imperial sino un país de numerosos funcionarios Potemkins. Una política deliberada de engaños, mal montados, donde se van construyendo realidades ficticias para engañar a los tontos, que a la larga terminará sólo en aldeas de cartón.
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