Más tiempo, nuevas imputaciones
Por: Argelia Ríos
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Sea cual sea su ideología, todos los "hombres fuertes" tienen en común el deseo irrefrenable de permanecer en el poder hasta el último suspiro. También se les identifica por la coartada que emplean para elevarse a los sagrarios de la historia. Siempre es la misma: ...sin excepción, cada uno de ellos simula la construcción de un "gran proyecto nacional", cuyo éxito reclama su investidura perpetua... Pero la codicia desmedida de estos césares, desnuda en realidad un estado de ánimo personal: una certeza que habita en sus fueros internos, donde se ven a sí mismos como pícaros necesitados de detener el tiempo, para eludir la sentencia condenatoria de la sociedad.
Sea cual sea su ideología, todos los "hombres fuertes" tienen en común el deseo irrefrenable de permanecer en el poder hasta el último suspiro. También se les identifica por la coartada que emplean para elevarse a los sagrarios de la historia. Siempre es la misma: ...sin excepción, cada uno de ellos simula la construcción de un "gran proyecto nacional", cuyo éxito reclama su investidura perpetua... Pero la codicia desmedida de estos césares, desnuda en realidad un estado de ánimo personal: una certeza que habita en sus fueros internos, donde se ven a sí mismos como pícaros necesitados de detener el tiempo, para eludir la sentencia condenatoria de la sociedad.
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Acechados por el fantasma del fracaso, nadie sabe mejor que ellos el tamaño de los pecados cometidos y la necesidad de mantenerlos ocultos. La única alternativa es el secuestro del poder, al que asumen como el escudo para su salvación personal. A eso se reducen los planes jactanciosos de quienes ofertan destinos perfectos: a la urgencia de protegerse el pellejo, mientras las naciones aguardan, ad infinitum, por los beneficios de la promesa sempiterna. La significación que estos hombres le atribuyen a su permanencia en el gobierno guarda largas distancias de las esperanzas que suelen generar entre los ingenuos. Concentrados en mantenerse a como dé lugar, sus agendas no contemplan los problemas reales de la gente, sino los temas que garantizan su poder vitalicio...
Estos temas son infinitos y nunca se agotan. La labor de perpetuarse se hace tan ardua como serias son sus consecuencias. En el intento, los dramas sociales se reproducen al mismo ritmo en que se multiplican los atropellos para ocultarlos... La vocación vitalicia exige un único esfuerzo: el de la postergación permanente de las expectativas populares. Al final, nada cambia para el elenco nacional, ni para el César, quien buscando evitar el dictamen negativo de la historia, se agrega nuevas y peores imputaciones...
La reelección continua, o indefinida, o como quiera bautizársele, no será jamás la recompensa por la palabra honrada a través de una obra meritoria. En Venezuela todo está diferido para un después eterno. Sin tener a la mano aún la reelección indefinida, Chávez ha pospuesto para luego las grandes reivindicaciones prometidas. Al conquistar la presea que busca, las posposiciones se justificarán todavía más. La adicción de poder continuará limitando la gestión, que girará incesantemente alrededor de sucesivas y obligantes transiciones. Así, a esta reforma de la Constitución, le seguirá la adaptación posterior de todas las leyes, hasta llegar a la próxima modificación constitucional, antesala de un nuevo ciclo de remodelaciones jurídicas. Farsa tras farsa: plebiscito, tras plebiscito. Truco y retruco para que Chacumbele siga jugando a eludir lo ineludible: el juicio al que asistirá con más graves acusaciones.
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