Todo por la “hegemonía comunicacional”
Por: Manuel Isidro Molina
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El escándalo que fueron a montar Eva Gollinger y Mario Silva en la Asamblea Nacional contra unos periodistas y medios de comunicación social independientes y críticos frente a algunas políticas públicas, errores y corruptelas de funcionarios, se les vino abajo. La maniobra había sido montada con el ánimo de sadismo y destrucción moral que caracteriza el programa que transmite Silva diariamente por Venezolana de Televisión (VTV), muy a gusto del presidente Hugo Chávez Frías y de muchos de sus seguidores.
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El efecto fue contrario al esperado por los artífices del show. 33 periodistas fueron acusados por Gollinger del “delito” de haber sido invitados a Estados Unidos de América, para participar en eventos propios de sus actividades profesionales referidas a la política norteamericana y el entorno internacional. La lista fue retenida porque en ella, supuestamente, aparecen periodistas de todas las tendencias, incluidos varios chavistas que también probaron las mieles del imperio.
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Todos los países del mundo, y más si son potencias de gran tamaño, invitan a periodistas, editores y propietarios de medios radioeléctricos a reuniones de interés público. Siempre lo han hecho y lo seguirán haciendo, lo que contribuye al intercambio cultural entre las sociedades y al estímulo de las similitudes o coincidencias ideológicas, políticas y estratégicas entre los pueblos.
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Ahora, que haya periodistas venezolanos afectos a las políticas de Estados Unidos, Cuba, Rusia, Francia, Alemania, China o Japón, es cuestión de cada quien, de acuerdo con la libre formación o filiación que se tenga. Lo único criticable en ello, sería que su identificación con alguna política extranjera resultare en detrimento de los intereses nacionales venezolanos, no siempre representados por los gobiernos de turno.
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El problema es el aliento monopartidista de los“denunciantes”, atados al juego de la “hegemonía comunicacional” que luchan por conquistar con el ventajismo gubernamental puesto en práctica en Venezuela, desde hace ocho años y medio. Ese monopartidismo autoritario y militarista tiene entre sus herramientas la destrucción moral de quienes le opongan opinión. Cualquier error involuntario o desviación ética individual son inmediatamente utilizados para golpear la vitalidad crítica de periodistas y medios, sin reparar en la dignidad de las personas. Eso pretendieron, mas no pudieron, esta vez.
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Los sabuesos del gobierno están a la caza de cualquier presa, tras la “hegemonía comunicacional”. Algunos parlamentarios no son la excepción, en vez dededicarse con nobleza y responsabilidad al cumplimiento de sus atribuciones constitucionales.
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Ni Gollinger ni Silva resultaron confiables para la mayoría de la población venezolana, durante sus ataques desconsiderados contra un grupo de periodistas profesionales, cuyo “pecado” fue aceptar unas invitaciones del gobierno de Estados Unidos; y en otros casos, denunciar presuntos hechos de corrupción por parte de funcionarios públicos y sus redes de testaferros.
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El gobierno se está enredando en sus propias redes. La guerra comunicacional que ha desplegado en varios frentes, no le ha dado los resultados esperados. La dignidad de los periodistas venezolanos es un hueso duro de roer. El pueblo venezolano valora la importancia del periodismo libre e independiente, combativo y de denuncia. Históricamente, la gente ha tenido siempre a su lado a los periodistas y su Gremio, frente a dictaduras militares y los desvaríos autoritaristas de gobiernos electos democráticamente; sus anhelos y realizaciones han sido atendidos y expuestos oportunamente, por el bien público y el crecimiento social con justicia.
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Independientemente de errores involuntarios o desviaciones éticas individuales, el periodismo venezolano se distingue por su responsabilidad social y su lucha por el pluralismo y la libertad de expresión al servicio de la gente. Eso no tienen por qué saberlo Mario Silva o Eva Gollinger, ni importa si se preocupan o no por instruirse un poco sobre la historia del periodismo venezolano, su rol catalizador en los procesos socio-políticos y su vigencia en la actualidad. Importa sí, que un parlamento de tan baja raigambre político-social, se haya prestado para servir de escenario de tal patraña.
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La Asamblea Nacional, electa por apenas el 18% de los electores y electoras, y prácticamente despojada de sus atribuciones legislativas por una ley habilitante sin precedentes, había quedado para aprobar créditos adicionales, nombramientos de embajadores y acuerdos monocolores. Y ya era bastante, su prestigio había rodado. Pero, ahora, con este tipo de patrañas que persiguen enlodar y descalificar moralmente no sólo a personas sino al ejercicio de una profesión tan digna y exigente como el periodismo, algunos de sus integrantes no hacen más que tejer su saco mortuorio
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