La AN y el Bodrio Constitucional
Por: Manuel Isidro Molina
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La actual Asamblea Nacional no está en capacidad política de asumir los cambios constitucionales referidos públicamente por diversos voceros gubernamentales, debido a su debilidad de origen y ausencia de pluralismo ideológico y político.
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El 4 de diciembre de 2005, hubo elecciones parlamentarias en Venezuela. Fueron un fenómeno político estremecedor, por el masivo ausentismo de las y los electores. 75% de abstención y 7% de votos nulos sumaron un 82% de vacío para las diputadas y diputados emergidos de aquella jornada comicial; sólo el 18% voto efectivamente por las y los actuales parlamentarios.
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Una reforma, como la esbozada parcialmente por el presidente Hugo Chávez y conocida extra oficialmente sobre papeles de trabajo de la comisión presidencial, no puede ser analizada y decidida formalmente por una Asamblea Nacional que no representa la voluntad mayoritaria ni las más importantes expresiones del pluralismo del pueblo de Venezuela. Este es un punto previo inevadible. Si la Asamblea Nacional está imposibilitada políticamente de asumir el trascendental paso de introducir cambios constitucionales significativos, lo conducente democráticamente es la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, según lo establece la Constitución en sus artículos 347, 348 y 349, con suficiente tiempo y reposo espiritual como para que el nuevo texto constitucional sea asumido con respeto por la diversidad del pueblo venezolano. El presidente Chávez y sus más cercanos asesores pretenden burlar doblemente la Constitución: primero, evadiendo con cínicas maniobras lo pautado en el artículo 342 para la “reforma constitucional” concebida como “revisión parcial de esta Constitución y la sustitución de una o varias de sus normas que nomodifiquen la estructura y principios fundamentales del texto constitucional”; y segundo, evitando caer en un proceso político de transformación constitucional como el de la Asamblea Nacional Constituyente, que se les puede ir de las manos.
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Chávez, el único que manda e impone (su entorno no cuenta, para las decisiones finales), prefiere la maniobra táctica maquiavélica, como buen autoritarista y militarista que es. Viene fraguando “un aplique”,una trampa impuesta de hecho, en este caso, facilitada por el dominio que él tiene sobre una endeble y temerosa Asamblea Nacional, carente de legitimidad de origen y con enorme ilegitimidad política. Tanto, que le fueron arrancadas las potestades legislativas mediante una “Ley Habilitante”, en vigencia, que prácticamente trasladó la labor legislativa al Poder Ejecutivo. La AN quedó para aprobarle al gobierno los créditos adicionales, el nombramiento de embajadores, convenios internacionales y unos acuerdos políticos verdaderamente lamentables por su pobreza intelectual y el tufo monopartidista que los invade.
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La utilización de una institución política tan débil como la AN, para procesar el bodrio constitucional que cocinan en Miraflores, es un riesgo político de alta peligrosidad. Esta advertencia va directamente al presidente de la República, quien concentra el poder monopartidista autocráticamente. Puede ser que sus adulantes le estén soplando a la oreja, que tienen una mayoría determinante en la sociedad venezolana, como para imponer el bodrio constitucional; pero, eso no es verdad. Por ejemplo, en materia de reelección presidencial indefinida (“continua”, Cilia Flores dixit), carece de respaldo incluso en importantes franjas de quienes hasta ahora lo han respaldado a pesar de sus errores e irresponsabilidades personales, y de la ineficiencia y pestilentes corruptelas de su gobierno.
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Creen que “tienen el mandado hecho”, para atropellarla diversidad política e ideológica, y así imponer el bodrio constitucional mediante el abuso de poder que embarga la utilización masiva e intensa de todos los recursos del Estado a favor de los propósitos de una parcialidad política.
Los adulantes medradores que tiene a su merced el presidente Chávez, no tienen remedio, comenzando por los altos representantes de los Poderes Públicos que le han servido dócilmente, en estos tiempos de neogomecismo, que será hurgado por la historia. Actúan como leguleyos, sin vergüenza, capaces de plasmar en textos para la reforma constitucional, lo que se le vaya ocurriendo al presidente Chávez, a quien sirven sin rubor, bajo el entendido de que él (Chávez) puede hacer lo que quiera y cuando quiera. Son los peores enemigos que tienen los desarrollos democráticos de Venezuela y la paz social y política que debemos cultivar.
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