Mas Inflación, Mas Pobreza
Por: José Rafael López Padrino
Las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV) indican que en junio la inflación registró una cifra de 2,4%, lo cual determina un acumulado de 15,1% en el primer semestre del 2008, estas cifras prácticamente sepultan las estimaciones oficiales anunciadas por los voceros del régimen (19,5%). Pero más grave aún, es que la misma pudiese alcanzar un 30 – 32% para final de año, es decir casi el doble de la estimación divulgada. Sin embargo, el impacto inflacionario ha sido mayor en los sectores humildes 37,5% que en los sectores de mayores ingresos 29,9% de acuerdo al BCV. Los incrementos en los precios han sido 51,5% en los productos agrícolas, 35,8% en los pesqueros, 46,1% en los provenientes de la agroindustria, y 32,1% en el costo del transporte. Estas cifras alarmantes demuestran primeramente el fracaso de una política económica neoliberal heterodoxa (subejecución del gasto, recorte de la emisión, incremento de tasas de interés, impuestos regresivos) puesta en marcha por el régimen. Segundo lo falaz de las predicciones oficiales en cuanto a las metas inflacionarias. Lo cual de paso no es nada nuevo, ya que la meta establecida en el 2007 fue de 12% pero la misma alcanzó la cifra de un 22,5% y en el año 2006 la anunciada fue de 12% pero esta se situó en un 17% al final del año. No olvidemos que Venezuela estuvo casi 12% por encima de la tasa inflacionaria en el 2006 y 16,1% en el 2007 con respecto al resto de los países de la América Latina.
El país padece las consecuencias de una inflación estructural, mecanismo económico perverso propio del sistema capitalista, orientado a una redistribución del ingreso en favor de los más ricos y en desmedro de los más pobres. Obviamente, la persistencia de esta inflación estructural se ha traducido en un aumento de la pobreza, al profundizarse la desigualdad en la distribución de la riqueza, algo totalmente contrario a la fraudulenta retórica oficialista. La inflación, es uno de los impuestos más regresivos y concentradores de la riqueza que cualquier Gobierno puede imponer a la población. La misma afecta a toda la población, pero en especial a las clases más desposeídas: i) porque los ingresos fijos (salarios) que perciben pierden valor y por ende capacidad adquisitiva en la medida que los bienes se encarecen y ii) no tienen como contrarrestar la inflación, al carecer de la solvencia económica que le permita la compra de bienes inmuebles, instrumentos financieros (bonos de alto interés) o monedas extranjeras que eventualmente se revalúan en relación al bolívar. Sin embargo, el impacto ha sido muy diferente en los sectores acaudalados (burguesía tradicional o boliburguesía), quienes han podido contrarrestar la inflación a través i) de las opciones enumeradas anteriormente, ii) mediante un alza de los precios de los productos elaborados y iii) bajando los costos de producción de los mismos a través de la flexibilización, precarización y superexplotación de la fuerza de trabajo. Pero además, estos sectores (sector financiero – grandes empresarios) se han beneficiado de una política preferencial instrumentada por el gobierno del tte coronel, la cual se ha traducido en la creación de fondos de ayuda para la inversión, en subsidios, en la flexibilización de trámites para obtención de divisas, en la eliminación del Impuesto a las Transacciones Financieras y en la condonación de deudas.
Vivimos la deformaciones y vejaciones socio-económicas propias de un capitalismo de Estado-militarizado que en nombre de un supuesto socialismo se está apoderando de los principales medios de producción del país, así como conculcando lo derechos de los trabajadores. El régimen está atrapado por los efectos de una inflación estructural que motoriza su propio modelo capitalista neoliberal (míseros salarios altas cifras de desempleo e informalidad (buhonerismo), tercerización laboral, falta de seguridad social, violación del derecho a la negociación colectiva etc.). Este es el verdadero rostro del socialmilitarismo del Siglo XXI, impulsado por el tte coronel, su grupete de focas dóciles uniformadas y el rebaño de cortesanos del PSUV.
El país padece las consecuencias de una inflación estructural, mecanismo económico perverso propio del sistema capitalista, orientado a una redistribución del ingreso en favor de los más ricos y en desmedro de los más pobres. Obviamente, la persistencia de esta inflación estructural se ha traducido en un aumento de la pobreza, al profundizarse la desigualdad en la distribución de la riqueza, algo totalmente contrario a la fraudulenta retórica oficialista. La inflación, es uno de los impuestos más regresivos y concentradores de la riqueza que cualquier Gobierno puede imponer a la población. La misma afecta a toda la población, pero en especial a las clases más desposeídas: i) porque los ingresos fijos (salarios) que perciben pierden valor y por ende capacidad adquisitiva en la medida que los bienes se encarecen y ii) no tienen como contrarrestar la inflación, al carecer de la solvencia económica que le permita la compra de bienes inmuebles, instrumentos financieros (bonos de alto interés) o monedas extranjeras que eventualmente se revalúan en relación al bolívar. Sin embargo, el impacto ha sido muy diferente en los sectores acaudalados (burguesía tradicional o boliburguesía), quienes han podido contrarrestar la inflación a través i) de las opciones enumeradas anteriormente, ii) mediante un alza de los precios de los productos elaborados y iii) bajando los costos de producción de los mismos a través de la flexibilización, precarización y superexplotación de la fuerza de trabajo. Pero además, estos sectores (sector financiero – grandes empresarios) se han beneficiado de una política preferencial instrumentada por el gobierno del tte coronel, la cual se ha traducido en la creación de fondos de ayuda para la inversión, en subsidios, en la flexibilización de trámites para obtención de divisas, en la eliminación del Impuesto a las Transacciones Financieras y en la condonación de deudas.
Vivimos la deformaciones y vejaciones socio-económicas propias de un capitalismo de Estado-militarizado que en nombre de un supuesto socialismo se está apoderando de los principales medios de producción del país, así como conculcando lo derechos de los trabajadores. El régimen está atrapado por los efectos de una inflación estructural que motoriza su propio modelo capitalista neoliberal (míseros salarios altas cifras de desempleo e informalidad (buhonerismo), tercerización laboral, falta de seguridad social, violación del derecho a la negociación colectiva etc.). Este es el verdadero rostro del socialmilitarismo del Siglo XXI, impulsado por el tte coronel, su grupete de focas dóciles uniformadas y el rebaño de cortesanos del PSUV.
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