Tercerización Laboral Bolivariana
Por: José Rafael López Padrino
La tercerización laboral constituye unos de los tantos mecanismos perversos del capitalismo neoliberal que facilita la explotación de los trabajadores, elimina sus conquistas laborales y atenta contra su sindicalización. Pero además, la tercerización no representa una verdadera solución al desempleo, pues tan sólo genera trabajos temporales, bajo condiciones precarias para el trabajador. Estas formas de super-explotación le garantizan al patrón capitalista (Estado–sector privado) disminuciones sustanciales en los costos de producción y por ende una mayor plusvalía.
En Venezuela la tercerización no es un fenómeno nuevo, surgió, en los años cincuenta, cuando las empresas petroleras al amparo del régimen dictatorial del general Marcos Pérez Jiménez transfirieron miles de trabajadores de las nóminas centrales a terceros (contratistas petroleros). Transcurrieron muchos años de lucha y fue en el año de 1960, con la aprobación de la nueva contratación colectiva de los trabajadores petroleros, que los tercerizados de la industria fueran incorporados a la nómina principal y recibieran los mismos beneficios que el resto de sus compañeros.
Contrariamente a la propaganda "goebbeliana" del tte coronel, su proyecto capitalista-militarizado ha profundizado la tercerización laboral en todas las empresas del Estado y ha facilitado su implementación en el sector privado. A través de la creación de las "misiones sociales", las "cooperativas", las "empresas de cogestión social", los trabajadores han sido sujetos a una infame explotación mediante el pago de salarios viles, unido a la eliminación de sus derechos laborales (estabilidad, antigüedad, sindicalización) y a la desaparición de muchas de sus conquistas sociales (bonos vacacionales, caja de ahorro, aguinaldos, seguros de HCM, etc.).
Empresas del Estado como Pdvsa, Sidor (recientemente "socializada"), Alcasa, etc., son buenos ejemplos de esta nefasta política, en la cual miles de trabajadores laboran bajo la condición de tercerizados; ello a pesar de las falsas promesas del régimen de su incorporación a la nómina principal (caso Sidor).
En una situación equivalente se encuentra un buen número de trabajadores contratados por el Estado (32%), quienes no disfrutan de la estabilidad laboral, antigüedad y de muchas otras prestaciones sociales contempladas en las contrataciones colectivas.
En síntesis, el régimen aplica rigurosamente los libretos flexibilizadores sugeridos por los organismos financieros internacionales, puestos en práctica por quienes en el pasado cuestionaron su aplicación, pero que hoy los ejecutan y defienden desde los altos cargos que ocupan en el régimen.
Créase o no, las desregulaciones laborales, la tercerización, el antisindicalismo y la ausencia de un sistema de seguridad social han sido y siguen siendo los paradigmas laborales del tte coronel y su socialmilitarismo del siglo XXI.
La tercerización laboral constituye unos de los tantos mecanismos perversos del capitalismo neoliberal que facilita la explotación de los trabajadores, elimina sus conquistas laborales y atenta contra su sindicalización. Pero además, la tercerización no representa una verdadera solución al desempleo, pues tan sólo genera trabajos temporales, bajo condiciones precarias para el trabajador. Estas formas de super-explotación le garantizan al patrón capitalista (Estado–sector privado) disminuciones sustanciales en los costos de producción y por ende una mayor plusvalía.
En Venezuela la tercerización no es un fenómeno nuevo, surgió, en los años cincuenta, cuando las empresas petroleras al amparo del régimen dictatorial del general Marcos Pérez Jiménez transfirieron miles de trabajadores de las nóminas centrales a terceros (contratistas petroleros). Transcurrieron muchos años de lucha y fue en el año de 1960, con la aprobación de la nueva contratación colectiva de los trabajadores petroleros, que los tercerizados de la industria fueran incorporados a la nómina principal y recibieran los mismos beneficios que el resto de sus compañeros.
Contrariamente a la propaganda "goebbeliana" del tte coronel, su proyecto capitalista-militarizado ha profundizado la tercerización laboral en todas las empresas del Estado y ha facilitado su implementación en el sector privado. A través de la creación de las "misiones sociales", las "cooperativas", las "empresas de cogestión social", los trabajadores han sido sujetos a una infame explotación mediante el pago de salarios viles, unido a la eliminación de sus derechos laborales (estabilidad, antigüedad, sindicalización) y a la desaparición de muchas de sus conquistas sociales (bonos vacacionales, caja de ahorro, aguinaldos, seguros de HCM, etc.).
Empresas del Estado como Pdvsa, Sidor (recientemente "socializada"), Alcasa, etc., son buenos ejemplos de esta nefasta política, en la cual miles de trabajadores laboran bajo la condición de tercerizados; ello a pesar de las falsas promesas del régimen de su incorporación a la nómina principal (caso Sidor).
En una situación equivalente se encuentra un buen número de trabajadores contratados por el Estado (32%), quienes no disfrutan de la estabilidad laboral, antigüedad y de muchas otras prestaciones sociales contempladas en las contrataciones colectivas.
En síntesis, el régimen aplica rigurosamente los libretos flexibilizadores sugeridos por los organismos financieros internacionales, puestos en práctica por quienes en el pasado cuestionaron su aplicación, pero que hoy los ejecutan y defienden desde los altos cargos que ocupan en el régimen.
Créase o no, las desregulaciones laborales, la tercerización, el antisindicalismo y la ausencia de un sistema de seguridad social han sido y siguen siendo los paradigmas laborales del tte coronel y su socialmilitarismo del siglo XXI.
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