Muera la Opresión!
¿Qué debe ocurrir para que la población -por lo menos la mitad de país- se movilice y salga a defender sus derechos de los arrebatones gubernamentales a puertos, plazas o mercados populares que les pertenecen a las comunidades y son administrados por sus legítimas autoridades? Sinceramente, no lo sé. Hemos dejado pasar asuntos muy graves y trascendentes sin reaccionar, nos quedamos protestando y despotricando frente a los televisores y cuando salimos a la calle nos comportamos como un pueblo sometido, acostumbrado a recibir afrentas y a soportar todo tipo de humillaciones. No nos hace honor el "gloria al bravo pueblo" que menciona el himno nacional. Chávez se aprovecha del discurso pacifista de la oposición para crear hábitos de sumisión en buena parte de la ciudadanía que, sumados al eterno discurso nacionalista y al despliegue armamentístico con los cuales amenaza, le permiten construir libremente su fulano Socialismo del Siglo XXI, que no es más que una férrea dictadura impresentable (por eso tiene amigos como el carnicero de Sudán, al que acaba de invitar al país). Estamos presenciando, sin anestesia alguna, una acción de extermino con los alcaldes y gobernadores de oposición. La capacidad de aplastamiento de Hugo Chávez no tiene parangón en la historia del país, pero como somos demócratas y no tenemos límites en nuestra condescendencia, hemos terminado por aceptar todos los desmanes y nos estamos tragando el autoritarismo como si nos administraran un purgante. Perdimos hasta el sentido de la autodefensa. Los discursos de la dirigencia política no hacen otra cosa que reforzar la vocación pacifista -al menos la de una mitad del país. Eso es políticamente correcto, pero ineficiente ante los métodos inescrupulosos y violentos ejecutados por el Gobierno.
Venezuela no es la India de Gandhi, donde la filosofía política de la no violencia terminó desalojando a los británicos. Hasta Gandhi tuvo que revisar su opinión y llegó a la conclusión de que, aunque los británicos respondieron a su técnica de la resistencia pasiva, otros opresores podrían no hacerlo. En vez de inspirarnos en Gandhi, hagámoslo con la letra de Vicente Salias que con música de Juan José Landaeta escuchamos a diario hasta cansarnos. Pero ni la oímos, ni queremos aprender.
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