Decálogo Virtuoso
DIEZ VALORES CONSTRUCTIVOS PARA SALIR DE LA CRISIS… DE VALORES
Por: Ing. Roberto Palmitesta D.
Correo: rpalmi@yahoo.com )
No hay duda que estamos inmersos en una compleja crisis social, caracterizada por: una ola de criminalidad, un alto desempleo, la más alta inflación del hemisferio, servicios deficitarios de agua, luz, transporte, educación y salud, una reducida capacidad industrial y agroalimentaria, bajas ventas comerciales, y un alto grado de corrupción entre otros factores negativos que indican una recesión y una desajuste institucional sin precedentes y una gran dependencia de los precios petroleros, y por ende de los ingresos fiscales. No todas estas fallas pueden atribuirse a la crisis económica mundial, ya que con su ingente renta petrolera, el país debería haber capeado la tormenta sin recurrir a medidas efectistas e improvisadas o un alto endeudamiento, como sucede actualmente.
Además de los síntomas evidentes de la crisis, es bueno señalar los antivalores o fallas humanas que están contribuyendo a la crisis. Nos referimos a: facilismo, corrupción, abuso de autoridad, irrespeto, ineficiencia, derroche, apatía, , egoísmo, codicia, dogmas, hedonismo, injusticia, venganza, maldad, improvisación y lealtad ciega a una causa o un líder. En particular este último criterio siempre ha sido causa de ineficiencia gubernamental, porque antepone los intereses egoístas de un grupo o líder a los de toda la sociedad. Ejemplos patentes han sido personajes de ingrata recordación como Hitler, Mussolini, Stalin, Mao, Franco, Perón, Strossner, Trujillo, Castro, Kim Il Sung y Jong-Il, Pol Pot, Sukarno, Amin, Mugabe y otros.
Según los expertos y analistas esta compleja crisis puede resolverse sólo a la larga, pues las medidas mágicas y expeditas nunca han servido para resolver las crisis cuando son originadas por la falta de valores. Está visto que sólo con la aplicación sistemática de ciertos valores constructivos como los siguientes se puede combatir los efectos de la crisis y cambiar la tendencia negativa que se evidencia en la situación actual, que nos puede llevar a un cuadro muy comprometedor y destructivo, frustrando cualquier esperanza de progreso en los años venideros.
Este decálogo incluye mayormente los siguientes valores, que a su vez están relacionados con otros valores muy difundidos que anotamos a la derecha.
INTEGRIDAD honestidad, lealtad, sinceridad, convicción, respeto
RESPONSABILIDAD logros, justicia, civilidad, patriotismo, familia, salud
AUSTERIDAD humildad, naturaleza, adaptación, racionalidad
PERSEVERANCIA esfuerzo, paciencia, templanza, disciplina, logros
PARTICIPACION creatividad, iniciativa, confianza, comunicación
TOLERANCIA libertad, respeto, paz, dialogo, civilidad, paciencia
EFICIENCIA trabajo, comunicación, planificación, logros
LIBERTAD autonomía, civilidad, sociedad, progreso, justicia
SOLIDARIDAD equidad, gratitud, autoestima, compasión, bondad
RACIONALIDAD sabiduría, cultura, felicidad, esperanza, inteligencia
Estos valores también contrarrestan los famosos 7 PECADOS CAPITALES definidos por la Iglesia en la Edad Media, o sea: codicia, pereza, lujuria, gula, envidia, soberbia y la ira, fallas más bien basadas en las debilidades humanas, pero que también tienen que ver en cualquier crisis, en mayor o menor grado. Por ejemplo la responsabilidad y eficiencia, solidaridad y racionalidad atajan grandemente la pereza, la ira y la codicia, lo mismo que la gula, la soberbia y la envidia. Pero mejor concentrémonos en valores más modernos y prácticos, que seguramente serán más útiles para atenuar la compleja crisis institucional y socio-económica que vivimos.
INTEGRIDAD
Una persona íntegra es mucho más que una persona honesta. Claro que hay que respetar las leyes y las normas comunitarias, pero éstas a veces pueden ser erradas, tendenciosas o poco aplicables, por lo que hay que tener el coraje de señalar sus fallas y mejorarlas con nuestro aporte. También hay que ser consecuentes con nuestras decisiones si fueron hechas sin coacción, respondiendo por sus consecuencias pero con la disposición a cambiar de rumbo si no responden a nuestros objetivos o el bienestar de nuestros familiares, amigos y vecinos. Asimismo hay que tener el coraje de ser honesto no sólo hacia los demás sino consigo mismo, reconociendo lo evidente y no empeñarnos en conductas perjudiciales, como ciertos vicios y hábitos malsanos, la adhesión a causas nocivas o caducas, o en posturas adoptadas sin reflexión.
RESPONSABILIDAD
Tendemos a culpar de nuestros problemas a otros, a la mala suerte, al destino o a designios divinos, cuando –si somos sinceros-- la mayor responsabilidad es siempre nuestra, sea por acción, ignorancia u omisión. La responsabilidad exige que admitamos nuestros errores y vicios, pero también enmendar los primeros y corregir los segundos. De otro modo no sirve de mucho la admisión de culpa. Y si se tiene un cargo, en funciones públicas o en una empresa privada, se impone revisar frecuentemente la descripción del puesto para recordar cuáles son nuestras responsabilidades y lealtades. Además de éstas, por las que nos pagan en el cargo, no olvidemos otras responsabilidades que tenemos como persona, padre, esposo, hijo y miembro de un grupo o… como simple ciudadano.
AUSTERIDAD
En una sociedad moderna y llena de consumismo, tendemos a derrochar o a malgastar muchos recursos valiosos, que se pudieran ahorrar o reciclar. No se trata sólo del dinero que ganamos, que debería guardarse parcialmente para tiempos difíciles, sino de todo lo que usamos, como ropa, calzado, muebles, enseres y aparatos, el automóvil, la casa, etc. dándoles un mantenimiento oportuno para que duren lo más posible, evitando así la contaminación y destrucción ambiental que implica su desecho o reposición a destiempo. Esta actitud es aún más importante si se ejerce cargos públicos, cuidando los equipos y bienes que pertenecen a todos para que no tengan que reponerse a destiempo, o haciendo un uso responsable de ciertos servicios públicos como electricidad, agua, transporte y telefonía, que implican el consumo de recursos valiosos y costosos. En fin, se impone evitar el consumismo y la ostentación, optando por el ahorro y la conservación, si queremos vivir en un planeta y un país más hospitalario.
PERSEVERANCIA
A menudo nos rendimos muy fácilmente o buscamos soluciones inmediatas a nuestros problemas, cuando se impone enfoques y acciones de fondo para evitar que sean recurrentes. Esto es muy aplicable al progreso en nuestros estudios o nuestro trabajo, donde hay que ser perseverante si queremos obtener un grado o diploma valioso, o escalar posiciones en una empresa, pública o privada, trabajando con mística y lealtad para que ésta progrese o al menos cumplan sus funciones básicas. Hay que estar consciente que nada bueno se logra sin esfuerzo o constancia, y que las cosas que nos llegan con facilidad o hechas con desgano no duran ni dan la satisfacción adecuada. El facilismo está en la base de muchos de nuestros males, por lo que se impone la planificación, actividad tesonera y consecuente, para tener logros sustanciales a largo plazo.
PARTICIPACION
A veces evitamos involucrarnos y esperamos que otros resuelvan nuestros problemas, cuando lo que hace falta es que todos aportemos algo a la medida de nuestras posibilidades. Muchos males perduran en el tiempo, ya que nadie hizo nada para atacarlos, al creer que no dependen de nosotros o no son nuestro problema. Los derechos van acoplados a nuestros deberes, y si no participamos, no podemos reclamar luego. Esto es cierto tanto en el edificio, urbanización o barrio donde vivimos, como en la comunidad educativa, el grupo al que pertenecemos y el país donde vivimos, donde se requiere un aporte de nuestro tiempo, habilidad o recursos para lograr resultados óptimos.
Esto implica no sólo opinar y señalar defectos al detectarlos, sino proponer soluciones y colaborar en la aplicación de las mismas, emitiendo el voto apropiado cuando se nos solicite.
TOLERANCIA
Este valor permite una convivencia armoniosa en la pareja, la familia, el círculo de amigos, el trabajo o el país. Al aceptar a otros a pesar de sus defectos, opiniones y posturas, permitimos que estén a nuestro lado cooperando con nuestras metas. Hay que erradicar toda discriminación por razones de aspecto físico, edad, raza, religión, ideología, clase social, nivel en un escalafón de trabajo, tratando a todos con equidad y respeto, pues cada uno tiene su rol y puesto en una sociedad armónica. Así tolerarán también nuestras imperfecciones, aceptando humildemente que todos pertenecemos a la especie humana y a este planeta, y que nuestro objetivo común es vivir armoniosamente y lo mejor posible –siempre sin perjudicar a otros- durante el corto período en que permanecemos sobre la faz de la tierra.
EFICIENCIA
Siempre hay varias opciones a la hora de resolver un problema, y se impone tratar de escoger la que sea más eficiente, y no sólo la más eficaz a corto plazo. Esto implica escoger la que provea la mejor relación costo-beneficio, o sea que permita la mayor productividad con la menor inversión de recursos, tanto materiales y temporales como humanos. De ahí que las empresas más productivas son siempre las que logran objetivos de la manera más eficiente posible, pero sin dañar el ambiente, perjudicar a alguien o marginar a grupos sociales. Si queremos progresar en este mundo globalizado y competitivo, hay pocas alternativas a aceptar la eficiencia como valor esencial, siempre que esté matizada de sensibilidad humana, para no convertirnos en simples máquinas al servicio de empresas rentables.
LIBERTAD
La libertad de acción implica escoger entre las mejores opciones, acorde con las circunstancias. Esto no significa libertinaje o hacer lo que se quiera y sin restricciones, ya que toda sociedad nos impone normas para evitar conflictos de intereses y la justicia ventilar disputas entre éstos. Pero mientras haya leyes equitativas y hay un arbitraje justo en los conflictos (justicia imparcial), una persona debe ser libre para escoger lo más idóneo para el interés y bienestar propios, o de la gente a su cargo. Aunque las decisiones colectivas por mayoría son necesarias en la sociedad moderna y democrática, dichas decisiones no deben ser adoptadas sin reflexión o sin considerar opiniones disímiles, especialmente si las propuestas responden a parcialidades interesadas en perseguir fines personales o grupales.
SOLIDARIDAD
No estamos solos en una sociedad y por ende no se puede ser egoísta, ignorando las necesidades de los demás, ya que existe una interrelación en los integrantes de un conjunto social. Siempre dependemos de otros para cumplir con nuestras metas, y por ende está en nuestro interés ayudar a otros a sobrevivir dignamente y cumplir con sus propias metas existenciales. Podemos ser ambiciosos y progresar gradualmente, a medida de nuestros logros, pero conservando siempre la humildad y la perspectiva. No se puede ser indiferente a los problemas ajenos ni a los de la comunidad, ya que eventualmente nos afectarán en mayor o menor grado, por lo que es preferible prevenir y ser solidario, acorde con nuestras posibilidades, antes de que se llegue a una crisis comunitaria o nacional, con peores consecuencias para todos.
RACIONALIDAD
Como animales racionales que somos, la evolución nos ha permitido llegar a un estado de cosas en que es preferible aplicar la racionalidad en la mayoría de las decisiones, para que éstas sean efectivas y puedan implementarse con un mínimo de conflicto. Analizar todas las facetas de un problema y tomar decisiones estando bien informados, es algo que responde a los mejores intereses individuales o de grupo, máxime si se trata de una decisión crucial, como la carrera, la pareja, una inversión significativa, un problema comunitario o el sistema de gobierno. Ante todo hay que evitar tanto el fanatismo que ofusca la razón y nos hace seguir criterios dogmáticos o erráticos, como las creencias en entes sobrenaturales que no pueden contribuir a la solución de problemas terrenales. Con un análisis apropiado y la información adecuada, y concediendo un peso razonable a las prioridades, se puede resolver cualquier problema, mientras se evitan malas decisiones, generalmente debido a premisas incorrectas, datos deficientes, actitudes emotivas, intereses malsanos o la prisa por lograr soluciones fáciles.
Ciertamente hay muchos otros valores importantes, pero los arriba señalados engloban a la mayoría, siendo esenciales para la convivencia, el avance personal y, consecuentemente, para el progreso social. Recomendamos a los padres, familiares y educadores tratar de inculcar estos valores desde temprana edad, ya que luego puede ser tarde, al adquirir las jóvenes ciertos prejuicios o hábitos nocivos. Exhortamos re-enviar este mensaje a amigos, colegas, vecinos y familiares, así como a entidades públicas, instituciones educativas y agrupaciones sociales en nuestros ámbitos sociales, con la convicción de que se producirá gradualmente una sinergia positiva que eventualmente beneficiará a todos.
Asimismo se invita a las ONG a imprimir o publicar este texto en folletos, revistas o boletines, para darle la mayor difusión posible, si están convencidos de que la construcción de una mejor sociedad sólo es posible gradualmente, a medida de que las personas adopten y practique estos valores constructivos. Pero ante todo, es bueno reconocer que la profunda crisis política, social y económica que sufrimos es mayormente una crisis de valores, de modo que no hay soluciones fáciles a la misma y sólo el regreso a estos valores puede aminorar sus efectos nocivos y duraderos.
Etiquetas: Decálogos
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