Crece la sombra de Irán en América latina
Una Amenaza concreta
El nuevo aniversario de la Revolución Islámica en Irán permite reflexionar sobre algunas de sus implicancias en el presente latinoamericano.
El régimen del presidente Mahmoud Ahmadinejad está en carrera para obtener poder de fuego nuclear, circunstancia alarmante si consideramos que el líder iraní pretende “borrar del mapa” al Estado de Israel.
El nuevo aniversario de la Revolución Islámica en Irán permite reflexionar sobre algunas de sus implicancias en el presente latinoamericano.
El régimen del presidente Mahmoud Ahmadinejad está en carrera para obtener poder de fuego nuclear, circunstancia alarmante si consideramos que el líder iraní pretende “borrar del mapa” al Estado de Israel.
Por: Sergio Widder*
El nuevo aniversario de la Revolución Islámica en Irán permite reflexionar sobre algunas de sus implicancias en el presente latinoamericano.
El régimen del presidente Mahmoud Ahmadinejad está en carrera para obtener poder de fuego nuclear, circunstancia alarmante si consideramos que el líder iraní pretende “borrar del mapa” al Estado de Israel.
En nuestra región existe un bloque de aliados para las ambiciones de “exportar” la Revolución. El caso más emblemático es Hugo Chávez en Venezuela, acompañado por Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. Junto con Cuba, estos países son el núcleo duro del bloque de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA). Este bloque es el principal apoyo para la creciente penetración iraní en América latina.
Empecemos por Bolivia: los lazos del presidente Evo Morales con el gobierno de Ahmadinejad son muy estrechos; comparten intereses en la explotación de recursos energéticos y también iniciativas sociales, como la construcción de un gran hospital que llevará el nombre Hospital Irán - Sociedad de la Media Luna Roja Iraní, que atenderá a unas 800 mil personas en El Alto, cerca de La Paz, donde la popularidad de Morales es abrumadora.
Los encuentros de Hugo Chávez con su colega iraní son periódicos, y los servicios prestados por Venezuela a favor de los intereses de su socio han pretendido afectar la investigación del atentado contra la AMIA. Cuando el fiscal Alberto Nisman emitió su dictamen contra funcionarios iraníes por el ataque terrorista de 1994, el entonces embajador venezolano en Argentina sugirió a Luis D’Elía que organizara una manifestación en apoyo a Irán. Esto provocó la salida de D’Elía del gobierno de Néstor Kirchner y la exigencia por parte de Argentina para que Chávez cambiara su embajador.
También preocupa la cálida bienvenida brindada a Ahmadinejad por el presidente de Brasil, Lula da Silva. La legitimación otorgada por un líder de talla internacional como Lula abrió una nueva dimensión para Irán en las Américas. Brasil tuvo que pagar para hacer negocios con Ahmadinejad: Lula elogió las “legítimas elecciones” ganadas por el presidente iraní (pese a la brutal opresión contra los disidentes en las calles de Teherán). Hay que recordar que la investigación de Nisman identifica un punto de contacto con Brasil: la persona sospechosa de haber liderado la “conexión local”, Samuel Salman El Reda, tuvo una casa en Foz de Iguazú, en la Triple Frontera.
Durante 2010-2011 Brasil ocupa uno de los asientos no permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU, y tomará parte en las discusiones acerca del programa nuclear iraní.
En este contexto, se destaca por contraste la posición argentina. Además de la investigación judicial en curso en relación con la AMIA, tanto el ex presidente Néstor Kirchner como la actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, formularon duras condenas contra Irán en sucesivas ediciones de la Asamblea General de la ONU.
La red iraní está creciendo en América latina, apoyada en sus relaciones con el bloque ALBA y, de modo más estratégico, con Brasil. Teherán lo necesita, dado que su aislamiento en otras regiones puede incrementarse.
Quizá sea hora de promover nuevas acciones por parte de la comunidad internacional, como la retirada de delegados de diversas nacionalidades durante la Conferencia de Seguimiento de Durban (Durban II) y la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y en el ámbito regional, fortalecer la promoción de los valores democráticos y libertarios tan impopulares para el gobierno iraní y que, afortunadamente, ya se encuentran consolidados en la mayor parte de América latina.
El régimen del presidente Mahmoud Ahmadinejad está en carrera para obtener poder de fuego nuclear, circunstancia alarmante si consideramos que el líder iraní pretende “borrar del mapa” al Estado de Israel.
En nuestra región existe un bloque de aliados para las ambiciones de “exportar” la Revolución. El caso más emblemático es Hugo Chávez en Venezuela, acompañado por Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. Junto con Cuba, estos países son el núcleo duro del bloque de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA). Este bloque es el principal apoyo para la creciente penetración iraní en América latina.
Empecemos por Bolivia: los lazos del presidente Evo Morales con el gobierno de Ahmadinejad son muy estrechos; comparten intereses en la explotación de recursos energéticos y también iniciativas sociales, como la construcción de un gran hospital que llevará el nombre Hospital Irán - Sociedad de la Media Luna Roja Iraní, que atenderá a unas 800 mil personas en El Alto, cerca de La Paz, donde la popularidad de Morales es abrumadora.
Los encuentros de Hugo Chávez con su colega iraní son periódicos, y los servicios prestados por Venezuela a favor de los intereses de su socio han pretendido afectar la investigación del atentado contra la AMIA. Cuando el fiscal Alberto Nisman emitió su dictamen contra funcionarios iraníes por el ataque terrorista de 1994, el entonces embajador venezolano en Argentina sugirió a Luis D’Elía que organizara una manifestación en apoyo a Irán. Esto provocó la salida de D’Elía del gobierno de Néstor Kirchner y la exigencia por parte de Argentina para que Chávez cambiara su embajador.
También preocupa la cálida bienvenida brindada a Ahmadinejad por el presidente de Brasil, Lula da Silva. La legitimación otorgada por un líder de talla internacional como Lula abrió una nueva dimensión para Irán en las Américas. Brasil tuvo que pagar para hacer negocios con Ahmadinejad: Lula elogió las “legítimas elecciones” ganadas por el presidente iraní (pese a la brutal opresión contra los disidentes en las calles de Teherán). Hay que recordar que la investigación de Nisman identifica un punto de contacto con Brasil: la persona sospechosa de haber liderado la “conexión local”, Samuel Salman El Reda, tuvo una casa en Foz de Iguazú, en la Triple Frontera.
Durante 2010-2011 Brasil ocupa uno de los asientos no permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU, y tomará parte en las discusiones acerca del programa nuclear iraní.
En este contexto, se destaca por contraste la posición argentina. Además de la investigación judicial en curso en relación con la AMIA, tanto el ex presidente Néstor Kirchner como la actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, formularon duras condenas contra Irán en sucesivas ediciones de la Asamblea General de la ONU.
La red iraní está creciendo en América latina, apoyada en sus relaciones con el bloque ALBA y, de modo más estratégico, con Brasil. Teherán lo necesita, dado que su aislamiento en otras regiones puede incrementarse.
Quizá sea hora de promover nuevas acciones por parte de la comunidad internacional, como la retirada de delegados de diversas nacionalidades durante la Conferencia de Seguimiento de Durban (Durban II) y la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y en el ámbito regional, fortalecer la promoción de los valores democráticos y libertarios tan impopulares para el gobierno iraní y que, afortunadamente, ya se encuentran consolidados en la mayor parte de América latina.
*Director para América latina
del Centro Simon Wiesenthal.
del Centro Simon Wiesenthal.
Etiquetas: antisemitismo, Centro Wiesenthal
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