Neomilitarismo populista del siglo XXI
Por: José Rafael López Padrino
El militarismo como ideología recuerda a los regímenes de la Alemania nazi o la Italia fascista. Ambos regímenes autoritarios recurrieron al ejército, no solo para atacar a un supuesto “enemigo exterior”, sino para mantenerse en el poder reprimiendo al “enemigo interior” y aplastar la conflictividad social alimentada por el descontento de las clases desposeídas y oprimidas en sus respectivas naciones. Encarnaron gobiernos apoyados en el ejército, en la Fuerza y no en el Derecho, lo cual constituía la antítesis para la consecución de una sociedad libre y justa que tanto pregonaban.
Vencido el nazi-fascismo en 1945, parecía que los militarismos habían quedado desterrados del mundo, sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, las clases dominantes de los países de América Latina, a objeto de conservar los aspectos centrales de un orden social que garantizaba, reproducía y ampliaba sus beneficios económicos, impulsaron golpes de Estado -llevados a cabo por las Fuerzas Armadas de sus respectivos países-, que condujo al establecimiento de diferentes tipos de dictaduras. Con la llegada al poder del tte coronel en el año 1998, se da el renacimiento del neomilitarismo populista en la historia latinoamericana, fenómeno que había sido desterrado en nuestro país con la caída del dictador General Marcos Pérez Jiménez. El tte coronel y su proyecto constituye una nueva oleada militarista, pero con características distintas a los ensayos anteriores, entre las más importantes podemos señalar, la militarización social propuesta originalmente por el fascista Norberto Ceresole, aunado a un bonapartismo plesbicitario (Marx, El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, 1869), perversión política representada por proyectos de dominación burguesa, de tipo mesiánico-autoritario y cuya "legitimidad" está fundamentada en procesos electorales generalmente viciados. Son regímenes de carácter represivo, apuntalados por las bayonetas, que usurpan la representatividad del pueblo.
Según Ceresole, la militarización de la política es una consecuencia de la pérdida gradual de “lo político” entendido como la intermediación de las organizaciones partidistas en el gobierno, y su substitución por una concentración de “la voluntad general” en la figura de un líder carismático con el apoyo de la estructura militar. La militarización de la política debe entenderse entonces, como el uso del aparato militar de la nación (la FAN, los grupos paramilitares, y los servicios de seguridad de Estado) en el control de la vida y el comportamiento de los ciudadanos, a través de los valores militares (centralización de la autoridad, jerarquización, disciplina, obediencia y conformismo), con vistas a dominar cada vez más la cultura, la educación, los medios de comunicación, la religión, la política y la economía nacional, suprimiendo las instituciones civiles. El planteamiento de Ceresole, paradigma ideológico del fachochavismo del siglo XXI, le asigna a la Fuerza Armada un rol primordial en la estructura cuartelaria de la sociedad venezolana y en la represión de la disidencia -“enemigo interno”- para preservar el orden y la seguridad.
En el plano ideológico, el neomilitarismo populista se ha manifestado, sobre todo, en la imposición de los valores símbolos y lenguaje militaristas; en la necrofilia como forma de contaminación social y espiritual (obsesión de la muerte); en el espíritu político autoritario que persiste hasta eliminar al otro, al diferente en términos ideológicos; en la glorificación que llega hasta la adoración de la figura del padre colectivo de la nación, personificada por el presidente del Estado y jefe de las fuerzas armadas. El neomilitarismo populista significa mucho más que el contagio de toda la vida civil por la organización militar; implica la militarización de la manera de pensar, de hablar y de actuar del ciudadano común.
Este culto a la ideología militar se ha expresado igualmente en la implementación de toda una política destinada a la creación de milicias estudiantiles, campesinas y obreras, bajo el mando directo del tte coronel -especie de guardia pretoriana- así como la creación de consejos obreros y estudiantiles destinados a liquidar la autonomía del movimiento popular y sindical. En la creación de los comandos de “guerrillas comunicacionales”, integrada por jóvenes menores de edad (13 a 17 años), a fin de preparar los futuros ejecutores de las órdenes emitidas por el vocinglero de Miraflores y garantizar la permanencia del régimen a través de las generaciones futuras. Igualmente el gobierno se ha embarcado en una carrera armamentista desenfrenada, mediante la compra de lanchas de guerra, vehículos blindados, sistema de cohetes tierra aire, fusiles de asalto AK-103, cazas de combate SU-30MK, helicópteros Mi-17, Mi35 y Mi-36 así como patrulleras y aviones para transporte de tropas. Este descomunal gasto armamentista ha sido justificado por una supuesta invasión de los “Marines Yankees”. Argumento por demás absurdo, pues todos sabemos que Venezuela constituye un suplidor barato y seguro de todo el petróleo que necesita el imperio para su desarrollo industrial, así como para sus aventuras bélicas de ultramar. Vale la pena señalar que los gastos destinados al Ministerio del Poder Popular para la Defensa en nuestro país, triplican el monto asignado al Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, es cuatro veces mayor que el destinado al Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, nueve veces más grande que el destinado al Ministerio del Poder Popular para la Cultura y doce veces superior al del Ministerio del Poder Popular para el Deporte. Las cifras hablan por si solas.
El neomilitarismo populista del siglo XXI no nos conduce a un proceso de emancipación social, como suelen afirmar algunos ilusos e ingenuos, sino a una profundización del proyecto de hegemonía militar, donde existe una “subordinación coactiva” de la sociedad civil al estamento militar. La institución armada representa el eslabón fundamental en la imposición de un asfixiante capitalismo de Estado, así como en la perpetuación del pillaje, y la opresión, aunque para ello utilice la violencia a fin de perpetuarse en el poder.
Etiquetas: El Fascismo Tropicalizado
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