Jugada turca
Por: Ernesto Yamhure
DESDE EL DÍA DE SU CAPTURA, A FINAles de agosto de este año, empezó a ejercerse una insoportable presión para que el Gobierno colombiano no lo extradite a los EE.UU.
Se trata del mafioso venezolano Walid Makled, socio de altísimos funcionarios de Hugo Chávez. Tiene mucho por contar. Él, mejor que nadie, conoce la manera como funciona el puente aéreo para el tráfico de droga en el que se convirtió Venezuela.
El dictador que ahora funge de “mejor amigo” necesita callar al turco Makled. Sabe que un testimonio suyo ante el tribunal estadounidense significaría el fin del régimen narcotraficante apoltronado en el palacio de Miraflores.
Chávez no quiere terminar sus días como Noriega. Tiembla hasta el delirio cuando le dicen que su matrimonio con el narcotráfico lo conducirá, encadenado de pies y manos, a una celda de dos metros cuadrados de algún frío penal norteamericano.
Había que garantizar el silencio del temido turco y por eso se puso en práctica aquello de que el fin justifica los medios. Si precisaba jurarle amistad sólida e íntima a Juan Manuel Santos, pues se haría. Es fundamental que Makled llegue rapidito a Maiquetía.
Pero la jugada de Chávez fue más astuta. En vez de volver a insultar a Santos, de calificarlo con los peores adjetivos, prefirió abrazarlo e inundarlo con lisonjas. Aparte del turco, necesitaba que le hicieran el favor de darle un manejo prudente a la información que las autoridades colombianas encontraran en los computadores del Mono Jojoy.
¿No les llama poderosamente la atención que dos meses después de la baja del cabecilla de las Farc no se haya revelado un solo documento en el que se mencione al gobierno venezolano? Con tanta información que sobre Chávez había en el computador de Raúl Reyes, es cuando menos curioso que no se lea una línea sobre el dictador de Venezuela en los aparatos de Jojoy.
El viento sopla a favor de Hugo Chávez. En pocos días Walid Makled llegará a su país. Será confinado en un calabozo suficientemente custodiado que garantizará el gran silencio por parte de este capo de capos.
Los Estados Unidos, principal socio y —ese sí— amigo de Colombia, no se cruzará de brazos. No extraditar a Makled a ese país tendrá serias consecuencias para nosotros.
Durante muchos años, Colombia fue sancionada por su bajo compromiso en la lucha contra las drogas. Esa mala calificación fue catastrófica, nos convirtió en un paria mundial al punto de ser calificados como una “narcodemocracia”.
Esperemos que los republicanos, esos mismos que no tienen dudas de la baja categoría y de las actividades non sanctas de Hugo Chávez, no nos castiguen con mucha severidad gracias a la equivocada decisión de extraditar a Makled a Venezuela y no a Nueva York.
Etiquetas: narcotrafico
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